Hay algo que me distancia de Taxi Driver. Y es que me cuesta encontrar algo a lo que agarrarme en el personaje de Robert De Niro. No termino de entender su actitud, no llego a comprender que es lo que se le pasa por la cabeza. Quizás es que no hay nada que entender, es así y hay que aceptarlo sin más.
A parte de esto, la película contiene las mejores esencias del cine de Martin Scorsese. Su presencia tras la cámara se hace notar de una forma portentosa. Su manera de filmar es enérgica y directa. Aquí nos introduce de forma fascinante en un Nueva York nocturno y peligroso, y lo hace de forma sugerente y atractiva.
No puedo dejar de señalar dos nombres esenciales en todo esto, que son el director de fotografía Michael Chapman, que entre neones y nieblas nos ofrece una visión perturbadora de la ciudad, y el compositor Bernard Herman. Esta fue su última banda sonora compuesta para el cine, y pocas veces una música hace sentir una historia como lo hace en este caso. La música es sensual, turbia y envolvente, sencillamente magistral.
Aunque , como he dicho, no termino de empatizar con el personaje protagonista, no puedo dejar pasar por alto el soberbio trabajo de Robert de Niro en lo mejor de su carrera, antes de que se empezara a creer el gran actor que sin duda es. Junto a él la luminosa presencia de una guapísima Cybill Shepherd, y la ya entonces espléndida actriz Jodie Foster, ayudando a hacer más cercano a Travis Bickle.
Muchos consideran Taxi Driver una obra maestra. Yo en cambio no termino de encajar con el guión de Paul Schraeder. En cualquier caso, no deja de ser una película potente, impactante y de múltiples lecturas, en la que la ciudad de Nueva York luce como un fascinante personaje más.