Respecto a los hechos.
Se afirma que son ciertos y, en efecto, es cierto que Franz fue beatificado, PERO:
1. No tiene sentido alguno que a un recluta desconocido al que se tortura durante años se le monte de pronto un juicio con toda pompa con seis jueces togados ¡en la Alemania nazi!
2. La beatificación. Incomprensible. ¿A quien hizo bien la postura de Franz? Desde luego a su modesta y no pequeña familia, no. Es incomparable con el caso de San (este sí) Maximilian Kolbe que se ofreció a morir (y de hambre) por otro prisionero en Auschwitz. El caso de Franz es más de cerrilismo que de santidad, ya que le ofrecen, incluso y sorprendentemente, un puesto de sanitario que él rechaza. Y todo por no jurar fidelidad... pues se cruzan los dedos y ya está.
Bien retratado o no, el personaje pasa de angelical a cargante y antipático.
La película.
Demasiado larga y demasiado lenta, con repetición continua de paisajes maravillosos, eso sí, que llega a ser cansina.
Tampoco resulta muy creíble que a Franz no le crezca el pelo ni la barba en dos años de prisión horrorosa. ¿Es que los prisioneros se afeitaban entre sí? Porque no creo que lo hiciesen los guardianes.
En fin, me parece que se obtiene un resultado distinto al deseado.