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Voto de TOM REGAN:
7
7,0
20 853
Drama
Fred Ballinger (Michael Caine), un gran director de orquesta, pasa unas vacaciones en un hotel de los Alpes con su hija Lena y su amigo Mick, un director de cine al que le cuesta acabar su última película. Fred hace tiempo que ha renunciado a su carrera musical, pero hay alguien que quiere que vuelva a trabajar; desde Londres llega un emisario de la reina Isabel, que debe convencerlo para dirigir un concierto en el Palacio de ... [+]
4 de mayo de 2016
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
70/11(17/04/16) El realizador napolitano Paolo Sorrentino ha sido capaz de crear un universo particular, un microcosmos donde la línea entre la serena belleza estética-sensorial y la petulancia pomposa resultan difusas, cine no hecho para todos los paladares, te aburre o te atrapa, si te aburre simplemente no acudas a ver este film, y si eres de los que te gustó “La Gran belleza”, seguro te gustará esta, aunque cierto que esta “Youth”, lleva el hándicap de las comparaciones permanentes con la protagonizada por el sublime Jep Gambardella, aborda temas parecidos, con esteticismo afín, gran lirismo audiovisual, un ritmo similar, buenos personajes, pero está un escalón por debajo de la anterior, estando en tramos por encima el cómo que el qué. Un emocionante fresco sobre la losa de los años, sobre el peso de las decisiones tomadas en el pasado, una nostálgica mirada a nuestra juventud, una cínica visión del presente y un turbador enfoque del futuro. Uno de los grandes pilares del film es la espléndida pareja de protagonistas, Michael Caine y Harvey Keitel, absolutamente magnéticos.
Sorrentino vuelve a hacer una dramedia tocando temas la frustración existencial, el idealismo en una sociedad envenenada de snobismo, la llegada inexorable del ocaso de la vida (la vejez), las cicatrices del pasado, las complejas relaciones de pareja, las oportunidades desaprovechadas, el filtro retorcido de nuestros recuerdos, la nostalgia por la ya hace mucho superada juventud, la búsqueda incesante de ese lugar inexistente que es la felicidad, la verdadera amistad que perdura en el tiempo, las complicadas relaciones paterno-filiales, la crisis del artista, la Belleza como símbolo de Juventud o el hastío de la soledad, ello filtrado por su peculiar sentido melancólico, desencantado, cínico, y estando siempre en el centro un retrato de la decadencia, tanto moral como física. Con el ritmo singular del realizador se hace una reflexión macilenta sobre el discurrir del tiempo, jugando con los paralelismos entre la belleza del entorno alpino y de la juventud reflejada en la Belleza de la Miss Universo, la perfección y sensualidad escultural que provoca en los septuagenarios amigos El Síndrome de Stendhal.
En este caso sus conejillos de indias son una fauna de personajes del mundo del arte y el espectáculo, como un músico en el crepúsculo, un director de cine ante su ansiado canto de cisne, un actor culto hastiado de ser estrella de un film malo, un ex futbolista que lo fue todo, ahora una sombra elefantiásica que se mueve cual hipopótamo, un monje budista con tendencias levitadoras, un niño prodigios del violín, o una Miss Universo rompiendo clichés con que la belleza no puede estar asociada a tener inteligencia. Personajes muchos de ellos (el músico, el cineasta, el actor o el futbolista) prisioneros de su exitoso pasado.
El alma del film son Fred y Mick, dos viejos amigos en el ocaso de sus vidas, con largos paseos por verdes y alpinos caminos disertan sobre lo divino y lo humano, auscultan sus memorias, recorriendo con lánguidos sentimientos el pasado, el inquietante presente y el nebuloso futuro, hablan de sus amores, de sus recuerdos de niñez, de sus complejos de culpabilidad, de sus frustraciones, del temor a desaparecer, dos tipo que recorren el balneario cual mirones analizando a la gente que les rodea. Ello con una enorme complicidad y química entre los actores Caine y Keytel, deslumbrando con su carisma intrínseco, derrochando matices, humanidad, defectos, anhelos, sueños rotos, con duelos dialécticos maravillosos, alardeando de cinismo, ironía, sarcasmo, y ello trasluciendo fragilidad, magníficos transmitiendo mundo interior.
