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España España · BARCELONA
Voto de MiquelC:
2
Serie de TV. Thriller. Fantástico. Terror Serie de TV (2023). Segunda temporada. 8 episodios. Tras los eventos de la primera temporada, la mayor parte de los habitantes del pueblo de Pedraza (Segovia) están encerrados en un psiquiátrico. Elena (Megan Montaner) yace en coma, en una oscura cama de hospital. Paco (Miguel Ángel Silvestre), destrozado por los remordimientos, intenta cuidar de ella, pero no es fácil.

Cancelada tras su segunda temporada.
27 de diciembre de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una verdad absoluta, indiscutible, en la segunda temporada de “30 monedas” de Álex de la Iglesia: nos hace hablar de lo infernal.

Pero veamos qué es eso de INFERNAL según nuestro amigo DRAE -que no Drácula: no se emocionen-.

En la primera definición, adjetiva, que nos ofrece nos cuenta que es lo “perteneciente o relativo al infierno”. Aquí, tanto los acólitos “gentiles” del director como los que no lo son estaremos de acuerdo que señala el tema, al meollo argumental: hay curas, también una estampa infernal con guiños a lo Hellraiser, una jerarquía eclesiástica que vive en la opulencia y la rivalidad, alusiones directas a la maldad y la corrupción bajo la forma del objeto deseado, las 30 monedas, el ángel caído en persona. y un empresario muy woke que los supera a todos.

Hasta aquí, todo bien. El problema es que el camino de esta serie no se transita muy tranquilo, no hay alegorías, ni sugerencias, ni sutiles referencias de enigmas que intranquilicen el espíritu para descubrir el clímax del misterio, ni nada...de historia.

Ese “ni NADA”, se ahoga en las siguientes entradas de la DRAE:

“Muy malo, dañoso o perjudicial en su línea” ¿Pero qué línea es esa?: la de la ficción en formato televisivo, cuando se torna enjundia grosera, sin guion, “sin ton ni son” -que al caso es lo mismo-, que interese más allá de los efectos especiales, visuales y onomatopéyicos que trillan la historia. Una grosería visual sinsentido que hace sentir vergüenza ajena y, en contraste, admiración por aquellos esforzados realizadores ochenteros de serie B que sí se tomaron la molestia, y el tiempo, de presentar, escasos de recursos, heroicas producciones que hoy son veneradas por los que gustamos del cine de terror y fantástico, con o sin sangre. De eso, aquí, escribiendo de Iglesias, de la Iglesia no llega ni a aspirante de monaguillo.

Porque no todo vale, más cuando uno tiene mucha pasta para dirigir y presentarnos algo chulo y bien hecho, por muy desmadrado y gore que esto esté; porque la alegoría no puede ser sustituida por la burda aliteración de voces balbuceantes, ni por la anáfora sistémica en diálogos caprichosos que no llevan a NADA, todo trufado de persecuciones a lo Benny Hill.

Ese "nada" de Álex de la Iglesia me lleva directo, como un escupitajo al ojo, a la última entrada de la Real Academia, en su forma más coloquial: “Que causa sumo disgusto o enfado”. El ruido infernal.

No me ha gustado nada. Me parece un despropósito de mal gusto y desde luego tiene mucho en común con el Azatoth de Cthulhu: una serie que roe, gime y babea en el centro de la basura universal televisiva.

Ni de coña caigo en una tercera temporada, para entonces, parece ser, dimensional.
MiquelC
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