Mira que uno ya ha visto películas de polis exageradas y violentas, pero es que ésta se lleva la palma. Este Keanu Reeves sale a la calle y monta una balacera en un pis pas. Parece que tiene imán para los tiroteos, el tío.
Ésa es la impresión que te da cuando ves Dueños de la calle: una pasada de tiros sin sentido recubierta con la típica historia de polis corruptos. Y no es que no me gusten este tipo de películas, ni mucho menos, pero es que después de ver Training Day o Infiltrados, ¿dónde van estos Dueños de la calle? No aporta nada nuevo y se dedica a seguir el patrón, pero exagerando las situaciones y los caracteres de los personajes hasta límites casi ridículos.
Si algo se salva es su vivo ritmo (pese al guión poco inspirado y una dirección en ocasiones algo torpe) y las correctas interpretaciones de Reeves, Whitaker y Laurie, este último en su primer papel cinematográfico post-House. No son los papeles de su vida, pero hacen lo que pueden.
Conclusión. Dueños de la calle es entretenida pero resulta muy pasada de rosca, es un canto al exceso gratuito. Ello la hace muy inverosímil, muy poco creíble. No me la puedo tomar en serio, no puedo ver en ella un análisis o una reflexión sobre la corrupción de los que combaten la corrupción. Me la tomo como un simple pasatiempo. Así mejor.

Bad cops, bad cops...