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Voto de Natxo Borràs:
7
Drama. Romance Una mañana de invierno un maduro norteamericano y una joven muchacha parisina se encuentran casualmente mientras visitan un piso de alquiler en París. La pasión se apodera de ellos y mantienen relaciones sexuales en el piso vacío. Cuando abandonan el edificio, ambos se ponen de acuerdo para volver a encontrarse allí, en soledad, sin preguntarse ni siquiera sus nombres. (FILMAFFINITY)
9 de agosto de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Afortunadamente ya no hace falta ir a Perpignan para revisitar uno de los grandes films-tabúes de la Historia del Cine que, junto con la japonesa “El Imperio de los Sentidos” (Ai No Corrida, 1976) de Nagisa Oshima causó revuelo (hoy en día no se comprenderían) y ansiosas colas en las taquillas para verificar si realmente las pasiones humanas en la ficción del celuloide requerían de ingredientes fuertes, romanticismo oculto pero no falso, aunque siempre naufragando en mares de amargura, y autodestrucción para finalizar a un estado de leve calma basado libremente en el sexo. Así que apodar “film erótico” es quedarse corto. Y lo llamaron como excusa “Arte y Ensayo”.

Grandes directores como Pier Paolo Pasolini (las Mil y una Noches), Federico Fellini (Casanova); no tan grandes como Liliana Cavani (Portero de Noche) y mediocres de la talla de Just Jaeckin (Historia de O) estuvieron al filo de la polémica. Como el caso de los italianos, alcanzaron, a excepción de la Cavani, el grado de directores de culto.

Bertolucci se fue a la vecina Francia para retratar, junto con la fotografía sublime del gran Vittorio Storaro, lo que podía haber sido unas imágenes más de la romántica, bobalicona y risueña capital francesa. Adquiere importancia solo con el título sugerido porque nada más empezar se abre el telón con en el parangón final (brillante contrapicado de presentación de Marlon Brando) de un hombre al borde de su precipicio personal y moral, cuya identidad sabemos que es norteamericano y que lleva dos décadas viviendo entre “bistrots”, burdeles, hoteluchos de mala muerte, de los cuales regenta uno tras la muerte de su esposa por suicidio…

Poco vamos a ver la Torre Eiffel aunque el enorme y vacío apartamento que ha alquilado a la vez con la desconocida e ingenua Jeanne (Maria Schneider), objeto de deseo de su novio, Tom (Jean-Pierre Leaud, el niño de “Les Quatre-cents coups” de Truffaut) un director de cine amante del frenesí y del amor propio de su ego mayúsculo…

El aislamiento y la desinformación sobre sus vidas se convertirán para ese hombre de mediana y la chica en su vacio mutuo encubierto por unas despojadas reglas, sin preocuparse el uno del otro,… Hasta el último baile.
Natxo Borràs
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