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Voto de Chris Jiménez:
4
Drama Una jovencita recién casada viaja a Bangkok a reunirse con su marido, un diplomático francés. En el viaje es iniciada al sexo por una hermosa adolescente y guiada por un hombre maduro en los placeres de la carne, y aprende a materializar sus fantasías sexuales más secretas, animada por su esposo. (FILMAFFINITY)
28 de febrero de 2017
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"Hay que creerlo, hay que pensarlo, hay que imaginarlo...eso es el erotismo". La filosofía del desposeimiento de prejuicios morales o conformismo social en búsqueda no sólo del placer emocional o físico, sino de la más plena lucidez espiritual.
Y mientras ella, su piel rosada, su carita de ángel, sus sensuales movimientos, abriéndose paso a un éxtasis sin límites...

Ella es Emmanuelle, la única, sinónimo de la pasión, la liberación, el mito, que aún hierve en lo profundo de la mente de muchos desde su creación hace décadas. Es todo un cuento de inmoralidad, donde una joven nacida en Bangkok en el seno de una familia rica cuya vida dará un vuelco tras poner sus ojos sobre un diplomático francés catorce años mayor durante una fiesta en el prestigioso internado académico LeRosey de Suiza; Marayat Bibidh se casa con él, viajan a Tailandia y se convierten en la pareja más célebre dentro de los entornos burgueses occidentales asentados en el país, sobre todo gracias a su obsesión hedonista y experimentación sexual...
El problema es que ella es una amante (también) del cine, la fotografía y la literatura, y decide expresar su arte por medio una novela en colaboración con su marido que será publicada a través de círculos clandestinos en 1.959, y más o menos relata sus propias experiencias transmutándose en la parisina desinhibida Emmanuelle. Al hacerse legal su distribución a finales de los '60, las ideas y filosofías sobre el erotismo y la liberación carnal/espiritual de Bibidh ya habían calado en lo profundo de la cultura moderna francesa, dando pie a una saga de lo más lucrativa.

Tal vez sin la aceptación popular de la escandalosa "El Último Tango en París" no hubiese sido posible (o más tiempo tendría que haber transcurrido para) ver la luz una adaptación en el cine; por suerte se hizo el milagro, y las mentalidades cambiaron. Yves Rousset-Rouard se percató y fue a explotar el filón de este fenómeno liberal haciéndose con los derechos del libro, cuya dirección entregaría, curiosamente, a un hábil fotógrafo del Vogue y Elle sin experiencia en el 7.º Arte llamado Just Jaeckin, dejando al cineasta y habitual guionista de Truffaut, Jean-Louis Richard, a cargo del libreto.
A la mujer la conocemos preparada para marcharse a Bangkok y reunirse con su nuevo marido Jean (mal disimulo del diplomático Rollet-Andriane) bajo las cálidas luces de un apartamento moderno al más puro estilo francés, un estilo de revista de moda que bien subraya los orígenes de quien está tras la cámara; la modelo de los Países Bajos Sylvia Maria Kristel vio recompensada su derrota ante Maria Schneider en el casting para Bertolucci dando vida, aun por la casualidad más tonta, a la heroína de Bibidh, dispuesta a aventurarse a lugares exóticos y conocer a los personajes más variopintos y curiosos.

En esta Tailandia cambiada por la Guerra de Vietnam, las bases norteamericanas, el constante flujo de extranjeros occidentales, los sangrientos levantamientos populares en exigencia de una democracia y la reciente inflación por la crisis del petróleo es donde Emmanuelle va a parar, pero, ni que decir tiene, dentro de la seguridad y comodidad que le brinda la posición de prestigio de su esposo. Alejada de los barrios más pobres, de los vagabundos y las prostitutas, podrá refugiarse en entornos idílicos, elegantes y sugerentes practicando la afición favorita de los burgueses inmigrantes; y esa es, a falta de un esfuerzo real, el vicio...
Richard respeta la visión decadente, tan corrupta moralmente, tan vaga e irritante, que trataba la autora, a la cual se acercó y perteneció; en este ambiente ostentoso de vestidos caros, falsos oropeles, glamour ajado y valores enterrados entre los gusanos de la vergüenza, las mujeres son unas infieles ninfómanas y los hombres consideran la promiscuidad otro entretenimiento más de sus aletargadas vidas, que intentan avivar, sin ningún éxito verdadero, con alguna que otra tórrida aventura sexual en el jardín de atrás. Un ambiente que contamina a todos cual virus, y tal vez Emmanuelle llegue aquí como otra más del grupo, pero lo hace siendo incapaz de situarse al mismo nivel.

Sus tontos "affairs" no pueden compararse con la depredación de Ariane o la fiera sexualidad de la jovencita Marie-Ange, por ello es considerada poco menos que una ingenua sin sangre para todas sus amistades femeninas que tan bien saben entregarse al sexo sin compromiso, mientras es deseada por unos y otras como si se tratara del próximo jarrón a estrenar. No para un servidor. La figura de Kristel, tan francesa, con su cara aniñada, cuerpo escuálido y pechos pequeños, se halla muy lejos de mi gusto; es hermosa y perfecta para modelar, sí, pero también carente de todo morbo en una historia tan erótica, y ese es un gran inconveniente para encender la libido...
Y más aún por el modo en que la filma Jaeckin, quien no se separa de su acostumbrada técnica fotográfica provocando que los actos sexuales, incluso los más brutos y violentos, resulten artificiales en pantalla, artísticos pero fríos, incapaces de plasmar auténtica pasión, y en última instancia mediocres y tediosos (¿por qué no escogieron a Masumura como director?). Así de tedioso es el desarrollo narrativo, sin una trama a la que aferrarse, sólo siguiendo las experiencias "educativas" de la protagonista, quien va ganando en audacia, liberación e independencia.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Pese a todo, y tras un importante cambio en el Gobierno francés que por fin elimina la censura, los récords se baten a escala nacional en poco tiempo, la polémica leyenda de "Emmanuelle" cruza fronteras y deja su influencia en otras culturas tanto por su erotismo salvaje como por sus ideales modernos.
Así llega otra era al cine, más abierta y provocativa, gracias a una pequeña y mediocre obra en la que en un principio nadie creía y todos detestaban; a Kristel, por su parte, el papel le iría persiguiendo toda su vida, para no abandonarla jamás, pero así lo quiso ella...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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