Rachel Weisz compone con mucha alma la dolida hija del ex compositor, le imprime fondo. Paul Dano está formidable como el actor, lo dota de carisma, de hondura dramática, de dice mucho en sus miradas sin hablar, con mucha contención demuestra que es un grandísimo intérprete, con un lenguaje gestual excelso. Jane Fonda en dos escenas deja constancia de la abrumadora actriz que es, manteniendo un divino duelo con Keitel, desprendiendo chispas y viscerabilidad. La rumana Madalina Diana Ghenea deja una huella en el film indeleble, primero con su desbordante Belleza (esta sí que es “La Gran Belleza”) y sensualidad, y luego con una contrarréplica (zasca) magnífica a Jimmy Tree.
El film conlleva el sello Sorrentino que ha ido cultivando en su filmografía, asemejándose (emulando subrepticiamente) a Federico Fellini, si “La Gran Belleza” referenciaba a “La dolce Vita”, esta lo hace a “Ocho y medio”, conjugando historia con un collage de momentos audiovisuales preciosistas, bucólicos, henchidos de magnetismo sensorial, alternando música de varios tipos como la clásica y la pop, desarrollando su relato de modo sereno, para que lo que vemos nos vaya calando, con hermosas coreografías visuales ordinarias, como los desfiles de gente hacia la piscina, provocando en el espectador sensaciones. Con un buen inicio con una notable presentación de personajes, mediante diálogos sugerentes e inteligentes que dejan entrever sus pasiones e ilusiones, así como sus frustraciones, rezumando melancolía por el tiempo que nunca se recuperará.
Tiene peros, y es que se pierde en su preciosismo, quedando cierta sensación de artificio onanista del realizador en la belleza, queriendo hacer de muchos tramos mini-climaxs de modo forzado, con lo que por partes (set-pieces) es muy bonito, pero en la suma se le ven ciertas costuras regularmente cosidas, funcionando de modo lindo sus viñetas, pero en el transcurrir de los minutos se va desgastando la frescura inicial, derivando en algún momento en frialdad estética, cayendo en dar más al continente que al contenido. Llega a prometer más de lo que termina ofreciendo, desdibujándose algunos personajes en sus invisibles finales (la hija de Fred, Jimmy Tree, o el futbolista...)
Sorrentino vuelve a hacer una dramedia tocando temas la frustración existencial, el idealismo en una sociedad envenenada de snobismo, la llegada inexorable del ocaso de la vida (la vejez), las cicatrices del pasado, las complejas relaciones de pareja, las oportunidades desaprovechadas, el filtro retorcido de nuestros recuerdos, la nostalgia por la ya hace mucho superada juventud, la búsqueda incesante de ese lugar inexistente que es la felicidad, la verdadera amistad que perdura en el tiempo, las complicadas relaciones paterno-filiales, la crisis del artista, la Belleza como símbolo de Juventud o el hastío de la soledad, ello filtrado por su peculiar sentido melancólico, desencantado, cínico, y estando siempre en el centro un retrato de la decadencia, tanto moral como física. Con el ritmo singular del realizador se hace una reflexión macilenta sobre el discurrir del tiempo, jugando con los paralelismos entre la belleza del entorno alpino y de la juventud reflejada en la Belleza de la Miss Universo, la perfección y sensualidad escultural que provoca en los septuagenarios amigos El Síndrome de Stendhal.
En este caso sus conejillos de indias son una fauna de personajes del mundo del arte y el espectáculo, como un músico en el crepúsculo, un director de cine ante su ansiado canto de cisne, un actor culto hastiado de ser estrella de un film malo, un ex futbolista que lo fue todo, ahora una sombra elefantiásica que se mueve cual hipopótamo, un monje budista con tendencias levitadoras, un niño prodigios del violín, o una Miss Universo rompiendo clichés con que la belleza no puede estar asociada a tener inteligencia. Personajes muchos de ellos (el músico, el cineasta, el actor o el futbolista) prisioneros de su exitoso pasado.
El alma del film son Fred y Mick, dos viejos amigos en el ocaso de sus vidas, con largos paseos por verdes y alpinos caminos disertan sobre lo divino y lo humano, auscultan sus memorias, recorriendo con lánguidos sentimientos el pasado, el inquietante presente y el nebuloso futuro, hablan de sus amores, de sus recuerdos de niñez, de sus complejos de culpabilidad, de sus frustraciones, del temor a desaparecer, dos tipo que recorren el balneario cual mirones analizando a la gente que les rodea. Ello con una enorme complicidad y química entre los actores Caine y Keytel, deslumbrando con su carisma intrínseco, derrochando matices, humanidad, defectos, anhelos, sueños rotos, con duelos dialécticos maravillosos, alardeando de cinismo, ironía, sarcasmo, y ello trasluciendo fragilidad, magníficos transmitiendo mundo interior.
