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Voto de Pepe Alfaro:
8
Thriller. Drama Biopic sobre el matemático británico Alan Turing, famoso por haber descifrado los códigos secretos nazis contenidos en la máquina Enigma, lo cual determinó el devenir de la II Guerra Mundial (1939-1945) en favor de los Aliados. Lejos de ser admirado como un héroe, Turing fue acusado y juzgado por su condición de homosexual en 1952. (FILMAFFINITY)
29 de septiembre de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
De la obra noruega del director Morten Tyldum solo nos ha llegado su última película, Headhunters (2011), una atrevida y cínica actualización de los personajes y códigos narrativos del cine negro o film noir, interesante e imaginativa propuesta que alcanzaba momentos de esencia clásica, a pesar de algún exceso inverosímil en la vertiginosa composición de la trama.
Su capacidad y solvencia con la cámara le han abierto las puertas a una proyección internacional hasta la industria norteamericana, con una parada en el cine británico para realizar un biopic (película biográfica) sobre un personaje hasta la fecha desconocido llamado Alan Turing. The imitation game (descifrando Enigma) cuenta con un extraordinario guion firmado por Graham Moore (que a su vez se basa en la biografía escrita por Andrew Hodges), pero es la realización de Tyldum la que completa un film que se sobrepone al aura hagiográfico que suele sazonar los biopics de personajes extraordinarios. Desde la primera entrevista de Turing con el Comandante Denniston (Charles Dance) queda patente la personalidad de una mente privilegiada ensombrecida por un carácter engreído y falto de empatía, una fluctuación dual magníficamente comunicada por Benedict Cumberbatch (Gran Bretaña 1976), cuya impecable interpretación sustenta otro de los pilares de este espléndido film.
La película se centra en tres etapas de la vida de Turing ligadas a través de un montaje de interconexiones temporales y emocionales; desde su juventud en el colegio a finales de los años veinte hasta la defenestración y el linchamiento moral que puso fin a su dignidad y a su vida por su condición sexual. El bloque principal se centra en los años de la segunda guerra mundial, cuyas imágenes de bombardeos adquieren un tono casi onírico en contraste con la cotidianidad de unos personajes encerrados en el frenético trabajo por desentrañar el “indescifrable” código de comunicaciones nazi, lo que al final supuso un acortamiento del sufrimiento y un ahorro de vidas por el que Turing no recibió ningún reconocimiento; por no hablar del primer paso en el desarrollo de las “máquinas inteligentes” que hoy llamamos ordenadores.
Bien es cierto que el director utiliza elementos cercanos al melodrama (el sacrificio del hermano de un miembro de equipo) y al folletín (la predisposición de la chica a un matrimonio de compañía por puro amor) para dar continuidad a la trama manteniendo intacta la atención del espectador, lo que por otra parte facilita la accesible digestión de una historia con un final sombrío pero optimista, aunque con excesivo retraso.
Entre la numerosísima nómina de directores jóvenes que cada día presentan sus películas, deberemos prestar especial atención al nombre de Morten Tyldum, esperando que sus buenas maneras y sus prometedores atributos cinematográficos no acaben totalmente fagocitadas por el brillo de los dólares americanos que ya financian sus próximos trabajos.
Pepe Alfaro
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