El realizador Stanley Kubrik fue el firmante de un film que empezó dirigiendo Anthony Mann, pero que acabó en sus manos por la mediación de la estrella y productor de la película: Kirk Douglas. Esta fue la única vez que Kubrik hizo una concesión puramente comercial en su filmografía. Y es que el film es lo que se dice un "Peplum" en toda regla: una historia "bigger than life", un reparto lleno de estrellas (Douglas ya mencionado, Jean Simmons, Charles Laughton, Peter Ustinov, Tony Curtis, Laurence Olivier, John Gavin, Woody Stroode, John Ireland), una recreación de un hecho histórico, y algo más de tres horas por delante para disfrutarla. Entre finales de los 50 y los 60 Hollywood echó el reto en superproducciones mastodónticas con las que intentaba mantener su predominio mundial en la industria cinematográfica.

La trama sigue las andanzas de Espartaco (DouglaS), que puso en jaque a Roma durante unos años liderando una rebelión de esclavos. Es interesante comprobar como Kubrik dedica una buena parte del metraje en mostrarnos como se forja el caracter del protagonista en la escuela de gladiadores. Es allí donde aprende no sólo los métodos de lucha sino que también toma consciencia de su situación, se empieza a erigir como líder y además conoce a la mujer de su vida (Simmons). Una vez iniciada la revuelta, los acontecimientos se centran mucho más en el duelo político de Roma, como unos intentan sacar provecho de la rebelión en su propio beneficio. Es aquí donde la presencia de Charles Laughton y Laurence Olivier predominan. Por último, se llega al enfrentamiento final y sus consecuencias. Curiosamente la estructura recuerda vagamente a la que utilizará en la "Chaqueta metálica" (1.aprendizaje 2.Situación política 3.Resolución relacionada con 1 y 2).

En un film de estas características, y siendo un encargo, la mano de Kubrik apenas se deja ver más que sutilmente. El film es ágil pese a las tres horas largas de duración, tiene una claridad expositiva ejemplar, incluso a la hora de explicar los intereses políticos, cuenta con una excelente fotografía y tiene escenas de batallas excelentes, controlando perfectamente su "tempo" interno que incluso han sido plagiadas en más de una ocasión. Claro que también es cierto que las escenas puramente románticas parecen insertadas a martillazos. La autoría en un "peplum" puede ser bastante discutible. Sin embargo, de lo bueno y de lo malo habría que hacer responsable a Kubrik. Y lo cierto es que dentro de las películas de su categoría se la podría situar entre las mejores. Si es por la mano de Kubrik o no se podría discutir, pero cuando la mayoría de espectadores se queda enganchada ante la pantalla la calidad de esta película queda fuera de toda duda.