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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Comedia Después de terminar la mili en el cuerpo de caballería, Fernando decide comprar a Bucéfalo, el caballo que ha sido su compañero durante ese tiempo y regresa a Madrid con el animal. Pero la ciudad se ha transformado tanto que ni siquiera encuentra una cuadra ni tiene tiempo para atenderlo. Así las cosas, tendrá que buscar alguna solución. (FILMAFFINITY)
11 de febrero de 2018
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
38/08(09/02/18) Sugerente, divertida muye entretenida película del infravalorado realizador madrileño Edgar Neville, que también guioniza sobre una idea que se dice se le ocurrió durante un sueño, considerándose como el primer manifiesto ecologista del cine español, un canto de rebeldía en pleno y duro franquismo, con una dura crítica al progreso y a la crueldad contra los animales, siendo valiente la ácida crítica que se la hace a la tauromaquia en un país que por entonces era casi una religión. Siendo un fresco de la sociedad madrileña de post-guerra, con lo que sirve como documento histórico del Madrid de 1950, comenzando la película con unas imágenes de la Gran Vía madrileña sumida en un caos de tráfico, cuando finalizan los títulos de crédito, a modo de antítesis, muestra un magnífico y relajante “skyline” de las torres conventuales de Alcalá de Henares, población tranquila y recoleta, sin coches, resguardada entre cerros, sumida en la paz y el silencio, contraponiendo el caos de una sociedad “avanzada” contra la “tranquilidad” de un pueblo sin coches. Estamos hablando de 1950 y ya reivindican los “viejos tiempos” sin autos, sin máquinas, con más sosiego, desarrollando un relato con tintes humanistas, siendo las actuaciones muy reseñables, siendo Fernando Fernán Gómez y José Luis Ozores en los roles protagónicos estupendos, y esto apoyado en una gran labor en los secundarios. Neville fue uno de los directores españoles mejores de la pos-guerra, pero que el tiempo y quizás su afinidad política le han hecho caer en el olvido, y esto no es de recibo para un tipo con obras tan estimables en su haber como “La torre de los siete jorobados”, “El crimen de la calle de bordadores”, “El baile” o “La vida en un hilo” o por supuesto estaque me ocupa. El Círculo de Escritores Cinematográficos premió a Neville como guionista y a Fernán Gómez como mejor actor protagonista. (sigue en spoiler)

Fernando (Fernando Fernán Gómez) termina el servicio militar en el arma de caballería y decide comprar el caballo que ha sido su compañero durante todo ese tiempo, Bucéfalo, ello para evitar que este sea la montura de un picador en la plaza de toros, con el consiguiente peligro que esto conlleva para su vida. Pero vivir con él en Madrid se convertirá en enorme problema. La ciudad que conoció ya no es la misma. No encontrará cuadras donde dejarlo, ni condiciones para mantenerlo en la capital. A ello se suma la oposición de su novia Elvirita (Mary Lamar), y suegra (Julia Lajos). En el relato tendrá importancia Simón (José Luis Ozores), gran amigo de Fernando, Isabel la florista (Conchita Montes), que ayudará a Fernando con el caballo, y un cochero de caballos (Fernando Aguirre).

El film discurre por parámetros de comedia costumbrista, donde se hace un lienzo de la sociedad del momento, el despotismo de los jefes en el trabajo, la inflación galopante en los precios, se nos habla de estraperlo, del alcoholismo, del maltrato animal que suponen las corridas de toros, y conforme avanza se torna en relato con ínfulas humanistas, de crítica a una sociedad decadente y que abraza la modernidad como el Paraíso, alabando la vida en el campo en detrimento de la deshumanizante de la gran ciudad, conceptos muy falangistas (ejemplo también es la grandiosa “Surcos” de un año después, 1951), el ensalzar la vida rural contraponiendo la degradación moral existente en la grandes urbes epítomes de la Revolución Industrial. Una historia con momentos muy jocosos (extraordinario cuando Fernando habla con un veterinario sobre que nunca han visto algo así, todos pensamos que hablan del caballo enfermo, y la cámara da un giro y vemos que en realidad charlan sobre el cochero que ha cogido una melopea de campeonato y está tirado en un jergón) con diálogos ingeniosos, rebosantes de casticismo, con situaciones bien hiladas, radiografiando a un puñado de seres inadaptados a los que el progreso a aplastado e intentan salir a flote con dignidad, y al final buscando una Utopía en el campo. Ensalzando la amistad, el cariño a los animales, el individualismo entre tanto borreguismo, ello narrado con ternura, y componiendo una oda a la ingenuidad soñadora (lo que viene llamándose utopía) en que se puede intentar ser lo que quieres, se puede ir contracorriente. La cinta resulta premonitoria en lo que está por llegar, en como alerta de la masificación de las grandes ciudades, del “advenimiento” dela híper-mega-motorización de las calles que se atisba, y es que entonces (aunque a los protagonistas no se lo pareciera) solo eran los teloneros los coches y camiones que surcaban las vías.

Fernando Fernán Gómez resulta espléndido (cuando no?), con gran naturalidad, desplegando emociones, amor por el caballo, formidable; José Luis Ozores rezuma honestidad, inocencia, camaradería, manteniendo una fabulosa química con Fernán Gómez. Para el recuerdo dos momentos épicos del humor, el primero en las llamadas telefónicas que hacen a los bomberos y este esquiva para no tener que descubrir a su “equino huésped”, el otro tramo es la surrealista discusión (digna de Groucho Marx) que mantiene con su jefe sobre unos excrementos en la estación de bomberos, delirante. Como curiosidad decir que aparece en un pequeñísimo rol su hermano Antonio Ozores como taxista quejicoso; Conchita Montes en su línea de guapa sin demasiadas dosis expresivas (impuesta por Neville a modo de peaje de pareja sentimental y es que nadie es perfecto); Fernando Aguirre como el borrachín cochero lo borda de modo excelente, combinando patetismo y personalidad; Julia Lajos como la suegra está maravillosa, desborda la pantalla con su carisma y potencia expresiva; Julia Caba Alba (perteneciente a uno de los clanes actorales más gloriosos que ha dado el cine patrio) está fenomenal en una sola escena en que aparece, como paca, la dueña de las macetas que el caballo se ha comido, manteniendo un diálogo puntiagudo con Fernando, lleno de cinismo y mordacidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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