Es un episodio en el que prácticamente se alinean los planetas. Con un pelín de pulido en ciertas cosas (como su innecesario epílogo o el mayor aprovechamiento de la segunda historia) este podría considerarse como uno de los mejores capítulos de la historia de la televisión en general, muy muy cerca de ser una obra maestra si es que no lo es.

Lo que más me alucina de Blanca Navidad es que todo en ella está inusualmente bien medido, la forma en que controla el tempo del suspense es hipnótica como hacia años que no me encontraba una obra así, pasito a pasito nos va enganchado a una trama y unos personajes de los que nos comemos las uñas por saber más y por saber cual será el siguiente paso. Incluso las interpretaciones son todas de muy buen nivel (de hecho, nunca he visto mejor a Jon Hamm o a Rafe Spall).

Es una pena que el guion flaquee en la segunda historia, donde coge una idea de partida muy interesante y que podría haber dado para mucho más, pero la limita demasiado usandola de una manera muy poco inteligente, tanto que al acabar ese fragmento de forma abrupta nos da igual. Pero la primera historia es adictiva y morbosa y la última historia tiene una fuerza dramática acojonante. Todo ello además salpicado de los elementos conceptuales que hacen que Black Mirror siempre ofrezca temas sobre los que reflexionar a nivel sociológico.

No se si considerarla una obra de episodios ya que las tres historias se entrelazan y todo el puzzle cobra sentido con cada pieza que se va añadiendo, por tanto no son fragmentos independientes que comparten solo un tema, como suele pasar en las pelis de episodios. Pero si la considerasemos como tal, estaría probablemente en lo más alto del ranking (al menos en mi opinión creo que le da unas cuentas vueltas a episódicas bien valoradas como Relatos salvajes o Noche en la tierra).