Un nuevo profesor de filosofía con fama de excéntrico llega a la Universidad. Tanto sus propios compañeros como sus alumnos le encuentran enigmático y fascinante, pero su poder de seducción con las mujeres es infinito.

La nueva película anual de Woody Allen, cual máquina de churros que está diseñada para hacer 100 al minuto, todos de igual tamaño y sabor, con idéntica cantidad de aceite. En eso se están convirtiendo las películas de este entrañable y veterano cineasta, una fábrica de churros tan homogéneos como prescindibles, que alguna vez, suelta algún merengue que revoluciona la pastelería y rompe la monotonía, como pueden ser Midnight in Paris y, sobre todo, Blue Jasmine. Este hombre irracional es interpretado por Joaquin Phoenix, supongo que engordado y afeado para la ocasión, que sumado a su incipiente chepa y a su adicción al alcohol en el film, lo convierten en un quasimodo con un asombroso poder de convocatoria. Está claro que Woody Allen prefiere la belleza interior a la exterior, tanto en su vida personal como en su carrera cinematográfica. Más vale un buen seso andante que un semblante guapete…pues ni tanto ni tan calvo querido amigo predilecto de la ciudad ovetense. En lo que concierne a esta película, los actores hacen lo que pueden, defienden de forma correcta su parcela, pero todo lo demás, guión incluido no dan para más. Los diálogos vacíos y repetidos hasta la saciedad y los estereotipos de todos los personajes, bien marcados, para que el espectador no tenga ninguna duda de quien manda en el país de los ciegos. A veces es mejor tomarse un año sabático (o los que sean necesarios) antes que darle al botón automático de los churros. Tan amable como olvidable y prescindible.

Sacapuntas de oro: Para adictos a la vacuna anual marca Woody Allen. La mayoría de las veces son más violentas las palabras y los comportamientos que las balas. Emma Stone da ese toque diferente y fresco a la cinta, aunque no lo tiene difícil. Darse cuenta de lo que el amor y la ilusión por alguien (o por algo) pueden lograr.

Sacapuntas de madera: Su lentitud, su rodeo sin llegar a ninguna parte, su escasa brillantez. Parece una continuación de The Master con el alcohol que sobró en Puro Vicio. El bueno de Joaquin no encuentra su lugar desde la memorable Two Lovers, y ya han pasado unos cuantos años de aquello.

Nota: 5,5 Sacapuntas.