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Voto de TOM REGAN:
5
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Drama
A Earl Stone (Eastwood), un octogenario que está en quiebra, solo, y que se enfrenta a la ejecución hipotecaria de su negocio, se le ofrece un trabajo aparentemente facil: sólo requiere conducir. Pero, sin saberlo, Earl se convirte en traficante de drogas para un cártel mexicano, y pasa a estar bajo el radar del agente de la DEA Colin Bates (Cooper).
9 de abril de 2019
53 de 89 usuarios han encontrado esta crítica útil
49/13(25/03/19) Me produce cierta pena tener que poner mal esta película, y es que Eastwood nos ha regalado tanto, pero lo peor que se puede ser con alguien tan grande es condescendiente, por tanto califico a esta película como decepcionante. El maestro Clint a sus octogenarios 88 años, en el año 2018, ha rodado dos películas, y la segunda protagonizándola (tras seis años apartado de la actuación, desde el 2012 con “Golpe de efecto”), se siente muy activo, sobre todo como cronista de historias reales del SXXI, ensalzando a héroes estadounidenses en films como “American Sniper”, “Sully” o “15:17 Tren a París”, aquí le da la vuelta y retrata a un antihéroe en este drama, con guión Nick Schenk (“Gran Torino”), pero solo deja relucir (en esta última década) que los mejores años del director de San Francisco ya pasaron, podría habernos dejado el testamento de la homérico “Gran Torino”, pero decidió seguir, lo cual es loable que sin necesidad alguna quiera seguir, pero o no es el realmente quien dirige (no descartable) o su físico cansado refleja su alma amodorrada, pues ninguna de las películas desde entonces es digna de estar en su gloriosa filmografía, se ven por lo que te quise, pero no tienen impacto alguno en el espectador (o sea yo).
Esta “Mula” se basa libremente en el New York Times el artículo "90-Year-Old Drogas mula del Cartel de Sinaloa" por Sam Dolnick, relata la historia de Leo de Sharp, veterano de la WWII que se convirtió en traficante de drogas para El Cartel de Sinaloa con más de 80 años. El agente especial de la DEA, Jeff Moore, quien arrestó a Leo Sharp, de 87 años de edad, en 2011, fue entrevistado por The New York Times sobre la investigación de Sharp, la mula de drogas más antigua y prolífica del mundo. Los derechos del artículo posterior "Drug Mule, de 90 años de antigüedad, del cartel de Sinaloa", escrito por Sam Dolnick, se vendieron a Imperative Entertainment en 2014. Eastwood consigue juntar a su lado a intérpretes de renombre como Bradley Cooper, Laurence Fishburne, Michael Peña, Dianne Wiest y Andy García, pero todos resultan entre insípidos y caricaturescos. Y es que la película provoca lo peor, el tedio, resulta redundante, maniquea, superficial, con recursos de relleno, con situaciones manidas, y con un rush final que chirría que el Titanic partiéndose en dos. Parte de una idea sugerente, pero lo adornan con un puñado de estereotipos cansinos, la historia de redención que varias veces hemos visto en la filmografía de Clint, pero sin alma, acartonada. Un film cargado de buenismo de trucos facilones para que nos caiga bien el protagonista, coronado por un final anticlimático.
Cogemos al protagonista in media res, pasando de su familia como de la mierda, familia que no tiene más característica que ponerle mala cara al abuelete, pero en realidad no sabemos porque el anciano no hacía caso a la prole (¿?). Le embargan el negocio y casa, y decide entonces ir a ver a su hija, todo relatado atropelladamente, la mujer y la hija discuten con él, pero en realidad no se saben los motivos, puesto que si es porque no le importa la familia, porque a los ochenta y tantos decide que si les importa, no hay sentido gradual ni orgánico a este comportamiento, más allá de ver a un anciano repudiado por su familia, y que esto siempre causa empatía en el espectador (puaj!). No vemos a un tipo malo con la familia, cuando en realidad lo ha sido dejándolos de lado, y no ha sido ni por el juego, el alcohol, o por ser mujeriego, al menos esto no se atisba en el metraje. Este modo de ablandar y acolchar la personalidad del egoísta (por lo poco que sabemos de su pasado) Earl me resulta tramposa, al hacérnoslo de este modo pierde humanidad, y queda en el estereotipo, encima los actos de acercamiento a su familia se basan en poner dinero, y esto chirría, pues no sabemos si le van a corresponder por cariño o interés monetario. Resulta que hay que darle una excusa para que veamos que esta mula no ha tenido más remedio que ponerse a currar de transportista para un Cartel de drogas, y entonces nos cuelan su conflicto familiar (ficticio), y que ya estaba presente en “Million Dollar Baby” y “Gran Torino”, pero mucho mejor tratado, sin almíbar de por medio, con ese recurso simplista de que la nieta si quiera al abuelo (puaj!), y en este caso para dar un sentido buenista de cuasi Robin Hood, pero esto queda impostado, y más falso que las tetas de una actriz porno.
