Haz click aquí para copiar la URL
España España · bilbao
Voto de ernesto:
8
Comedia. Drama Película basada en hechos reales del corredor de bolsa neoyorquino Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio). A mediados de los años 80, Belfort era un joven honrado que perseguía el sueño americano, pero pronto en la agencia de valores aprendió que lo más importante no era hacer ganar a sus clientes, sino ser ambicioso y ganar una buena comisión. Su enorme éxito y fortuna le valió el mote de “El lobo de Wall Street”. Dinero. Poder. Mujeres. ... [+]
27 de febrero de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de realizar dos películas tan alejadas de lo que de él se espera como fueron Shutter Island y La invención de Hugo, Martin Scorsese vuelve a un terreno en el que es más fácil reconocerle como cineasta. Haga lo que haga su talento está siempre presente, pero además su última película, El lobo de Wall Street, permite al espectador reconocer en ella la personalidad cautivadora y arrolladora del director en un terreno en el que se desenvuelve como nadie. Y aunque El lobo de Wall Street no hable directamente de mafiosos y criminales, como sí lo hacían Uno de los nuestros, Casino e incluso Infiltrados, películas con las que esta está directamente relacionada, sí nos habla de una nueva forma de entender el crimen, que con diferentes métodos busca un mismo objetivo. Los brokers de El lobo de Wall Street solo buscan enriquecerse a cualquier precio para después malgastar su dinero en el lujo más desmedido y hortera.
El lobo de Wall Street esta basada en la verdadera historia de Jordan Belfort, un chaval que en los años 90, y con apenas 26 años logro hacer una fortuna brutal a base de estafar a pequeños inversores a través de su agencia. Si no fuera así, seguramente nadie se hubiera tomado en serio los hechos que narra la película, ya que es todo tan disparatado y alucinado que resulta difícil de creer.
La historia se acerca al protagonista a finales de los 80, cuando con apenas veinte años entra en el mundo de Wall Street. No triunfa entonces, pero sienta las bases para hacerlo gracias a los consejos de uno de sus jefes. Ahí tenemos el primer momento cumbre de la película, gracias a los diez memorables minutos de Matthew McCounaghey en pantalla. A partir de ahí Jordan Belfort empezará a buscar el camino del éxito, y en ese camino se cruzará el que se convertirá en socio y amigo inseparable, el desquiciado Donnie Azzof, un personaje curioso donde los haya, con menos escrúpulos si cabe que el propio Belfort. Juntos triunfaran de la manera más rastrera, robando a los más humildes, para gastarlo como auténticos descerebrados, en lujo, drogas y putas. La desenfrenada bacanal en la que se convierte su vida se topará de frente con el FBI, pero para entonces Jordan Belfort ya habrá tenido tiempo de hacer de su vida una vida de película.
Martin Scorsese, demostrando tener más sangre en las venas que muchos directores con cuarenta años menos, agarra el proteico guion escrito por Terence Winter por las solapas y lo sacude hasta extraer de él la última gota de gran cine que se esconde tras sus letras. Lo que vemos en la pantalla va mucho más allá de la sucesión caótica y veloz de desmadres que algunos se han limitado a ver. Lo que vemos es la volcánica confirmación de que la personalidad de Scorsese sigue fresca como el primer día, y eso los transmite en cada fotograma, escena y secuencia de esta película. Y así, desde ese primer momento cumbre mencionado antes, los grandes momentos se van sucediendo en la película de forma arrolladora, casi pisándose unos a otros. Algunos rozan la genialidad y otros el simple exceso, pero todos sirven para enriquecer una historia que, gracias a director y guionista, ha encontrado el único tono posible capaz de hacerla grande.
Hay un tercer pilar sobre el que se sustenta la película que es la interpretación de Leonardo Di Caprio. El actor se entrega como pocas veces lo ha hecho un actor a un personaje en un esfuerzo físico y supongo psíquico (dadas las características del sujeto interpretado) de primer orden. La cantidad de riesgos que asume Di Caprio en este trabajo es brutal y ya sería motivo de elogio. El que además salga triunfante de cada uno de ellos es sencillamente un prodigio. Pese al huracán Di Caprio hay sitio para que brille más que nunca el trabajo de Jonah Hill, que interpreta a Donnie Azzof en una de las interpretaciones más delirantes y desvergonzadas vistas en mucho tiempo. Juntos componen un dúo que absorbe en sus cuerpos toda la energía que destilan los fotogramas de la película hasta transformarse en electricidad pura.
Más que el desfile de excesos que presenta El lobo de Wall Street, lo que puede llegar a limitar su alcance es precisamente lo contrario. Hay en la parte final de la historia un parón en el ritmo y un bajón en el tono, que rebela que tal vez todo eso que hemos estado viendo no fuera más que un globo excesivamente inflado que no tenía mucho que aportar. Afortunadamente el globo no llega a estallar y el regusto que deja El lobo de Wall Street es agridulce. Dulce, muy dulce, en lo cinematográfico y agrio en el hecho de saber que la baja catadura moral de todo lo que hemos visto es algo que, de una u otra forma, todavía nos sigue rodeando.

8.5
ernesto
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow