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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Drama El rodaje de una película en la pequeña localidad kurdo-iraní de Siah Dareh provocará una pequeña revolución entre los habitantes del pueblo, convencidos de que los miembros del rodaje son en realidad buscadores de un tesoro que se halla en el cementerio local. (FILMAFFINITY)
19 de abril de 2013
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es un pueblo de casas bastante blancas, pero sus moradores lo siguen llamando, como sus antepasados: El Valle Negro. Las construcciones son tan humildes como sus ocupantes, pero se respira allí un ambiente de paz, camaradería y solidaridad que apenas, ocasionalmente, se ve interrumpido por una discusión de pareja, una enfermedad o un accidente.

Hasta, El Valle Negro, han llegado tres hombres que tienen como tarea hacer un reportaje fílmico sobre el funeral de una señora que, al parecer, se encuentra en grave estado de salud. Pero mientras esperan que el deceso ocurra, el ingeniero Behzad establece una interesante relación con un inteligente y muy bien enterado chico, llamado Farzad, y con él, y con otros incidentales habitantes de aquel lejano pueblo, irá conociendo su compromiso con la vida, con sus congéneres y con el amor.

Con ese habitual minimalismo que caracteriza su cine, el director iraní, Abbas Kiarostami, se impone aquí el extremo, hasta el punto de utilizar muchas voces en off para ahorrarse actores y evitar repeticiones, haciendo muchas tomas en plano general para poder suplir con el doblaje las dificultades que pudieran tener sus actores naturales, y sirviéndose de muy pocos escenarios para desarrollar la historia. En, <<EL VIENTO NOS LLEVARÁ>>, todo ésto va causando cierto agotamiento, porque se cae mucho en lo reiterativo sin mayor sustancia; fatigan esas repetidas salidas en coche en busca de una colina para poder obtener una señal telefónica (aunque dejan muy bien plantada la crítica a las comunicaciones); y resultan muy monótonas las conversaciones siempre caminando con los actores casi en tomas de teleobjetivo o también en coche donde apenas vemos (las más de las veces) el rostro del ingeniero, un personaje que, por otro lado, resulta muy poco carismático.

Kiarostami, logra de nuevo su particular homenaje a la tierra (naturaleza plena, paisajes inspiradores y relajantes, animales muy activos y útiles en su relación con el hombre…) y, de ésta manera, persiste en que aquí todo está bastante bien y que no hay muchos motivos para andar interesándose en el más allá. Queda también muy bien plasmada la calidad de su gente, y sin mayores alegatos contra el olvido en que les pudiera tener el Estado (la escasez de fármacos -que no es tan malo si bien sabe verse-, y la ausencia de medios de comunicación que, a la gente no le preocupa para nada, porque nada reclaman del mundo exterior y tienen además harto tiempo para las relaciones interpersonales), muestra que es viable allí la sobrevivencia, pues, abundan los ancianos... y ni siquiera la señora que les permitiría cumplir con su trabajo, da muestras de querer emprender el largo viaje.

De notable belleza el poema de la escritora iraní, Forough Farrokhzad, que da el título a la película:
“Si algún día pudieras venir a mi casa
Tú, que eres tan amable
Tráeme una lámpara y una ventana
Por la que pueda ver a la gente
Que puebla la alegre calle”…
Luis Guillermo Cardona
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