La cinta discurre de modo monótono, sin sorpresas, sin catarsis, todo muy complaciente. La relación de Earl con los miembros del cartel me queda atan paternalista que da grima, todos caen bajo el influjo de la inocencia pura de este vejete (Puaj!), por mucho que sean tipos duros, amenazantes, asesinos, cuando se juntan a Earl parecen peluches achuchables (pùaj!), vemos un viaje tras otro de Earl, en un bucle en que la narración no va a lado alguno, relatados en tono distendido, como todo el film, sin intensidad alguna, sin tensión, todo monocorde, con paradas para que el anciano exhiba su carácter bonachón y hedonista (la comida del mejor cerdo del Medio Oeste), para hacer un chascarrillo rancio sobre lesbianas moteras, o para el clásico susto policial que la vejez salva con humor, y todo ello sin dilemas mortales por lo que hace, no se cuestiona nunca si está bien o mal lo que hace, simplemente lo hace por inercia (puaj!). Nos insertan una investigación policial parche, innecesaria, sin pulso alguno, con buenísimos actores (Cooper, Fishburne y Peña), todos meros figuras sin alma. Esta indagación recuerda en cierta medida a la que se produce en el film de Eastwood “Un mundo perfecto” (1993), en este caso el propio Eastwood de policía persiguiendo al prófugo encarnado por Kevin Costner, pero aquí todo queda ramplón, desganado, sin punch.
Esta “Mula” se basa libremente en el New York Times el artículo "90-Year-Old Drogas mula del Cartel de Sinaloa" por Sam Dolnick, relata la historia de Leo de Sharp, veterano de la WWII que se convirtió en traficante de drogas para El Cartel de Sinaloa con más de 80 años. El agente especial de la DEA, Jeff Moore, quien arrestó a Leo Sharp, de 87 años de edad, en 2011, fue entrevistado por The New York Times sobre la investigación de Sharp, la mula de drogas más antigua y prolífica del mundo. Los derechos del artículo posterior "Drug Mule, de 90 años de antigüedad, del cartel de Sinaloa", escrito por Sam Dolnick, se vendieron a Imperative Entertainment en 2014. Eastwood consigue juntar a su lado a intérpretes de renombre como Bradley Cooper, Laurence Fishburne, Michael Peña, Dianne Wiest y Andy García, pero todos resultan entre insípidos y caricaturescos. Y es que la película provoca lo peor, el tedio, resulta redundante, maniquea, superficial, con recursos de relleno, con situaciones manidas, y con un rush final que chirría que el Titanic partiéndose en dos. Parte de una idea sugerente, pero lo adornan con un puñado de estereotipos cansinos, la historia de redención que varias veces hemos visto en la filmografía de Clint, pero sin alma, acartonada. Un film cargado de buenismo de trucos facilones para que nos caiga bien el protagonista, coronado por un final anticlimático.
Cogemos al protagonista in media res, pasando de su familia como de la mierda, familia que no tiene más característica que ponerle mala cara al abuelete, pero en realidad no sabemos porque el anciano no hacía caso a la prole (¿?). Le embargan el negocio y casa, y decide entonces ir a ver a su hija, todo relatado atropelladamente, la mujer y la hija discuten con él, pero en realidad no se saben los motivos, puesto que si es porque no le importa la familia, porque a los ochenta y tantos decide que si les importa, no hay sentido gradual ni orgánico a este comportamiento, más allá de ver a un anciano repudiado por su familia, y que esto siempre causa empatía en el espectador (puaj!). No vemos a un tipo malo con la familia, cuando en realidad lo ha sido dejándolos de lado, y no ha sido ni por el juego, el alcohol, o por ser mujeriego, al menos esto no se atisba en el metraje. Este modo de ablandar y acolchar la personalidad del egoísta (por lo poco que sabemos de su pasado) Earl me resulta tramposa, al hacérnoslo de este modo pierde humanidad, y queda en el estereotipo, encima los actos de acercamiento a su familia se basan en poner dinero, y esto chirría, pues no sabemos si le van a corresponder por cariño o interés monetario. Resulta que hay que darle una excusa para que veamos que esta mula no ha tenido más remedio que ponerse a currar de transportista para un Cartel de drogas, y entonces nos cuelan su conflicto familiar (ficticio), y que ya estaba presente en “Million Dollar Baby” y “Gran Torino”, pero mucho mejor tratado, sin almíbar de por medio, con ese recurso simplista de que la nieta si quiera al abuelo (puaj!), y en este caso para dar un sentido buenista de cuasi Robin Hood, pero esto queda impostado, y más falso que las tetas de una actriz porno.
