El viaje de Tascosa al campamento de los civiles -gente desgarrada por el paso del tiempo y la pérdida de la esperanza, pero también por la pérdida de un familiar- y de allí al campamento comanche de Quanah Parker, es un viaje físico pero también interior, iniciático, como el de "Centauros del desierto"; un viaje que cambia a los personajes (sobre todo a los de James Stewart y Linda Cristal) y que es un viaje al dolor, al pasado, a la intolerancia y el odio entre razas y culturas. "Dos cabalgan juntos" es un desgarrado alegato contra todos los odios, los racismos y la incomprensión que formaron la historia del Oeste, y por extensión la de los Estados Unidos, y a la vez destruyeron la familia, el hogar, la felicidad. "Dos cabalgan juntos" -en realidad, se debería traducir "Dos cabalgaron juntos"- habla sobre paraísos perdidos, y sobre segundas oportunidades, y por eso es tan emocionante. Aquí no hay héroes, sino víctimas, y es muy notable el tono escéptico y desgarrado de la última etapa de la filmografía de Ford. Aquí no hay esperanza, y sólo la comedia, y la barriga de Andy Devine, y un par de historias de amor un tanto crepuscular e incierto, permiten soportar esa terrible certeza. Estamos ante un western crepuscular en el que no falta ni la cajita de música que, como en "La muerte tenía un precio" (1965), de Sergio Leone, es reducto de una obsesión, recordatorio de una pérdida, heraldo del dolor, y un retorno a la tragedia.