Si por algo merece ser recordada la película de Mike Nichols es por haber servido de trampolín definitivo de las carreras de Natalie Portman y Clive Owen. Y es que la americana y el inglés, en papeles en principio menos agradecidos que los de Julia Roberts y Jude Law (de hecho, el personaje de Owen era detestable), no sólo se comen con patatas a sus dos estelares partenaires, sino que resultan memorables.
Lástima que el guión de Marber, adaptando su propia obra teatral, no siempre acompañe a las excelencias de los actores. La película es demasiado larga, demasiado irregular en el interés de lo que ocurre en pantalla, y sin duda, demasiado excesiva. Sé que la gracia de la obra, y por tanto también la de la pelícual, es que se hable constantemente de sexo sin mostrar una sola escena de ídem, pero a mí me llegó a cansar bastante. Realmente acabé deseando verlo, aunque sólo fuese para poder dejar de oír reflexiones sobre el tema todo elrato. y reflexiones soeces, además, no como las que suele hacer Woody Allen.
Pero en conjunto es una buena película, hecha con gusto y con una elegancia muy de agradecer.

Lo mejor: Clive Owen y Natalie Portman.
Lo peor: Las inacabables conversaciones sobre sexo, y la sosería de Law y Roberts (¿qué habría hecho Cate Blanchett con el mismo papel?)