La cinta discurre de modo monótono, sin sorpresas, sin catarsis, todo muy complaciente. La relación de Earl con los miembros del cartel me queda atan paternalista que da grima, todos caen bajo el influjo de la inocencia pura de este vejete (Puaj!), por mucho que sean tipos duros, amenazantes, asesinos, cuando se juntan a Earl parecen peluches achuchables (pùaj!), vemos un viaje tras otro de Earl, en un bucle en que la narración no va a lado alguno, relatados en tono distendido, como todo el film, sin intensidad alguna, sin tensión, todo monocorde, con paradas para que el anciano exhiba su carácter bonachón y hedonista (la comida del mejor cerdo del Medio Oeste), para hacer un chascarrillo rancio sobre lesbianas moteras, o para el clásico susto policial que la vejez salva con humor, y todo ello sin dilemas mortales por lo que hace, no se cuestiona nunca si está bien o mal lo que hace, simplemente lo hace por inercia (puaj!). Nos insertan una investigación policial parche, innecesaria, sin pulso alguno, con buenísimos actores (Cooper, Fishburne y Peña), todos meros figuras sin alma. Esta indagación recuerda en cierta medida a la que se produce en el film de Eastwood “Un mundo perfecto” (1993), en este caso el propio Eastwood de policía persiguiendo al prófugo encarnado por Kevin Costner, pero aquí todo queda ramplón, desganado, sin punch.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Luego lo veremos ayudando a pagar la boda de su nieta Ginny (Taissa farmiga), ayudará a una pareja de afroamericanos a cambiar una rueda (dejando notas de humor racista ya muy ajado), ayuda a un club de veteranos a seguir abierto, pero esta bonhomía no hace más que componer a tipo plano. También para compensar satisface sus apeitots sexuales con varias prostitutas, en un caso con dos en un motel y en otra con un trío en la mansión de un narco (una es poco para el fiero abuelete). Pero no nos olvidemos que Earl forma parte de la maquinaria de los narcotraficantes, por mucho que nos quieran pintar esto como algo ingenuo. Los personajes femeninos tienen dos dimensiones en la película, o son meretrices o son su familia con rostro de estreñidas.
De las actuaciones solo tiene entidad la del protagonista Clint Eastwood, retratando con autenticidad un rol que le va como anillo al dedo, un nonagenario ajado, cansado, de andares encorvados, piel pálida y arrugada, con voz debilitada, y todo ello mezclado con esa sabiduría que exuda, con esos toques políticamente incorrectos (con mexicanos, afroamericanos o lesbianas), emitiendo una empatía natural labrada durante décadas, pero su rol adolece de profundidad, nos pintan un pasado que nadie cuadra con su presente, superficial carácter; Resto de actuaciones por renombres que sean quedan en vacuas de contenido.
La puesta en escena resulta funcional, rodando en Georgia-USA, también se rueda en New Mexico (Las Cruces es donde está el taller y la mansión Vista de Oro de Latón; White Sands National Monument), y en Chicago-Illinois; Eastwoo suele trabajar con un mismo equipo, pero aquí ha cambiado algo tan fundamental como el director de fotografía, de Tom Stern al canadiense Yves Bélanger ("Dallas Buyers Club” o “Brooklyn”), y trabajando por vez primera con la música del cubano Arturo Sandoval , ninguno de los dos deja huella.
Spoiler:
Recursos tan cutres como lo del policía que aparece de la nada cuando Earl mira lo que hay en la mochila (droga), y como Earl torea al agente (puaj!); O cuando el agente encarnado por Cooper ha charlado con Earl (en una escena falsa y forzada, que como bien he leído intenta parecerse a la famosa de “Heat”, con Pacino y de Niro) este último sale del restaurant y bel DEA llama fuera de plano en el exterior a Earl, la cara de Earl se impacta, pero oh, sorpresa! Era que se había dejado el termo en la cafetería (puaj!), menudos toques de tensión sobados, más que los huevos del toro de Wall St.; Todo aderezado por un final atropellado, donde los narcos se tiran una semana buscando al vejete, pero como no investigan si está con la familia? Luego los narco-sicarios le perdonan la vida, pero le dan una paliza, por supuesto fuera de plano, no vaya a ser que le hagan daño incluso en ficción; Por cierto, qué interés tiene la subtrama del cambio de capo en el Cartel? Menudo relleno; Hay muchas más lagunas y pegotes.
