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Voto de TOM REGAN:
6
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6,8
3 995
Drama. Romance. Bélico
Franz y Fani Jägerstätter son un feliz matrimonio que vive con sus tres hijas en su granja alpina en Sankt Radegund, Austria. Son campesinos, viven y trabajan rodeados de un impresionante paisaje montañés. Cuando estalla la Segunda Guerra Mundial, los hombres comienzan a respaldar el nazismo, pero Franz no se deja arrastrar por la corriente mayoritaria. Se resiste a prestar juramento a Hitler y se convierte en el primer objetor de un ... [+]
3 de marzo de 2021
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55/20(18/02/21) Drama histórico biográfico despierta en mi sensaciones encontradas, aúna movimientos hipnóticos que al reiterarse termina por ser cansinos. Dirigido por Terrence Malick, con guión propio inspirado en el libro titulado “Franz Jägerstätter: Letters and Writings from Prison”, editado por la biógrafa de Jägerstätter Erna Putz, describe la vida de Franz Jägerstätter, granjero austríaco y católico devoto que se negó a luchar para los nazis en la WWII. El título fue tomado del libro Middlemarch de George Eliot, a su vez deriva de una frase se encuentra en el Nuevo Testamento, Epístola a los Colosenses 3: 3: "Porque moriste, y [ahora] tu vida está escondida con Cristo en Dios". Jagerstatter fue declarado mártir por el Papa Benedicto XVI en 2007, tuvo su vida dramatizada una vez antes, en la película de televisión austriaca de 1971 The Refusal, dirigida por Axel Corti. Protagonizada por August Diehl, Valerie Pachner y Matthias Schoenaerts, con Michael Nyqvist y Bruno Ganz en sus actuaciones finales.
Aquí el peculiar estilo contemplativo del realizador de “Días del cielo” se explaya dejando su marca en un metraje desproporcionado para lo que cuenta, pretende llevar al espectador al éxtasis sensorial poético, enraizado en una visión panteísta de la naturaleza como símbolo deidífico, la imagen en miscelánea con la música sacra y reflexiones en off, ansia la trascendencia mística nos sobrelleve, intenta arrollarnos provocándonos un estado de ánimo lisérgico-mágico nos haga ver el interior de este mártir hierático; Apoyándose en una cámara co-protagonista manejada con glorioso sentido lírico por Jorg Widmer (operador de cámara en 5 películas del director, experto en la Steadicam que operó para Malick en la anterior “Song to Song”) se convierte en deux machine de epifanías en modo catarata constante, con mucha iluminación natural, exhibiendo gran intensidad en secuencias contemplativas, conjuga idílico paisaje alpino con primeros planos abrumadores que el objetivo parece abrazar cercano al ojo de pez, con grandes angulares, con parajes montañosos y de verdes prados al fondo, con bucólicos cielos con nubes. Ello con profusión de travellings, con mucha steadicam, numerosos cortes abruptos, y mucho juego entre la voz en off y la disonancia con las imágenes; Y todo esto adornado por música de resonancias sacras, con clásicos de Bach y Beethoven y Handel hasta Henry Gorecki, Arvo Pärt y Alfred Schnittke. Además de la original creada por James Newton Howard (“El fugitivo”), de resonancias celestiales en sus coros deidíficos.
Al principio resulta de Sindrome de Stendhal, acaba en tedioso con tropecientos mil repeticiones, llegándome sinfín de déjà vu, pareciendo Malick onanista se regodea en su estilo pictórico, lo que en principio era brillante se desgasta. Añádase en sus casi 3 horas de duración apenas sabemos del protagonista, de sus motivaciones pacifistas y anti-nazis, máxime cuando sabemos en principio se unió a los alemanes para invadir Francia, pero en segundo reclutamiento se hace objetor, es un misterio según se ve en la película, enigma indicado por imperativo del exiguo guión, nos quieren hacer ver a un ser íntegro, santo marginado socialmente, pero no nos dan poso de profundidad para saber por qué de sus razones, porque ha de sacrificarse por nada y dejar a su esposa e hijas solas. Terminas por sentir en realidad no le interesa el humano a Malick, sino el Santo enfrentado al mal que combatirá sin hacer un gesto o levantar la voz, lo vemos ir al matadero sin más, ni siquiera el juicio sirve para saber de su personalidad, esto resta y mucho. Tampoco ayuda lo caótico del lenguaje, alternando del inglés al alemán porque sí.
