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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Daniel B:
7
Serie de TV. Drama Miniserie de 7 episodios. Kentucky, años 60. En plena Guerra Fría, la joven Beth Harmon (Anya Taylor-Joy) es una huérfana con una aptitud prodigiosa para el ajedrez, que lucha contra sus adicciones mientras trata de convertirse en la mejor jugadora del mundo ganando a los grandes maestros, en especial a los rusos.
7 de noviembre de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luego de un accidente automovilístico en el que muere su madre, a fines de los años 50's, la niña Elisabeth (Beth) Harmon (una notable Isla Johnston) es internada en un hogar de niñas, donde sistemáticamente las medican. Beth conoce al encargado de mantenimiento de la institución, Mr. Shaibel (Bill Camp), quien le enseña a jugar al ajedrez, despertando en ella una afición absorbente por ese juego.

Ya adolescente, es adoptada por un matrimonio y lentamente iniciará una carrera ajedrecística participando en torneos de creciente nivel y proyección profesional, durante los años 60´s, en un ámbito claramente dominado por los hombres.

La miniserie acompaña el derrotero primero como aficionada y luego como profesional de una joven amurallada y refugiada en la racionalidad del ajedrez, entre temerosa y desinteresada por entablar vínculos y aficionada a los psicotrópicos desde la niñez.

Se podría decir que el tono en general demasiado prolijo y contenido de la serie dirigida por Scott Frank sigue a la personalidad de su protagonista, en general elegante y distante. Uno podría preguntarse preguntarse si el resultado de este abordaje no resulta un tanto superficial. Cuando da cabida a la emoción, en general se precipita en el golpe bajo.

Aparecen numerosas partidas de ajedrez: la serie se las ingenia para que no resulten repetitivas, por lo cambiantes ámbitos en que se desarrollan y la diferente naturaleza de sus ocasionales contrincantes. Se mencionan numerosas referencias ajedrecísticas que seguramente los aficionados al juego disfrutarán más. De todos modos, la serie plantea una situación ficticia, ya que a partir de cierto nivel los torneos de ajedrez no son mixtos. Ciertos entendidos en el juego han criticado la forma en que se retrataron las partidas profesionales, pero no creo que esto sea relevante.

La Beth de Anya Taylor-Joy tiene un protagonismo absoluto. Su labor es buena, aunque indudablemente apuntalada por el envase, es decir, la puesta en escena, el diseño de producción y las elecciones y limitaciones dramáticas apuntadas arriba.

Entre los mayores logros de Gambito de Dama podría mencionarse el retrato de la relación entre Beth y su madre adoptiva Alma Wheatley, a cargo de una maravillosa Marielle Heller (acaso lo mejor de la serie), un retrato sin fisuras de su empoderamiento femenino, no haber reducido y agotado el relato en una obvia historia de superación personal y los significados de su relación con los psicotrópicos.

En suma, me temo que, sin desconocer sus muchos logros, no comparto el entusiasmo generado por esta cuento de hadas elegante y prolijo, por momentos glamoroso, con una clara apuesta por el empoderamiento femenino pero que podría haber sido más corta y donde todavía me pregunto si el retrato de las limitaciones afectivas de la protagonista no redunda en una cierta superficialidad del conjunto. Por ahora me inclino por un sí.
Daniel B
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