Hay dos buenos momentos salvables en la película; Uno es como el viejo Earl arremete contra Internet diciendo que no tiene futuro, habiendo una elipsis y vemos como 12 años después tiene que cerrar su negocio de jardinería, y lo hace al grito de “Maldito Internet!”; El otro buen tramo es cuando la DEA detiene un todoterreno en la autopista para registrarlo pensando lleva drogas, el que conduce es un hispano que despliega todas las precauciones posibles, anunciando en voz alta todos sus movimientos, temiendo la violencia policial, diciendo el tipo "Estadísticamente hablando, estos son los cinco minutos más peligroso de mi vida", en lo que es un gag políticamente incorrecto contra la policía americana y su política de gatillo fácil.
En conjunto me queda una película olvidable, insustancial, aburrida, palabras que me duelen aplicar a una obra de Clint Eastwood. Fuerza y honor!!!
De las actuaciones solo tiene entidad la del protagonista Clint Eastwood, retratando con autenticidad un rol que le va como anillo al dedo, un nonagenario ajado, cansado, de andares encorvados, piel pálida y arrugada, con voz debilitada, y todo ello mezclado con esa sabiduría que exuda, con esos toques políticamente incorrectos (con mexicanos, afroamericanos o lesbianas), emitiendo una empatía natural labrada durante décadas, pero su rol adolece de profundidad, nos pintan un pasado que nadie cuadra con su presente, superficial carácter; Resto de actuaciones por renombres que sean quedan en vacuas de contenido.
La puesta en escena resulta funcional, rodando en Georgia-USA, también se rueda en New Mexico (Las Cruces es donde está el taller y la mansión Vista de Oro de Latón; White Sands National Monument), y en Chicago-Illinois; Eastwoo suele trabajar con un mismo equipo, pero aquí ha cambiado algo tan fundamental como el director de fotografía, de Tom Stern al canadiense Yves Bélanger ("Dallas Buyers Club” o “Brooklyn”), y trabajando por vez primera con la música del cubano Arturo Sandoval , ninguno de los dos deja huella.
Spoiler:
Recursos tan cutres como lo del policía que aparece de la nada cuando Earl mira lo que hay en la mochila (droga), y como Earl torea al agente (puaj!); O cuando el agente encarnado por Cooper ha charlado con Earl (en una escena falsa y forzada, que como bien he leído intenta parecerse a la famosa de “Heat”, con Pacino y de Niro) este último sale del restaurant y bel DEA llama fuera de plano en el exterior a Earl, la cara de Earl se impacta, pero oh, sorpresa! Era que se había dejado el termo en la cafetería (puaj!), menudos toques de tensión sobados, más que los huevos del toro de Wall St.; Todo aderezado por un final atropellado, donde los narcos se tiran una semana buscando al vejete, pero como no investigan si está con la familia? Luego los narco-sicarios le perdonan la vida, pero le dan una paliza, por supuesto fuera de plano, no vaya a ser que le hagan daño incluso en ficción; Por cierto, qué interés tiene la subtrama del cambio de capo en el Cartel? Menudo relleno; Hay muchas más lagunas y pegotes.
Hay dos buenos momentos salvables en la película; Uno es como el viejo Earl arremete contra Internet diciendo que no tiene futuro, habiendo una elipsis y vemos como 12 años después tiene que cerrar su negocio de jardinería, y lo hace al grito de “Maldito Internet!”; El otro buen tramo es cuando la DEA detiene un todoterreno en la autopista para registrarlo pensando lleva drogas, el que conduce es un hispano que despliega todas las precauciones posibles, anunciando en voz alta todos sus movimientos, temiendo la violencia policial, diciendo el tipo "Estadísticamente hablando, estos son los cinco minutos más peligroso de mi vida", en lo que es un gag políticamente incorrecto contra la policía americana y su política de gatillo fácil.
En conjunto me queda una película olvidable, insustancial, aburrida, palabras que me duelen aplicar a una obra de Clint Eastwood. Fuerza y honor!!!