Encerrar a dos personajes con un misterio de por medio excita las mentes criminales de guionistas y espectadores. La argucia de hacerlo en un único espacio físico es tan arriesgado como una narrativa basada en flashbacks que más que aclarar, en ocasiones embrollan lo que se habla en el escenario principal. "Contratiempo " juega a lo segundo y el resultado es desigual pero un juguete entretenido. Apuesta por el artificio y sale bien parado, sin más. A destacar como Ana Wagener se come a Mario Casas.