En el prólogo vemos imágenes de archivo en b/n del ascenso al poder de Hitler y todo lo que ello conlleva de escalada bélica y anexionista. Tras esto pantalla negra, sonidos de la naturaleza (viento, agua corriente) y voz masculina en off tenue: "Pensé que podríamos construir nuestro nido en lo alto de los árboles... Vuela como pájaros". Tras esto tomas de vistas evocadoras en lo alto de los Alpes austríacos en el valle de St. Radegund (Austria), y luego la grandeza coral de “St. Matthew Passion” entra para dejar claro de quién es esta película. Estamos en un pueblo enclavado en la ladera del valle entre enormes montes alpinos, con cabañas típicas tirolesas, con hermosa iglesia en el centro, los lugareños trabajan tranquilamente en campos cuando oyen un avión desde el cielo que no vemos, ellos miran, es la llegada de la Guerra en 1939. Allí viven Franz Jägerstätter (August Dielh, que da una comedida y ascética actuación) y su esposa Fani (buena Valerie Pachner), pareja de agricultores cuya vida simple se limita a sus cultivos, sus tres hijas. Malick vuelve a uno de sus mantras como es situar en el centro un ‘Paraíso terrenal’ y luego exponerlo a los Infiernos humanos.
La primera mitad es la más atractiva, describe arco de evolución más sentido, con precioso entorno natural, las gentes viven en armonía con la naturaleza, que Malick en su modo de filmar emparenta con la fuerza de Dios. Vemos como se conoció la pareja protagonista, se enamoraron, se casaron, tuvieron hijos, y trabajan duramente el campo, marcado por el habitual estilo malickiano, con mucho de silencios y miradas, con felices momentos de juegos en la hierba, abrazos, pero llega la ‘oscuridad’. Y el pueblo se torna en hostil, los lugareños viran a nazis apasionados odian al que no comulga con su nueva fe (ej.: la diatriba incendiaria antiinmigrante del alcalde de la ciudad), y este disidente es Franz, y por ende con su familia pasan a ser marginados y vejados, solo una anciana ayuda (cual excepción que confirma la regla) desinteresadamente a la esposa (quizás queriendo dejar un halo de esperanza en la raza humana).
El protagonista busca respuestas en la fe religiosa. En una capilla local tiene alegórica charla con el restaurador de las pinturas del techo (Johan Leysen)... (sigo en spoiler)
Aquí el peculiar estilo contemplativo del realizador de “Días del cielo” se explaya dejando su marca en un metraje desproporcionado para lo que cuenta, pretende llevar al espectador al éxtasis sensorial poético, enraizado en una visión panteísta de la naturaleza como símbolo deidífico, la imagen en miscelánea con la música sacra y reflexiones en off, ansia la trascendencia mística nos sobrelleve, intenta arrollarnos provocándonos un estado de ánimo lisérgico-mágico nos haga ver el interior de este mártir hierático; Apoyándose en una cámara co-protagonista manejada con glorioso sentido lírico por Jorg Widmer (operador de cámara en 5 películas del director, experto en la Steadicam que operó para Malick en la anterior “Song to Song”) se convierte en deux machine de epifanías en modo catarata constante, con mucha iluminación natural, exhibiendo gran intensidad en secuencias contemplativas, conjuga idílico paisaje alpino con primeros planos abrumadores que el objetivo parece abrazar cercano al ojo de pez, con grandes angulares, con parajes montañosos y de verdes prados al fondo, con bucólicos cielos con nubes. Ello con profusión de travellings, con mucha steadicam, numerosos cortes abruptos, y mucho juego entre la voz en off y la disonancia con las imágenes; Y todo esto adornado por música de resonancias sacras, con clásicos de Bach y Beethoven y Handel hasta Henry Gorecki, Arvo Pärt y Alfred Schnittke. Además de la original creada por James Newton Howard (“El fugitivo”), de resonancias celestiales en sus coros deidíficos.
Al principio resulta de Sindrome de Stendhal, acaba en tedioso con tropecientos mil repeticiones, llegándome sinfín de déjà vu, pareciendo Malick onanista se regodea en su estilo pictórico, lo que en principio era brillante se desgasta. Añádase en sus casi 3 horas de duración apenas sabemos del protagonista, de sus motivaciones pacifistas y anti-nazis, máxime cuando sabemos en principio se unió a los alemanes para invadir Francia, pero en segundo reclutamiento se hace objetor, es un misterio según se ve en la película, enigma indicado por imperativo del exiguo guión, nos quieren hacer ver a un ser íntegro, santo marginado socialmente, pero no nos dan poso de profundidad para saber por qué de sus razones, porque ha de sacrificarse por nada y dejar a su esposa e hijas solas. Terminas por sentir en realidad no le interesa el humano a Malick, sino el Santo enfrentado al mal que combatirá sin hacer un gesto o levantar la voz, lo vemos ir al matadero sin más, ni siquiera el juicio sirve para saber de su personalidad, esto resta y mucho. Tampoco ayuda lo caótico del lenguaje, alternando del inglés al alemán porque sí.
