De no ser porque Profesor Lazhar se construye a partir de un incidente psicótico de un tipo que no recuerdo haya acontecido alguna vez en algún lado, sería mejor película que lo que es (notable).
Y es una pena, porque en lugar de un suicidio "in situ" de una maestra primaria, bien podría haberse formulado su idea rectora con p.e. "su sorpresiva desaparición", lo cual haría que la historia - y sus consecuencias, que son lo más importante - fuese más creíble.
Lazhar no es maestro, sino un candidato a refugiado político argelino con un trágico pasado, quien - ocultando su verdadera profesión - curiosamente consigue ocupar el cargo docente dejado vacante de forma imprevista.
A partir de allí, comienza su relación con el sistema educativo canadiense, los niños, los padres, los colegas, las autoridades, etc. enterándose rápidamente de las diferentes costumbres existentes entre su país de orígen y el actual, en el que la hiper relevancia de los derechos individuales tiende a mantener a las personas corporalmente distantes entre sí y sospechosas de cualquier afecto físico entre adultos y niños.
El tema es muy interesante, ya que de un modo análogo al que aisladas acciones terroristas han abierto la puerta al cercenamiento de libertades civiles (o de como la delincuencia, cuantitativamente encarnada por pocos, ha conseguido encerrar tras las rejas las viviendas, los comercios, los espacios públicos y privados del común de la gente) dramatiza hasta donde las perversiones y/o conductas antisociales de unos pocos - en términos porcentuales - afectan a toda la sociedad, potencian la paranoia colectiva e impulsan leyes que, amparadas en la protección del derecho individual tornan cada vez más restrictivos y/o reprimidos los vínculos humanos.
En síntesis, Profesor Lazhar tiene un tratamiento cinematográfico sobrio, eficaz, y con magníficas actuaciones, haciendo de ella una cinta digna de verse.