Rachel Weisz compone con mucha alma la dolida hija del ex compositor, le imprime fondo. Paul Dano está formidable como el actor, lo dota de carisma, de hondura dramática, de dice mucho en sus miradas sin hablar, con mucha contención demuestra que es un grandísimo intérprete, con un lenguaje gestual excelso. Jane Fonda en dos escenas deja constancia de la abrumadora actriz que es, manteniendo un divino duelo con Keitel, desprendiendo chispas y viscerabilidad. La rumana Madalina Diana Ghenea deja una huella en el film indeleble, primero con su desbordante Belleza (esta sí que es “La Gran Belleza”) y sensualidad, y luego con una contrarréplica (zasca) magnífica a Jimmy Tree.
El film conlleva el sello Sorrentino que ha ido cultivando en su filmografía, asemejándose (emulando subrepticiamente) a Federico Fellini, si “La Gran Belleza” referenciaba a “La dolce Vita”, esta lo hace a “Ocho y medio”, conjugando historia con un collage de momentos audiovisuales preciosistas, bucólicos, henchidos de magnetismo sensorial, alternando música de varios tipos como la clásica y la pop, desarrollando su relato de modo sereno, para que lo que vemos nos vaya calando, con hermosas coreografías visuales ordinarias, como los desfiles de gente hacia la piscina, provocando en el espectador sensaciones. Con un buen inicio con una notable presentación de personajes, mediante diálogos sugerentes e inteligentes que dejan entrever sus pasiones e ilusiones, así como sus frustraciones, rezumando melancolía por el tiempo que nunca se recuperará.
Tiene peros, y es que se pierde en su preciosismo, quedando cierta sensación de artificio onanista del realizador en la belleza, queriendo hacer de muchos tramos mini-climaxs de modo forzado, con lo que por partes (set-pieces) es muy bonito, pero en la suma se le ven ciertas costuras regularmente cosidas, funcionando de modo lindo sus viñetas, pero en el transcurrir de los minutos se va desgastando la frescura inicial, derivando en algún momento en frialdad estética, cayendo en dar más al continente que al contenido. Llega a prometer más de lo que termina ofreciendo, desdibujándose algunos personajes en sus invisibles finales (la hija de Fred, Jimmy Tree, o el futbolista...)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La puesta en escena resulta ampulosa, con un fenomenal diseño de producción de Ludovica Ferrario (“La Gran belleza”), rodando en el cantón suizo de Graubünden, en Davos, en los exteriores alpinos del Berghotel, mientras el spa pertenece al Waldhaus Hotel, también se filmó en la veneciana Plaza San Marcos, esto enaltecido por la fascinante fotografía de Luca Bigazzi (“La Gran belleza”), llenando de vigor cada fotograma, destacando la vitalidad de los exteriores, con hermosos planos panorámicos, así como la calma en los interiores, captando con mimo la danza de las personas en los encadenados musicales, colmando de placidez visual al espectador, con tomas de gran valor simbólico e incluso onírico, deleitándonos con el barroquismo sensorial, siempre explotando con esmero las simetrías, acentuado el ritmo cual elástico con el estupendo montaje de Cristiano Trovaglioli (“La Gran belleza”), y estos recursos atomizados por la música de David Lang (“La Gran belleza”), que compone el delicioso tema epílogo “Simple song #3”, cantado por la coreana Sumi Jo, acompañado la violinista Viktoria Mullova, con la BBC Concert Orchestra, y el Coro de la Radio de Berlín, y el “Just”, interpretado por un Trío Medieval, también reseñables otros temas, como el “Reality” y “You got the love” cantado por The Recrosettes, o “Onward”, “Third and Seneca” y “Ceilling gazing” de Mark Kozelek, o “Dirty hair” de David Byrne.
Spoiler:
Momentos recordables: El que es el cartel del film, Fred Mick toman un baño en una piscina, cuando llega la Miss Universo, desnuda y deslumbrante en su belleza se sumerge despacio en el agua, dejando extasiados a los viejos amigos (llegué a pensar que dirían <Nos hacemos unas ...>); El desconcertante momento video-clip de Paloma Faith, en lo que entiendo es una crítica a esta subcultura de los pomposo y vacío; El futbolista (se supone Maradona) tiene buenos momentos, saliendo de la piscina cual hipopótamo y teniendo que ser asistido por una bombona de oxígeno, cuando pasa junto a una pista de tenis y observa nostálgico una pelota (de tenis), el delirante momento en que lo vemos en solitario golpear con su zurda la pelota de tenis al aire, y volviendo a hacerlo una y otra vez, en una especie de viaje mental a su juventud, cuando fue el más grande; La brillante a aparición de Brenda Morell (Jane Fonda), en un glorioso tour de forcé con Mick Boyle (Harvey Keitel), donde ella va a decirle que no va a participar en su película, está comprometida para una serie de tv (crítica a la televisión), deriva la charla en un tremendo cruce de reproches, chispas de de emoción brotan por la pantalla; Cuando en una ladera de un verde prado le aparecen a Mick Boyle todas las actrices que alguna vez dirigió, deliciosamente onírico; El epílogo del film, el concierto que al final si da Fred ante la Reina, interpretando el tema “Simple song #3” por la soprano coreana Sumi Jo.
