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España España · Breña Baja
Voto de burrito:
7
Western Cuando Johny (Peter Lee Lawrence) era pequeño, vio cómo un oficial del ejército mataba a su padre, que era un desertor. A continuación huyó y fue acogido por un granjero (José Bódalo) que lo trató como a un hijo. Pasaron los años, y Johny se convierte en un pistolero que se dedica a matar soldados. Hasta que el ejército decide mandar tras él al violento teniente Garrringo (Anthony Steffen). Ahora, su padre adoptivo es el sheriff del pueblo. (FILMAFFINITY)  [+]
28 de octubre de 2018
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Coproducción hispano-italiana del año 1969, rodada en exteriores en España y los interiores en Italia. Fue estrenada en nuestro país con 3 años de retraso.
Constituye todo un ejemplo de cómo a base de talento se pueden suplir carencias tales como un bajísimo presupuesto -en una época en la que no había subvenciones y no era precisamente barato el pagar a los extras para que se dejaran caer "con realismo" desde la altura de un caballo-, aunque sin llegar a la excelencia de las mejores películas de su hermano Joaquín (aquí haciendo labores de guionista).

La cinta se abre de una forma muy original, difuminando los contornos de todo el encuadre para ilustrar al espectador que lo que está pasando ante sus ojos es un recuerdo del personaje de Johnny, al cual vemos siendo un niño, desde el trágico suceso de la muerte de su padre, pasando por su adopción por el "tío Klaus" y su fascinación por las armas y la violencia. Este flashback inicial finaliza con un magistral fundido encadenado, realizado a través de un mismo movimiento circular de los actores en el plano, de factura coreográfica, que sirve para engarzar el pasado con el presente y culmina con la primera visita de un solvente Peter Lee Lawrence a la tumba de su progenitor (cerrándose ahí definitivamente el círculo, y emparentando de esa guisa este título con la grandiosa "El sabor de la venganza", en la que Gloria Milland iba a visitar también de forma recurrente la lápida de su difunto marido).

Los disparos en las manos que sufre Johnny, es el otro detalle que conectará esta cinta del mediano de los Romero Marchent con la obra maestra del primogénito de la familia -"Antes llega la muerte"-, en la que el afectado era Robert Hundar.

El plano en el que vemos a Johnny atando por los pies a un militar y colgándolo de un árbol boca abajo, transmite perfectamente el grado de locura del mismo, mediante un movimiento pendular de cámara que es el fiel reflejo de su desequilibrada mente.

Para dar vida a Garringo se contó con la participación del actor Anthony Steffen, que no ha dejado de recordarme en ningún momento a Clint Eastwood (solamente le faltaba llevar el poncho puesto). La manera en que tiene de refrescar la memoria de las personas sometidas a sus interrogatorios, es también de lo más ingeniosa, ya que el expeditivo teniente lo hace aplicando la literalidad del término -secuencias de la palangana y de la inmersión en el río-.

Hay varios contrapicados muy bien facturados, repitiéndose en todos ellos la misma colocación de los actores, con los buenos o en una posición de debilidad siempre en un plano inferior, remarcando así la sensación de amenaza.

La campana de la Iglesia del pueblo es la prueba del nueve de la buena conciencia de los personajes, no siendo casual que quienes disparen contra ella sean exclusivamente los malvados -que no han entendido lo que de verdad representa, que es la voz del Señor Celestial-.
El Sheriff Klaus (interpretado por José Bódalo) es el máximo exponente de moralidad, culpabilizándose de los derroteros por los que camina su vástago -en base a la educación que le proporcionó- y a quien no le temblará el pulso a la hora de detenerlo. En la secuencia previa a esto último, el director nos muestra el lado bueno de este hijo pródigo, a modo de preparación para que no ofrezca ninguna resistencia; para ello sitúa eficazmente a la chica que ama dentro de esa secuencia, y una mirada de este a ella fuera de plano será lo que nos anticipe su inmediato encarcelamiento.
Aunque en un papel bastante más liso, Garringo también posee algunas aristas sobre esa fachada de aparente brutalidad, que funcionarán de enlace con la causa por la cual estaba recluído en el Ejército. Así veremos, a través de sus ojos vidriosos, que en realidad no disfruta con la muerte, cuando dispara a uno de los miembros de la banda de su rival en el río.

El realizador madrileño es compasivo con ambos y les evita el mal trago de tener que ser los verdugos, pasando ese testigo a manos de unos villanos en una secuencia de enorme patetismo por parte de ese eterno Peter Pan.

Todas la peleas están muy bien filmadas y desprenden una gran fisicidad, nada que ver con las de los filmes de Budd Spencer y Terence Hill. Y es espectacular lo rápido que disparan en cada uno de los duelos (gran trabajo del elenco actoral en esta tarea).

En el lado cómico hay 2 divertidas secuencias, la de la colonia y la de la mudanza, insertadas con habilidad siguiendo el más puro estilo fordiano.

En cuanto a la partitura musical, aunque la melodía peca de ser un poco repetitiva, contiene un tema principal absolutamente pegadizo que salva los muebles de manera holgada en ese apartado.

Pero no estamos ni mucho menos ante una película perfecta y hay diversos aspectos negativos que lastran el resultado final, como el escaso desarrollo de las dos historias de amor, especialmente la de Garringo con Julie -la de Johnny con la hija del doctor está algo más trabajada, pero Maria Salerno es una chica muy sosita-, o el uso de algunos zooms típicos de aquella época (afortunadamente sin abusar de este recurso que tan mal ha envejecido). Principalmente me cabrean algunos por absurdos y claramente evitables: un error de localización -saliendo las ruinas de una Iglesia gótica en pleno Far West-, el inaudito desconocimiento por parte de Klaus de la vida de su hijo -siendo sheriff de profesión-, la referencia al pelo gris de Klaus pasados los años -cuando al inicio de la película tenía el cabello exactamente del mismo color (debieron haberle teñido de joven)-, y por último, la escena en la que el prisionero del teniente se escapa y que solamente espanta a uno de los 2 caballos, lo que posibilita que Garringo lo acabe dando caza.
Sin estos fallos, probablemente estaríamos hablando de una obra magna.
burrito
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