Cuando se intenta cambiar la personalidad aún moldeable de un adolescente y cuando ese cambio afecta a su ideología, a su forma de pensar, a su sexualidad, las maneras de hacerlo nunca son legítimas. No dejar desarrollarse a una mente que está justo en ese momento de floración es perverso.

Cuando la religión se convierte en secta, se aleja tanto de Dios, de cualquier dios, que pasa a ser un arma de agresión, no de consuelo.

Esta película nos cuenta esto, la forma perversa que tienen algunos grupos religiosos de intentar encauzar la sexualidad de los jóvenes, juzgándolos y señalándoles cuál es el camino correcto. Terrible.

Esta película es, ante todo, un canto a la libertad sexual y, además, está tan bien interpretada, en especial por Chlöe Grace y por Sasha Laen, realidades ya del panorama de actrices del momento, que se puede ver sin temor a ser una más de esas películas que pretender subirse al carro de la libertad LGTB y demás.

Merece la pena verla, sin duda. Cine independiente y de calidad.