Las desventuras y la vida de "Los Perdedores", llena de abusos por parte de sus compañeros de escuela se ve interrumpida por la constante desaparición de muchos jóvenes en su comunidad y por las apariciones y visiones de sus mayores miedos que, ellos comprenden desde el principio, está ligada a los desaparecidos. Así tenemos pues, el argumento que desencadena los hechos en la historia. Antes de todo debo aclarar que no evaluaré que tan buena adaptación es por no haber leído el libro y tampoco pretendo compararla con la versión anterior de 1990, alguna vez la vi pero ahora no la recuerdo. En fin, concentrémonos en esta película.
Dentro de su muy convencional y adecuada técnica, el fallo más grande radica en su constante cambio de motor argumentales, al principio se presenta a sí misma como una película de terror para, a medida que pasan los minutos, autodefinirse como la historia de las difíciles vidas que llevan cada uno de los protagonistas en casa y en el pueblo, problemas que, en general, están ligados a la relación con sus padres y al abuso que les propinan sus compañeros adolescentes, dejándonos con mucho interés en estos problemas y en las posibles soluciones, haciéndonos sentir empatía con sus situaciones y entendiendo (hasta este punto de la película) que el tema del payaso y las apariciones van más allá de la realidad, es la representación de sus miedos y su forma de unión. Lamentablemente en cierto punto la película se vuelve a tomar el apartado sobrenatural como lo importante, dejando así de lado todos sus problemas reales y llevándonos como espectadores poco a poco a una batalla final con el payaso, perdiendo de este modo todo lo que se había construido de buena manera hasta media película y preguntándonos qué pasó, qué pasó con los abusos sexuales, con la sobreprotección, con los dilemas religiosos, con la desintegración familiar, con los cuestionamientos sobre la condición racial... Todos éstos, grandes cuestiones que sufren los chicos y que bien pudieron ser exploradas a fondo dejando el recurso de lo sobrenatural para una perfecta representación metafórica.
Al final el payaso termina siendo real, demasiado real, cosa que en una película de terror sería excelente, pero que aquí, en "IT", nos deja con la claridad de que la película navegó en la cuestión de su auto definición y no presenta al final ni una cosa ni la otra.