Esta película está dividida en cuatro OVAs, narrando la historia de Kenshin desde que es un niño hasta que decide no volver a matar, pasando lógicamente por su etapa como Battosai el carnicero.
Está marcada por un dibujo distinto del de la serie, mucho más sobrio y épico, adecuado para narrar esta historia con el minimalismo que merece. La pega es que, al reflejar los rasgos japoneses de los personajes, al principio los personajes se confunden mucho. En cuanto a la música, simplemente es muy buena, al igual que la de la serie, conformando otro elemento de sobriedad, que se complementa con la sutileza de los diálogos para potenciar el elemento unificador de las seis OVAs (estas 4 más las otras 2): el simbolismo.

Está claro que hay muchos fans de esta y otras series de anime que aprecian mucho más las batallas que las historias o los sentimientos. Si eres de esos, sin duda te gustarán las dos primeras OVAs, las correspondientes a la época militar activa de Kenshin. Tiene el pero ya comentado de que se confunden algunos personajes, pero si nos fijamos sólo en Kenshin, podemos apreciar una historia que tendría un paralelismo claro en la actualidad: la de un joven idealista que parte de unas ideas incuestionablemente pacíficas y positivas, pero que cuyo entorno (en este caso la guerra civil, pero en la actualidad podría ser algún político radical de poca monta) lo lleva a radicalizarse y lo fideliza hasta el punto de convertirlo en un arma que prácticamente no tiene sentimientos, aunque progresivamente va planteándose sus convicciones y lo que está haciendo actualmente, lo cual le hace entrar en razón.

Para la gente que, como yo, aprecia más otras cosas que la sangre gratuita, están las OVAs 3 y 4. Básicamente, se trata de un retiro de Kenshin en el campo, acompañado casualmente de una mujer, Tomoe. En él se repondrá de su sanguinaria etapa anterior mediante el descanso, la paz interior, el amor a la vida e incluso un poco de afecto.
Es ejemplar cómo se sobrepone a la rutina del labriego y a la incertidumbre de su situación fijándose en las pequeñas cosas, apreciando cada detalle. Tomoe también está experimentando lo mismo, lo que hace de los diálogos un monumento a la sutileza.
Esta parte nos muestra las relaciones hombre-mujer de la época (s. XIX), en cuanto al respeto mutuo, el trabajo compartido en el campo, etc. Es un acto de valentía mostrar las cosas como eran (se supone que algo suavizadas) dado que al ser el hombre el protagonista, podría parecer machista o políticamente incorrecto.
En general, esta parte está llena de sensaciones que si las captas son muy bellas, aunque a nuestro protagonista le perseguirán siempre los fantasmas del pasado, haciendo que su felicidad nunca vaya a ser incompleta.