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España España · Barcelona
Voto de Tombol:
5
Drama Un arquitecto norteamericano llega a Roma, acompañado de su esposa, con motivo de una exposición dedicada al artista francés del sigo XVIII Étienne-Louise Boullée. El arquitecto, a lo largo del tiempo, se obsesiona con unos tremendos dolores de estómago, convencido de que está relacionado con que su mujer está teniendo una aventura con otro colega italiano. (FILMAFFINITY)
2 de diciembre de 2023
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¿Qué nos ha querido contar Greenaway?

No soy un estudioso del cine, pero me atreveré a dar mi opinión. Veo que el director inglés nos conduce a través de la arquitectura romana, de su escultura, de un cromatismo particular, de unas pulsiones humanas básicas. Confecciona un retablo de imágenes de la cultura tradicional romana combinado con la historia personal de un creador, un arquitecto, que pertenece a la cultura occidental moderna.

¿Cómo ha realizado la construcción?

La imagen que construye Greenaway se forma a partir de escenarios que son retablos, pasillos, entradas, arcos, portones. Los escenarios que recogen el argumento se alimentan de ese orden. Forma constantemente escenas con una peculiar distribución, que tienen algo de construcción arquitectónica, y algo también de construcción pictórica. Traslada el orden arquitectónico clásico a la manera de presentar las escenas, creando de esta forma una manera de narrar unos hechos de la modernidad en la que lo clásico y tradicional lo tiñe todo.

¿Qué sentido puede tener todo eso?

En mi modesta opinión, se trata de contar una historia común para darle un vuelo más profundo, gracias a las connotaciones artísticas, históricas y simbólicas que impregnan todo el desarrollo fílmico. Siento que la antigua cultura romana está llena de tragedia, de poder, de sexo, de dominación, de sangre. Eso late en una cultura que se evoca constantemente. Y la historia del arquitecto protagonista se va llenando de eso hasta someterlo a su cruda esencia.

¿Todo es tragedia romana?

El contexto en el que todo sucede está repleto de cotidianeidad, de mundo rutinario, también de engolamiento de una clase social que nada en la abundancia. Sin embargo, todo el metraje se ve salpicado de la enormidad monumental romana, de la historia sobrecogedora de sus emperadores, de la riqueza despampanante de aquel Imperio. Es entonces que la simbiosis de pasado y presente crean una ambigüedad argumental, un latido extraño, un salto temporal a ningún lugar concreto y a la vez a los dos periodos mencionados.

¿Qué consigue entonces Greenaway?

El director da forma a su idea, más pienso que el resultado es más bien irregular. Por momentos resulta sugerente, pero también resulta una narración débil. A pesar del impulso que se intenta dar gracias a la atractiva música de Wim Maertens, a pesar de los juegos cromáticos peculiares (desde el rojo intenso hasta su diversas variedades que llegan hasta un rosa más débil), a pesar de los retablos humanos, a pesar de las machaconas imágenes de torsos y otras partes de la anatomía escultórica, no se alcanza un resultado que aúne todo para alcanzar un producto bien sustentado. Al menos, yo no lo sentí.

¿Pero y qué ocurre con la historia central del protagonista?

El vientre del arquitecto, sus tripas. Nuestro hombre se ve arrastrado por el destino, por los fantasmas de ese pasado clásico. El rojo es la sangre que tiñó el Imperio. Un Imperio en el que la decadencia lo fue corrompiendo todo, el deterioro fue su canal evolutivo. Junto a su grandeza y poderío, las grietas fueron apareciendo. También se ve en la película el deterioro del arte, lo que fue y en lo que se va convirtiendo. Sucede que la película es ambiciosa en su planteamiento, en el deseo del director, pero todo acaba perdiendo fuelle, a pesar de la parte final, y pienso que si hubiera formulado el planteamiento, la obra se habría elevado, más eso no llega a ocurrir.

¿Alguna conclusión?

Las mías. Pienso que el director no acabó por reflejar bien lo que quería. La monumentalidad del arte romano es el síntoma de su sanguinaria dominación. Las luchas de poder, en cualquier ámbito (en el arte también) se alimentan del "animus" de la destrucción. El ser humano y el poder, si se mezclan estamos a las puertas de la realidad más oscura. Greenaway hace un collage con todas sus ideas e intuiciones, con una estructura muy definida "de director", y el resultado es eso, "su" obra, que creo que no la puede hacer suya el espectador sensato. Un 6 por el riesgoso planteamiento, y un 5 por el resultado final.
Tombol
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