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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Western Un forastero investiga quién mató a su amigo Enrique Mora para robarle 200 mil pesos. El ranchero Juan Valverde, supuesto asesino de su amigo, es obligado por el villano Romano Martínez a firmar un pagaré para darle protección. Maria Rosa, esposa de Juan, le revela a Gastón que fue su hija Esthercita quien mato a Enrique, pero Gastón llegará a los verdaderos asesinos. (FILMAFFINITY)
30 de octubre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gastón, sale de la casa de su madrina dispuesto a hacer justicia, porque a su gran amigo, Enrique Mora, lo asesinaron cobardemente. Él tiene muy bien grabadas las últimas palabras que su amigo dijo ante testigos: “El que me mató fue Juan Valverde”… y ahora llega a un pueblo llamado, Monte Cristo, dispuesto a encontrar a su asesino… pero los hechos no son tan claros como parecía y Gastón va a encontrarse con una serie de incidentes inimaginables que tendrá que aclarar.

La trama de, <<UNA BALA ES MI TESTIGO>>, resulta bastante interesante porque ilustra muy bien cómo una grave acusación puede pesar sobre un hombre durante mucho tiempo, y ser víctima de vejámenes y sufrimientos… hasta que, por fin, llega ese enviado del destino que traerá luz donde ahora solo hay tinieblas y pesadumbre. Por otra parte, la historia escrita por Ramón Obón, da cuenta de la importancia de la unión familiar y de lo necesarios que son los amigos en momentos de dificultades.

El director, Chano Urueta, consigue mantener el interés en su película creando un buen ambiente con una fotografía en tonos que se asemejan a los de ciertos westerns hollywoodenses de los años ’50. Las locaciones resultan también muy ajustadas, y el argumento es admirablemente fluido, logrando mantener el interés durante todo el tiempo, ya que los hechos adquieren ciertos giros que, además de resultar muy interesantes, consiguen que la trama no resulte para nada predecible.

Con la sentencia de María Rosa: “Las leyes a veces son muy extrañas y en el campo les tenemos miedo”, se sustenta la razón (muy común en los países latinoamericanos) del velo que la gente de campo se ve obligada a poner sobre ciertos hechos, porque saben que, con demasiada frecuencia, las leyes no se aplican para hacer justicia sino para favorecer a los más “poderosos”.

Gastón Santos, actor al que también admiré cuando lo veía de niño en los matinales de los domingos (“El Pantano de las Ánimas”, “Los Diablos del Terror”, “El Silencioso”…), resulta muy convincente con su rostro adolescente y con su figura menuda al estilo de Audie Murphy, quien también compensaba lo que le faltaba de estatura con una presencia varonil y un valor con criterios de justicia a toda prueba. Rita Macedo, notable y muy guapa actriz mexicana que apareciera en medio centenar de películas, entre ellas varias con Luis Buñuel, y de quien se dice que se suicidó, el 6 de diciembre de 1993, al enterarse de que tenía cáncer, es aquí la esposa abnegada dispuesta a proteger la vida de su esposo y a garantizar que su pequeña hija pueda conservar su inocencia. Jaime Fernández, actor muy versátil que cargara con el rol de malo-malote en un gran número de películas, y quien también estuviera a las órdenes de Buñuel en, “Robinson Crusoe” y en, “El Río y la Muerte”, es ahora ‘el amo de la región’ y hará cuanto pueda para sacar del paso al “fuereño” que viene en plan de entrometerse en sus dominios.

Mauricio Garcés y Pedro D’Aguillón, complementan el reparto de este agradable western mexicano que, después de 60 años de haber sido realizado, sigue luciendo bastante bien… y ahora que he vuelto a verlo, me he sentido casi tan a gusto como cuando lo vi siendo todavía un niño.
Luis Guillermo Cardona
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