Brazil es una película de culto dentro de su género. So género podría ser la ciencia ficción, la fantasía, o simplemente el de las películas de Terry Gilliam, que son un género a parte en si mismas.
Brazil nos traslada a un mundo futuro absolutamente deprimente, en el que el estado y la burocracia lo controlan absolutamente todo. En ese mundo, un funcionario, que vive en su particular burbuja de ignorancia, se revela cuando por amor tiene que enfrentarse a las entrañas del sistema. La aparición de la mujer de sus sueños hace que su sumisa y rutinaria actitud frente al sistema que le rodea cambie radicalmente.
Después de alejarse de los Monthy Pyton con Los héroes del tiempo, el director Terry Gillian dio el salto definitivo con esta película que causó sensación en el momento de su estreno. Terry Gillian despliega en esta película todas sus armas.
Su recargado gusto por el exceso, su a veces confuso sentido de la narración y su innegable talento visual. La mezcla de estos tres ingredientes hacen de Brazil una película tan arriesgada como densa, tan deslumbrante como agotadora. La presencia constante de personajes secundarios siempre al borde de la caricatura más sangrante acaba resultando contraproducente, provocando una sensación de saturación en el espectador. Los movimientos de cámara, y los ángulos desde los que rueda Terry Gillian son tan brillantes como abrumadores. Solo cuando Sam Lowry, el protagonista, y la chica de la que se enamora están juntos la película se toma algún respiro en ese afán por ser excesiva constantemente.
La sensación que desprende la historia que cuenta Brazil es totalmente desesperanzadora, siendo su excelente final uno de los más pesimistas que recuerdo en mucho tiempo.
Brazil cuenta con el protagonismo absoluto del entonces joven actor Jonathan Pryce que hace un trabajo excelente. Junto a él, algunos ilustres nombres del cine inglés se dejan llevar por el exceso caricaturesco de sus personajes. También es destacable la presencia en un personaje clave de Robert De Niro.
No comparto en absoluto el entusiasmo de la mayoría de la gente con esta película. Creo que después Terry Gillian ha hecho películas más atractivas que esta. En cualquier caso hay que reconocerle el mérito de ser una película especial y arriesgada, a contracorriente del cine de ciencia ficción que se hacía en los ochenta.