Lo bueno que tenía la serie B ( aunque este western tiene altos valores de producción), es que era un auténtico cajón de creatividad y libertad para todos sus integrantes a los que, seguramente, los productores siempre les dejaban más mano ancha porque no tenían que preocuparse excesivamente por la rentabilidad que, en estas cintas, estaba más o menos asegurada.
Por todo ello, la serie B, resultó ser el laboratorio del cine.La sala de experimentación ( mucho antes de que existiera el cine de arte y ensayo) donde, con mayor o menor fortuna, guionistas, intérpretes, músicos y fotógrafos volcaban sus ideas las cuales, a veces, se revelaban como auténticos hallazgos.
Yo recuerdo con enorme cariño aquellas novelitas que comprábamos en los quioscos en mi época.
Marcial La Fuente Estefanía, Keith Luger, Silver Kane y ya para los más iniciados, Zane Grey.
Las devorábamos sin miramientos, con voracidad, pasando de una a otra sin contemplaciones degustando el placer del momento y olvidándolas al siguiente.
Hasta que, de repente, algunas de ellas se te tatuaban en la memoria sin que pudieras precisar por qué.
Podía ser el argumento, los personajes, alguna original escena descrita o un gran final, lo que fuera. El caso es que esa novelita ya pasaba a formar parte de tu ser para siempre.
Lo mismo pasa con algunas de estas películas. No son perfectas ( nunca lo son), pero sí resultan, muy a menudo, sorprendentes.
No quisiera, esta vez, detallar el argumento ( que me parece muy bueno), porque me parece muy curioso de principio a fin y no quisiera fastidiar el placer de su descubrimiento.
Tan sólo destacar que es una película de personajes, magníficamente dibujados, de los que no sabes bien de qué pie cojean ni sus acciones finales hasta casi el final del film, lo que hace que resulte intrigante en grado máximo.
Vaughn Monroe, en el papel principal como el forajido Rhiannon, era un cantante de bonita voz de barítono, de cierto éxito en la época, que aquí realizó sus pinitos como actor y al que se le otorgan dos o tres canciones en la película sin que podamos calificarla exactamente de musical ( aunque algo de eso hay), pero que resultará muy placentero oir. Estará secundado por un trío de campeonato, la ojos de zafiro Raines, Walter Brennan y Ward Bond que jugarán una partida psicológica en la película, para ver quién arrima el ascua a su sardina, que me hacen dudar muy mucho, acerca de quiénes son los protagonistas en ella.
Este cuarteto activo va a resultar muy entretenido pero además tenemos otras caras de renombre para darle más prestancia y simpatía al film.
Una fotografía preciosa, interiores atractivos, exteriores igualmente hermosos, buena música, algo de humor ( ! ay, Bond, te juro que te comprendo. Así cualquiera mantiene la autoridad !). Una mujer en papel activo ( nada de florero), un doctor bastante especial, un forajido más especial todavía y estupendas y variopintas escenas de todo tipo y emocionantes, nutren esta película que discurre como un río rápido, fresco y espumoso.
! Ah, y los diálogos!. ! Menudos dobles sentidos se cascan nuestros protagonistas!. Esos no necesitan llamar al pan, pan y al vino, vino.