Una bomba sónica la nueva producción de Tarantino.
Django desencadenado tiene la fuerza de un esclavo y arrastra la trama a tracción a sangre.

El casting es para sacarse el sombrero, aunque C. Waltz primero y Di Caprio después se roban todas las miradas.

El guión es sobredimensionado como siempre en la vida de Quentin, lo cual, para los que lo seguimos contra viento y marea, no es más que una panzada increíble de cine.

Todo es enorme, potente y desmesurado, y va dejando víctimas en el camino.

El esclavo que quiere recuperar lo que queda de su familia decide aceptar una invitación de un cazarecompensas que lo encadena y le da libertad (no literalmente hablando) por partes iguales.

El resto es Tarantino puro, sin aditivos, ni edulcorantes.

Sin alcanzar los prodigiosos niveles de Bastardos sin Gloria, y sin utilizar la parcial sutileza de ese film, Django Desencadenado le da a los fanáticos y no tanto de Tarantino una bestial y impactante muestra de pasión.

Bienvenido sea este cine marca registrada, que aún en su desmesura, impacta de muchas maneras.