El Babadook aparece sin pena ni gloria, bueno, con pena sí. El Babadook no da ningún tipo de miedo o terror, la aparición del padre del niño carece de sentido más allá de ser una alucinación hipnogógica, los efectos especiales están demasiado quemados, incluso hay un momento en el que la mujer hace un Matrix echando todo su cuerpo hacia atrás para esquivar una fuerza invisible, válgame Dios. El colmo de males aparece en la solución al conflicto: el niño acaba atando a su madre en el sótano de una forma increíble, más para un niño de esa edad, pero se le perdona al ser una especie de genio incomprendido por el entorno. El caso es que una vez ahí, a base de palabras bonitas y el amor por su madre, el aprendiz de mago exorciza a esa mujer que vomita, literalmente, el mal. Los ojos recuperan el color original y el rostro se vuelve afable y fin. El Babadook pasa a ser un inquilino del sótano que debe ser alimentado de lombrices. Con todo, me queda la duda de si es asesinada la señora anciana que vive en la casa de al lado, que aparece en forma de corta puntos porque la madre está a un paso de cometer el infanticidio que anticipa el advenimiento mágico del libro de Babadook. En cualquier caso la película es lamentable. Si algún amigo me la hubiese recomendado, emprendería el cese indefinido de nuestra amistad, porque hay que tener poca vergüenza para hacer perder el tiempo de las personas con la excusa de ver una película de terror porque no es así. ¿Es entretenida? Tampoco. Es bastante lenta, lo que se agradece en este género si de verdad viene algo terrorífico después, pero aquí no. Con ocho años recién cumplidos se me haría complicado dormir, pero es que los últimos minutos de la película me transportaron a Scary Movie. Lo único bueno de la película es que el niño no aparece casi nunca en los planos que puedieran causarle un trauma (caras desencajadas, gritos, etc.) , lo cual es un detalle por parte de la directora. Mi calificación es de un 1, y es muchísimo más de lo que se merece.