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Voto de Pepe Alfaro:
7
5,4
3 993
Animación. Comedia. Aventuras. Infantil En “Río 2", Blu, Perla y sus tres hijos llevan una vida perfecta. Cuando Perla decide que los niños tienen que aprender a vivir como auténticas aves, insiste en que la familia se aventure a viajar al Amazonas. Mientras Blu trata de encajar con sus nuevos vecinos, le preocupa la posibilidad de perder a Perla y a los chicos ante la llamada de la selva. (FILMAFFINITY)
29 de septiembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hace tantos años el cine de animación conformaba una porción mínima entre la avalancha de estrenos que cada temporada llegaba a las pantallas, tanto a nuestro país como al resto de este cada vez más globalizado mundo. Además, aquella pequeña parte del pastel estaba reservada en exclusiva para las periódicas entregas procedentes de la factoría creada por una especie demiurgo llamado Walt Disney, que había dejado un influyente legado casi intratable.
El imparable desarrollo de las técnicas de animación digital ha provocado una eclosión de artistas, muchos de ellos surgidos de los estudios Disney, que conformaron pequeñas compañías cuyo éxito, a su vez, ocasionó que fueran fagocitadas por la gran industria, nunca dispuesta a compartir su monopolio industrial. Este fue el periplo de Blue Sky Studios, adquiridos por la Fox en el año 1997, y que le ha reportado incontestables éxitos como La Edad de Hielo, Robots y Río. Detrás de todos estos títulos figura un genio de origen brasileño llamado Carlos Saldanha, verdadero taumaturgo en la plasmación fílmica de los sueños y las fantasías más alucinantes e imaginativas.
El incontestable éxito de la historia de un guacamayo azul que se cree el último de su especie le permitió regresar a sus orígenes brasileños, hasta Río de Janeiro. Y de ahí a la selva amazónica en esta segunda entrega titulada miméticamente Río 2. El gran acierto de Saldanha consiste en articular un cuento pleno de colorido y ritmo con un virtuosismo narrativo al servicio de una historia no exenta de tópicos argumentales que se quedan en segundo plano. Es difícil sustraerse a las temáticas ecologistas (simplistas) más trilladas cuando se trata de la selva amazónica, y los personajes humanos son precisamente los que resultan menos sugerentes, pero el resto de fauna pajarera, por otra parte ejemplares reconocibles del carácter de las personas, destilan imaginación a raudales. Asimismo, la selva se transforma en un protagonista fascinante, monumental y de singular belleza para colorear la pantalla.
Aparte de la historia, los personajes, la riqueza visual y el ritmo narrativo, el otro pilar que sustenta y envuelve de manera relucida la segunda entrega de Río es la ambientación musical. Desde la primera escena, ambientada la fiesta de Nochevieja en Copacabana, el barrio más famoso de Rio de Janeiro, los ritmos tropicales, servidos por los compases de John Powell (quien repite tras el Óscar por la partitura de la primera entrega), Sergio Mendes y Carlinhos Brown, atrapan inevitablemente a los espectadores en un limbo de imágenes y sonido, donde no faltan las referencias más populares, como esa simpática versión del éxito I will survive, que popularizara la gran Gloria Gaynor hace treinta y cinco años. La música se completa con unas vertiginosas coreografías que beben indisimuladamente en las fuentes más clásicas del gran musical, precisamente en los orígenes del primer coreógrafo recordado por el público, Busby Berkeley, creador de unos efectos caleidoscópicos que en su momento supusieron un avance que sólo buscaba el efecto visual en la retina del espectador. Una recomendación: si es posible no dejen de ver la película en 3D; en este caso, está más que justificado recrearse en unos efectos tridimensionales convenientemente plasmados, el único peligro (virtual) es que algún pájaro picudo pueda sacarnos un ojo.
Finalmente, se hace necesario romper una lanza a favor del cine de animación, donde últimamente parece haberse refugiado la mayor parte del genio narrativo de la industria de Hollywood, debido a las ilimitadas posibilidades de un género que atraviesa el mejor momento de su historia. Debemos superar los prejuicios y las etiquetas de “cine infantil” o “cine familiar” que en demasiadas ocasiones adherimos a este tipo de películas, y que un tanto injustamente condicionan la posibilidad de disfrutar de una historia por encima de cualquier formulismo simplista. No en vano, la animación anida masivamente en todas las películas de acción repletas de superficiales escenas creadas por la división de efectos especiales. ¡Puro cine de dibujos animados!
Pepe Alfaro
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