Una gran película, entre las mejores, y las hay muy buenas, que retratan el mundo del boxeo en su época de mayor auge, los años treinta, cuarenta y cincuenta. Un John Garfield estelar, acompañado de forma magnífica por la gran Lilli Palmer, es dirigido por Rossen en una película de guionistas, con diálogos dignos del mejor cine negro, ágiles, violentos, hirientes.

La fotografía y la puesta en escena nos llevan al expresionismo alemán, con un blanco y negro en el que los juegos de sombra enriquecen cada encuadre, cada escena.

La película está narrada a través de un largo flash back y se sustenta, además de esos diálogos asombrosos, en una puesta en escena magnífica, algo recurrente en el cine de Rossen.

Es una película imprescindible, todo un clásico del género negro, del drama de los cuarenta y una descripción del turbio mundo en el que se movía en boxeo de la época.