Fred Ballinger: Su nombre es Paloma Faith.
Lena Ballinger: Qué hace?
Fred Ballinger: El trabajo más obsceno del mundo.
Lena Ballinger: Es una prostituta.
Fred Ballinger: Peor, es una estrella de pop.
Mick Boyle: Entonces, otras vacaciones que se acaban. ¿Qué harás luego, Fred?
Fred Ballinger: Qué voy a hacer...? Iré a casa. Lo normal.
Mick Boyle: Yo no. No tengo esa rutina. Sabes qué haré? Empezaré otro filme. Dices que las emociones están sobreestimadas. Pero eso es mentira. Las emociones son todo lo que tenemos. (se levanta y se lanza al vacío por el balcón, ante la flemática mirada de su amigo)
En conjunto una muy disfrutable propuesta, aunque en la inevitable comparación con la anterior pierde algo de carga de profundidad, aunque con destellos sensoriales fulgurantes, que provocan en ciertos picos una deliciosa experiencia. Fuerza y honor!!!
Crítica cercenada por el límite de caracteres, ver íntegra en http://tomregan.blogspot.com/2016/04/la-juventud-youth2015.html
Spoiler:
Momentos recordables: El que es el cartel del film, Fred Mick toman un baño en una piscina, cuando llega la Miss Universo, desnuda y deslumbrante en su belleza se sumerge despacio en el agua, dejando extasiados a los viejos amigos (llegué a pensar que dirían <Nos hacemos unas ...>); El desconcertante momento video-clip de Paloma Faith, en lo que entiendo es una crítica a esta subcultura de los pomposo y vacío; El futbolista (se supone Maradona) tiene buenos momentos, saliendo de la piscina cual hipopótamo y teniendo que ser asistido por una bombona de oxígeno, cuando pasa junto a una pista de tenis y observa nostálgico una pelota (de tenis), el delirante momento en que lo vemos en solitario golpear con su zurda la pelota de tenis al aire, y volviendo a hacerlo una y otra vez, en una especie de viaje mental a su juventud, cuando fue el más grande; La brillante a aparición de Brenda Morell (Jane Fonda), en un glorioso tour de forcé con Mick Boyle (Harvey Keitel), donde ella va a decirle que no va a participar en su película, está comprometida para una serie de tv (crítica a la televisión), deriva la charla en un tremendo cruce de reproches, chispas de de emoción brotan por la pantalla; Cuando en una ladera de un verde prado le aparecen a Mick Boyle todas las actrices que alguna vez dirigió, deliciosamente onírico; El epílogo del film, el concierto que al final si da Fred ante la Reina, interpretando el tema “Simple song #3” por la soprano coreana Sumi Jo.
Fred Ballinger: Su nombre es Paloma Faith.
Lena Ballinger: Qué hace?
Fred Ballinger: El trabajo más obsceno del mundo.
Lena Ballinger: Es una prostituta.
Fred Ballinger: Peor, es una estrella de pop.
Mick Boyle: Entonces, otras vacaciones que se acaban. ¿Qué harás luego, Fred?
Fred Ballinger: Qué voy a hacer...? Iré a casa. Lo normal.
Mick Boyle: Yo no. No tengo esa rutina. Sabes qué haré? Empezaré otro filme. Dices que las emociones están sobreestimadas. Pero eso es mentira. Las emociones son todo lo que tenemos. (se levanta y se lanza al vacío por el balcón, ante la flemática mirada de su amigo)
En conjunto una muy disfrutable propuesta, aunque en la inevitable comparación con la anterior pierde algo de carga de profundidad, aunque con destellos sensoriales fulgurantes, que provocan en ciertos picos una deliciosa experiencia. Fuerza y honor!!!
Crítica cercenada por el límite de caracteres, ver íntegra en http://tomregan.blogspot.com/2016/04/la-juventud-youth2015.html