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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Aventuras. Acción En tan sólo veinticuatro horas, tres agentes del servicio secreto británico que investigaban una red de tráfico de drogas aparecen asesinados en extrañas circunstancias. Todas las pistas conducen a Mister Big y a un diplomático llamado Katanga. El agente 007, James Bond, es enviado a Nueva York para investigar al enigmático personaje. (FILMAFFINITY)
18 de noviembre de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ante el buen recibimiento que obtuvo su primera novela “Casino Royale”, el escritor Ian Fleming -quien seguía llevando una vida de mucho solaz en Jamaica-, se puso de inmediato en la tarea de adelantar una segunda novela a la que tituló “Live and let die” (Vive y deja morir), la cual fue acogida por los editores de inmediato y publicada en abril de 1954. La historia hace referencia a una nueva misión del agente OO7 - encomendada por M -, en la que deberá investigar la muerte casi simultánea de tres de sus agentes en distintos lugares, hecho en el que parece estar involucrado un peligroso delincuente conocido como Mr. Big, quien tiene su base de operaciones en San Monique, un territorio del Caribe que pareciera estar convertido en un gran cultivo de heroína y cuyos planes trascienden –como por variar- hasta los Estados Unidos de Norteamérica.

Desde que Albert R. Broccoli y Harry Saltzman (Eon Productions) iniciaran, en 1961, su fructífera serie de James Bond, su elección de las novelas de Ian Fleming fue a capricho, pensando tan solo en la que mejor podría pegar, y por esta razón, “VIVE Y DEJA MORIR”, vino a ser la octava película y la primera en la que, Roger Moore (mundialmente conocido y apreciado por la serie televisiva “El santo”), se ponía en la piel del celebrado agente OO7, con licencia para matar.

La dirección le fue encargada por tercera vez a Guy Hamilton (“Goldfinger”, “Diamonds are forever”), el guión fue puesto en manos de Tom Mankiewicz (el hijo del siempre recordado director Joseph L. Mankiewicz), y con la adorable, Jane Seymour, como Solitaire, la gran sacerdotisa y Yaphet Kotto como Kananga, el resultado es un entretenido filme en el que Roger Moore decide gozarse el personaje a la manera de El santo... y lo que terminamos viendo es una comedia de aventuras donde todo se toma a broma aún en los momentos más cruciales de la historia.

Así, “VIVE Y DEJA MORIR” impone al cuento de Fleming un tono informal y casi de parodia (muy al estilo de los cómics que se hacían en los periódicos con estas novelas), resultando una suerte de anticipo de lo que luego serían los filmes que, el estupendo Rowan Atkinson, haría como “Johnny English”. La diferencia importante es que Bond siempre es astuto y atinado… e English es un tonto re-que-te-ton-to que termina ganando de pura chiripa. Escenas memorables: El funeral en Nueva Orleans, la clase de aviación, la redada de los cocodrilos...

Rodado, en gran parte, en Jamaica para complacencia de Fleming, para el filme se llamó a otros recordados actores como David Hedison (Felix Leiter), a quien los mayorcitos recordamos por la serie televisiva “Viaje al fondo del mar”; Clifton James (“On the waterfront”, “The chase”, “Cool hand Luke”…) quien tiene a su cargo al “popeyudo” sheriff Peeper y Gloria Hendry (Rosie Carver) la famosa y sensual modelo quien fuera conejita del celebérrimo Club Playboy.

“VIVE Y DEJA MORIR” es la suerte de filme hecho como entretenimiento. Puro y desenfadado entretenimiento. Y eso también se agradece.
Luis Guillermo Cardona
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