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Voto de Chris Jiménez:
5
Terror. Drama Gerald y Marianne Harcourt viajan en coche cuando éste se avería y se ven obligados a pasar unos pocos días en una aldea pequeña y remota. El doctor Ravna los invita a hospedarse en su castillo, pero en realidad es el líder de una secta vampírica y se ha quedado fascinado por la belleza de Marianne... (FILMAFFINITY)
13 de febrero de 2022
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un castillo que oculta un secreto terrible, allá arriba, un poco perdido entre las montañas de Baviera, un lugar en cuyos interiores vuelven a removerse esas criaturas tan conocidas por todos, sedientas de sangre, ansiosas de almas vírgenes...
¡Y lo primero que se les ocurre hacer a Gerald y Marianne es entrar allí por las buenas!

Comprada a granel en una tienda "freak" de barrio durante el transcurso de un viaje por la capital, así fue como adquirí esta extraña y curiosa película que sólo he visionado dos veces en cinco años, y que remite asimismo a otra época, cuando el vampirismo nunca pudo estar más de moda en el panorama cinematográfico, después de que Hammer lanzara "Drácula" con el gran Christopher Lee de protagonista, una de las mejores obras de la productora y también de Terence Fisher. Entonces Peter Cushing repite en la siguiente "Las Novias de Drácula", pura maniobra de explotación sin el conde de protagonista pero de sobrado éxito.
Surgen imitaciones, falsas secuelas, y el productor Tony Hinds prepara una propia, encargándose del guión pero acreditado con otro nombre; por desgracia Fisher no está, así que aquél, en una decisión un tanto confusa, ofrece el trabajo a Don Sharp, un actor australiano reciclado en cineasta que se ha especializado en documentales y a trabajar en televisión...pero aún más raro es saber que lo hizo tras ver su película "Los Profesionales", interesante y muy desconocida cinta de atracos con pedigrí británico. El pobre Sharp no sabía nada del género de horror y tuvo que hacer un cursillo acelerado, pero quizás era eso lo que necesitaba Hinds: inyectar algo de frescura al proyecto.

Lo más curioso de todo es que esta "El Beso del Vampiro" está construida con los pedazos de "Las Novias de Drácula", que bien se desecharon por falta de presupuesto o diferencia de opiniones; y aunque el esquema se asemeja al del film de Fisher la historia comienza de tal modo que un servidor no pudo evitar recordar a "The Black Cat" (rodada tres décadas antes y con influencias más que apreciables), pero ello será precedido por una secuencia en pleno cementerio donde Sharp hace gala de su destreza para crear atmósferas inquietantes y macabras, haciendo también sus concesiones a un alto nivel de violencia.
El primer personaje en aparecer es Zimmer, a quien conoceremos más tarde, no obstante primero nos centramos en una pareja de luna de miel que se pierde en mitad de un lugar situado entre la nada y ninguna parte de Baviera; pareja que están descritos a la manera mojigata y elegante británica y quienes ya desde el principio llevan la palabra "víctimas" escrita en la frente con letras grandes. Aunque Sharp sepa perfilar muy bien el ambiente de misterio se deja embaucar por el absurdo del guión de Hinds, quien propone introducir a dichos recién casados en la intriga de una forma increíblemente idiota.

Es decir, estos Gerald y Marianne deciden así por las buenas aceptar la invitación de un extraño que mora en un inquietante castillo alejado del resto del pueblo con la buena promesa de que disfrutarán de un banquete gratis; bueno, pues como el horror es un escaparate de fantasía en el cual se debe creer sin cuestionar su lógica, que así sea. Y eso que el dueño, Ravna (genial Noel William en su encarnación "draculesca"), es ya de por sí escalofriante sin la necesidad de presentar a su "familia"; Sharp juega con varios puntos interesantes, como la presentación de los vampiros, aquí dibujados cuales cultos aristócratas capaces de hechizar con su ingenio (el memorable momento de la interpretación al piano, que embelesa a Marianne...).
Mucho después veremos cómo la mitología vampírica también se relaciona con la decadencia social, la desviación sexual, el culto satánico y la supresión de las emociones y el alma humana (igual que en la película de Edgar Ulmer); pero todas estas bazas no sirven demasiado cuando la razón del misterio, que son los vampiros, resulta revelada demasiado pronto por el director (y nada sugerente, sino de manera explícita y gratuita, sin venir a cuento). Esto enlaza con la verdadera presentación de Zimmer (en esa escena donde se cura la mordedura igual que la que protagonizó Helsing en "Las Novias...").

Pero sin duda éste, con el rostro de un también notable Clifford Evans, parece una variante mucho más oscura del personaje (quien por sus métodos, objetivos y carácter sugiere una prefiguración del mismo interpretado por Anthony Hopkins en la futura versión de Coppola, alejándose así del elegante y caballeroso cazavampiros al que diera vida Cushing en la saga). Lo mejor de "El Beso del Vampiro" (además de aprovechar bien la violencia y morbo que brinda el guión, la belleza plástica de los colores gracias a la fotografía de Alan Hume y el diseño artístico y los decorados) es el secuestro de la chica.
Será una pequeña parte de esta historia la cual navega entre la fantasía, la provocación y el delirio, que se conduce por el clima desasosegante y la paranoia psicológica inducida al joven marido, y que mucho la acerca a las intrigas de Lang o Hitchcock, a quien se recordará por el espectacular clímax, que envuelve a una bandada de murciélagos atacando ferozmente a Ravna y sus acólitos (sin embargo "Los Pájaros" aún no se había estrenado cuando este final era el que se iba a utilizar en "Las Novias..."; habría que pensar entonces de dónde surgió la inspiración).

Lo malo es que además de inexplicable también parece inconcluyente, falto de una verdadera resolución y epílogo. No sirve para terminar de redondear este exótico producto, raro de situar incluso dentro de la filmografía vampírica de Hammer.
Más tarde Lee se volvería a colocar el atuendo de su villano en "Príncipe de las Tinieblas", mientras Sharp se acostumbró bien al terror y la ciencia-ficción, demostrándolo en títulos como "Rasputín", "La Escalera de la Locura" o con su incursión en la saga de "La Mosca" dirigiendo la tercera entrega.
Chris Jiménez
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