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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
8
Drama. Romance La princesa alemana Sophia Federica (Dietrich) ha sido educada desde niña para convertirse en reina. Al llegar a la adolescencia se concierta y celebra su matrimonio con el Gran Duque de Rusia (Sam Jaffe), el futuro zar Pedro I el Grande, un hombre enfermo de cuerpo y alma. La zarina Elizabeth hace que Sophia cambie su nombre por el de Catalina, aprenda ruso inmediatamente y no vuelva a hablar su lengua materna. Además, deberá darle un ... [+]
23 de abril de 2024
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88/07(12/04/24) Sugestivo y atractivo drama histórico estadounidense biopic sobre la zarina rusa Catalina la Grande y como llegó al trono. Dirigido y producido por el vienés Josef von Sternberg, guion de Manuel Konroff, y Eleanor McGeary, se inspira libre en el diario de Catalina II de Rusia encarnada aquí por la berlinesa Marlen Dietrich. Film que cumple este año el 90 aniversario de su estreno (15/09/1934), y se mantiene fresco en modernidad, en su forma mordaz de tratar esta disfuncional corte. Sexta de 7 colaboraciones entre von Sternberg y su musa Marlene Dietrich que convirtió su rostro en uno de los iconos inmortales del cine, en la que de nuevo la cámara se deleita en su belleza.

Destaca la cinta por la gótica estética recargada con que dota los atestados decorados (rodada íntegramente en los estudios Paramount en Hollywood), creados por la dirección artística del germano tri-oscarizado Hans Dreier (“Sunset Boulevard”), proyecta estado de ánimo malsano y retorcido, roza el escenario de terror salido de la mente de William Blake, hay constante presencia de grotescas figuras, el suizo Pete Babusch (“Una americano en París”) creó cientos de esculturas parecidas a gárgolas de figuras masculinas "llorando, gritando o sumidas en la miseria" que "se alinean en los pasillos, decoran los tronos reales e incluso aparecen en los platos para servir". Figuras que se retuercen y contorsionan sobre el trono, asientos, espejos, o sosteniendo candelabros, da impresión de envolver y poseer a los personajes en sus pesadillescas formas, con múltiples esculturas beatas, (cinco mártires macilentos y de gran tamaño custodian el lecho de Isabel), con esqueleto de anfitrión de la mesa banquete de bodas real, cofres reales con santos tallados en sus tapas, el trono imperial tiene forma de doble águila vengadora de las Rusias, hay un espejo curvado en forma de gárgola con cuernos y alas y una silla formada con la imagen de un santo mártir, para acomodar al modelo en el regazo del santo. Sinfín de mobiliario mastodóntico, tapices inmensos, puertas ‘kinkongnianas’ la pantalla no es capaz de abarcar, deben ser abiertas y cerradas por dos personas, todo inundado de fastuosa híper-realidad, con pasillos saturados de decoración; Ello iluminado por la expresionista lente en glorioso b/n de Bert Glennon (“La Diligencia”) con genuinos juegos de sombras lóbregas, juegos de reflejos en cristales, travellings incisivos, tomas de grúa, y acariciando en delicados primeros planos el rostro de Marlen, con filtros la hacen inalcanzable; punteado por la música clásica con arreglos de W. Franke Harling, John M. Leipold y Milan Roder, tomada de pasajes de los grandes Tchaicovsky, Mendelson y Wagner; En un palacio poblado de pomposos húsares de diseño cool, ataviados por exagerados vestuarios de abrigos creados por el diseñador Travis Banton (“El proceso Paradine”), también fascinante para los trajes de la Dietrich, destaca el del rush final de húsar blanco con sombrero ruso militar de marta.

Todo regido por el demente Duque Pedro encarnado por un maravilloso Sam Jaffe, con madre dominante y protectora en la emperatriz Isabel encarnada magistralmente por Louise Dresser, donde se retrata a Catalina en varias fases patentes por enunciados en pantalla marcan elipsis, en desarrollo de la protagonista desde ingenua muchacha, a lideresa de un golpe de estado, pasando por como su belleza sedujo a militares para remover cimientos de la nación más grande. Todo adornado por acentuado sentido del humor, las insinuaciones sexuales y diálogos con doble sentido están presentes, gracias a que el film fue estrenado previo al Codigo Hays de censura ("Catalina añadió fríamente el ejército a su lista de conquistas"). Nadie espere clase de Historia, aunque hay pinceladas (superficiales) de reflejar en bosquejos forzados la pobreza de la plebe rusa de mediados SXVIII, donde los hedonistas mandatarios viven en su burbuja mientras el pueblo está sumido en la miseria, esto queda como apunte a pie de página.

El director hace de la peli vehículo para lucimiento de su amada Marlen, con ello un ejercicio de estilo visual impactante. Se le puede achacar falta de cohesión narrativa, falta información para tener cosmovisión de lo que acontece, así como los cambios de Catalina suceden por Imperativo del guion, en cortes demasiado abruptos en como vemos su cambio de carácter.

“Hace unos siglos, en un rincón del Reino de Prusia, vivía una pequeña princesa elegida por el destino para convertirse en el mayor monarca de su época: Zarina de todas las Rusias, la conocida como Mesalina del Norte”. Tras el enunciado vemos a la niña que será Catalina, convaleciente en cama, gimotea espetando: “No quiero ser una reina. Quiero ser bailarina”. Tras lo que la princesita escucha a su tutor un cuento infantil, donde narra las atrocidades cometidas por los zares Pedro el Grande e Iván el Terrible, mientras los vemos recreados en pantalla en un difuso pero aterrador encadenado de secuencias de torturas, donde se ven tomas de mujeres con los pechos desnudos (retortero que fue estrenada la obra antes de la censura del Codigo Hays), acabando con un reo utilizado como badajo para una gran campana, tras lo que simbólicamente la edición corta líricamente a la princesita columpiándose en el jardín. En una alegoría brillante de como la niña se verá enlazada entre la frivolidad y el horror en rusia.

Sobresale el humor tan bizarro que tiene, desde los pícaros encuentros entre Catalina y Alexei, la conversación entre Pedro y Catalina comiendo en una larga mesa a través de un criado, la escena donde Pedro agujerea una pared con un berbiquí para espiar un dormitorio ante la atónita mirada de Catalina, que observa como el agujero es sobre el ojo de un cuadro; la lectura familiar de la carta de Federico de Prusia, los besamanos de Sofía, Catalina con miriñaque en el vestidor, el encuentro entre Catalina y un húsar que desconoce quién es ella y juega con ella;... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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