Adaptación de la obra " El rey Lear " de Shakespeare pero ambientada en el Japón feudal del siglo XVI. Nos cuentan la historia de un gran señor, padre de tres hijos, el cual, viendo ya acercarse su vejez, decide repartir su poder y sus dominios entre ellos. Esta decisión, supondrá un craso error, pues la codicia y la ambición harán presa de ellos y sumirá al país, en una cruenta batalla.
Desde el primer fotograma, te das cuenta de que no estás ante una película vulgar. Las escenas y los encuadres son de gran belleza y la fotografía espléndida. Todo el film está lleno de momentos magníficos, las batallas son fascinantes y Kurosawa alterna en este film la épica y la lírica haciendo que, visualmente, no puedas apartar los ojos de la pantalla.
También el argumento es muy poderoso. Nos presentan en este film todos los matices del alma humano. La codicia, la ambición, la venganza, la hipocresía, la crueldad, también la nobleza, la integridad o el perdón. Lo cierto es que esta película no te deja indiferente.
Pero, ( tiene un pero con el cual justifico mi nota ), las actuaciones me resultaron excesivamente teatrales, con lo cual, una tragedia de este calibre, con momentos verdaderamente hermosos e intimistas, no consiguieron calarme y lo que debiera ser pura emoción, se queda en momentos bellos, pero fríos.
No sé si esto se debe a que está adaptado al estilo japonés y la forma de actuar es muy diferente. Sólo sé que, ante semejante argumento, poderoso y bien narrado y esas imágenes, algunas muy poéticas, la emoción debiera haber hecho presa en mí y no ha sido así.
Quizá ha sido culpa mía y en un segundo visionado la disfrute más ya que también es cierto que, he estado muy ocupado prestando atención a la enrevesada trama, llena de intrigas y conspiraciones. Es posible que, si la vuelvo a ver, ya con mi cerebro más relajado, mis emociones despierten más fácilmente.