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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
5
Drama En 1947, una pareja de neoyorquinos, los Moresby, viaja al norte de África en busca de experiencias que le den un nuevo sentido a su relación. Tras diez años de matrimonio, a esta sofisticada pareja la convivencia le resulta difícil. Port, un músico que lleva un año sin trabajar, busca en el desierto una fuente de inspiración y nueva savia para un matrimonio que se muere. Kit también espera un milagro que le devuelva a su marido. Por su ... [+]
13 de octubre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
341/11(12/10/20) Pretencioso y aburrido drama de ansiadas resonancias metafísicas, dirigido por Bernardo Bertolucci (venía de hacer la exitosa “El último emperador”), escrito por el mismo junto a Mark People (“El reportero” o “El último emperador”), adaptando la novela homónima de 1949 de Paul Bowles (que hace una pequeña aparición y se encarga de la voz en off), versando sobre una pareja que viaja al norte de África con la esperanza de reavivar su matrimonio, siendo protagonizada por Debra Winger (dando una gran actuación, lástima que su rol sea tan arbitrario, acabando de un modo confuso en una subtrama metida con calzador que ocupa un espacio desproporcionado) y John Malkovich (como siempre brillante en su fulgente carisma). Se decía era un libro inadaptable, y quizás sea eso pues Bertolucci ofrece una historia letárgica, tediosa, hastiante, siendo el culmen el pesaroso tramo final. Con unos snobs resabiados de protagonistas con los que nunca empatizas (no ayuda que los conocemos in media res, y no sabremos nada de su pasado), y termina (parafraseando a Rhett Butler) importándote un bledo lo que les pase.

El director parece más interesado en el continente que en el contenido, pues se explaya cual rodando “Lawrence de Arabia” en el infinito desierto, enmarcando la inanidad de las personas, atomizado esto por la sibarita cinematografía de Vittorio Storaro (“El conformista” o “Apocalypse Now”), creando postales de una beldad sublime, añádase el recurso simbólico de desplazarse la cámara de derecha a izquierda durante casi toda la película como alegoría del viaje, y todo esto adornado por la espléndida banda sonora creada por el japonés Ryuichi Sakamoto (“Feliz Navidad, Mr. Lawrence” o “El último emperador”). Pero esto no puede ocultar una propuesta cansina, densa en la que las situaciones discurren de modo torpe, todo muy artificioso y arbitrario, pues de principio que el matrimonio lleve con ellos a un tipo que no les cae bien resulta incomprensible, que en un momento dado en un trayecto largo el marido se vaya con unos viscosos viajantes y deje a su mujer que vaya en tren con el acompañante que se ve a la legua está por los huesos de ella, es una invitación al adulterio idiotesca. Ya sé que el relato quiere emitir el desánimo existencialista, la falta de referentes, la desorientación en el matrimonio, y por último la desesperación del amor, donde se muere en vida. Pero modo esto que sobre el papel puede sonar estimulante Bertolucci lo transforma en un fluir soporífero, que se expresan de forma insípida, todo haciéndose pesado, languideciendo a medida que avanzamos en un metraje estiradísimo, llega a parecer un onanista disfrutando del paisaje, lo hermoso del envoltorio es insuficiente para una historia que se me hace bola. El rodaje tuvo lugar por distintas localizaciones de Marruecos, Argelia y Nigeria, tratando de seguir un recorrido similar al trazado en el libro; una inmersión en esos parajes que se percibe en la atmósfera, la textura y la riqueza cromática del film.

Después de la Segunda Guerra Mundial, tres estadounidenses llegan a Tánger en busca de nuevas experiencias. Se describen a sí mismos como viajeros, no como turistas. Tienen la intención de sumergirse en la cultura y el clima del norte de África, probar lo exótico y juzgar lo prohibido por sí mismos. Dos de ellos, Porter y Kit Moresby, son una pareja casada, escritores, intelectuales, que han permanecido juntos durante unos 10 años a pesar de que hay grandes áreas sin resolver entre ellos. El tercero es su amigo, George Tunner, que está más o menos como una alondra.

Los créditos iniciales se dan sobre imágenes en b/n del Nueva York de los 40, ello con el fin de contrastar el urbanismo del mundo moderno, con el escenario donde nos sumergiremos del Marruecos del Sahara, donde lo primero que veremos es un mastodóntico puerto despoblado, cual engendro fantasmal, siendo el primer diálogo de lo mejor, en torno a la diferencia entre turistas y viajeros: “No somos turistas, somos viajeros. Un turista es el que piensa en regresar a casa desde el mismo momento de su llegada, mientras que un viajero puede no regresar nunca”. Dando esperanzas en que estamos ante algo atractivo, pero mí gozo en un pozo. Pues me chirría más que Titanic partiéndose en dos este peculiar trio de viajeros indolentes, nunca hablan del entorno, más que viajeros, parecen pasajeros que van a ningún lado, esperando la nada, y en medio una apatía contagiosa al espectador (por lo menos a mí). Ya sé que Bertolucci quiere fusionar el escenario desértico con el alma árida de los personajes, su aislamiento emocional, pero esto me llega superficialmente, como si por mirar como una caravana de tuaregs cruza las inmensas dunas del Sahara fuera suficiente para hacernos ver el mundo interior del observador, cuando esto es de un simplismo barato.

Por cierto, que pinta la pareja Lyles madre (buena Jill Bennett), e hijo (notable Timothy Spall), racista ella, tontucio él relacionándose con estos americanos? Si se hubieran cercenado esta subtrama se hubiera notado en algo? Pero es que pensándolo bien, te preguntas que pinta esta pareja viajando a Marruecos? Pues nunca comentan nada delo que les gustaría ver, simplemente están ahí cual si hubieran caído del cielo (protector).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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