En el prólogo vemos imágenes de archivo en b/n del ascenso al poder de Hitler y todo lo que ello conlleva de escalada bélica y anexionista. Tras esto pantalla negra, sonidos de la naturaleza (viento, agua corriente) y voz masculina en off tenue: "Pensé que podríamos construir nuestro nido en lo alto de los árboles... Vuela como pájaros". Tras esto tomas de vistas evocadoras en lo alto de los Alpes austríacos en el valle de St. Radegund (Austria), y luego la grandeza coral de “St. Matthew Passion” entra para dejar claro de quién es esta película. Estamos en un pueblo enclavado en la ladera del valle entre enormes montes alpinos, con cabañas típicas tirolesas, con hermosa iglesia en el centro, los lugareños trabajan tranquilamente en campos cuando oyen un avión desde el cielo que no vemos, ellos miran, es la llegada de la Guerra en 1939. Allí viven Franz Jägerstätter (August Dielh, que da una comedida y ascética actuación) y su esposa Fani (buena Valerie Pachner), pareja de agricultores cuya vida simple se limita a sus cultivos, sus tres hijas. Malick vuelve a uno de sus mantras como es situar en el centro un ‘Paraíso terrenal’ y luego exponerlo a los Infiernos humanos.
La primera mitad es la más atractiva, describe arco de evolución más sentido, con precioso entorno natural, las gentes viven en armonía con la naturaleza, que Malick en su modo de filmar emparenta con la fuerza de Dios. Vemos como se conoció la pareja protagonista, se enamoraron, se casaron, tuvieron hijos, y trabajan duramente el campo, marcado por el habitual estilo malickiano, con mucho de silencios y miradas, con felices momentos de juegos en la hierba, abrazos, pero llega la ‘oscuridad’. Y el pueblo se torna en hostil, los lugareños viran a nazis apasionados odian al que no comulga con su nueva fe (ej.: la diatriba incendiaria antiinmigrante del alcalde de la ciudad), y este disidente es Franz, y por ende con su familia pasan a ser marginados y vejados, solo una anciana ayuda (cual excepción que confirma la regla) desinteresadamente a la esposa (quizás queriendo dejar un halo de esperanza en la raza humana).
El protagonista busca respuestas en la fe religiosa. En una capilla local tiene alegórica charla con el restaurador de las pinturas del techo (Johan Leysen)... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
... y este le comenta son cuadros felices de Jesús rodeado de sus discípulos, para los parroquianos tengan algo agradable que ver cuando se reclinen y miren arriba en los cielos. El pintor lamenta la cobardía le impide pintar a Jesús sufriendo en la cruz, y comenta “Cómo puedo saber lo que no he vivido?... Algún día tendré el coraje de aventurarme. Algún día les mostraré un verdadero Cristo... Se acerca una época más oscura y los hombres serán más inteligentes... No confrontan la verdad. Simplemente lo ignoran”. Franz primero acude al párroco local Fürthauer (Tobias Moretti) anhela apoyo a sus creencias, y encuentra a un converso nazi más. Luego visita al obispo Fliesser (Michael Nyqvist), le argumenta que "Si Dios nos da libre albedrío, somos responsables de lo que hacemos y lo que no hacemos... Estamos matando gente inocente, invadiendo otros países", pero encuentra una mansa oveja temerosa en el clérigo que le espeta, “Tienes un deber con la patria... La iglesia te lo dice". Esta travesía en busca de apoyo siéndole negado es parte del vía crucis en que se embarcado este mártir con efluvios por el modo de filmarlo Malick a Jesucristo en su padecimiento, ejemplificado claramente cuando dice, “Dios no nos enviará más de lo que podamos soportar”, y ya en el tramo final, "Guíanos hacia la luz eterna, guíanos hacia ti": pero incluso aquí encuentro lagunas, no se sabe de dónde le viene esta fe religiosa, no es que la defienda con vehemencia ante los demás, y también me pregunto porque en este pueblo él debe ser el más ‘radical’ en el cristianismo pacifista.
La segunda mitad nos lleva con Jägerstätter a la prisión, alternamos entre el calvario entre rejas y el sufrimiento de la esposa en el pueblo alpino, donde Franz a pesar de las presiones se mantiene inflexible, no hay dudas morales (a pesar de las consecuencias de su postura conllevar dejar sola a su mujer e hijas), esto deshumaniza al protagonista convirtiéndolo en un ser pétreo sin fisuras, pero si hasta Jesucristo dudó en la Cruz. En esta parte la mayoría de la narración se sustenta epistolarmente a través de las cartas que Franz envía a su mujer, ello salpicado de momentos con los sádicos guardias nazis (pero nada explícito o sangriento). Y con Franciska teniendo que sacar adelante la granja en solitario, con ayuda de su hermana. Pero realmente vemos que ella siente amor por su marido, pero nunca sabemos realmente que opina de su martirologio.
Malick intenta humanizar a los nazis en la figura del presidente del tribunal que le juzga (Bruno Ganz), se reúne en solitario con el acusado Franz para pedirle desista en su intransigencia, pues le va a llevará a la muerte sin sentido alguno. Aquí es el único momento en que Jägerstätter habla de su postura con dudas, pero no en si desistir o no, sino que no sabe bien porque lo hace (¿?), si por orgullo o por principios éticos (¿?), quedándome la reflexión de que todo se reduce a la vida o los principios u orgullo, y en realidad no hay, el resto es estirar el chicle de modo narcisista. Con lo que me llega a parecer un cabezón cerril el dejarse llevar a la guillotina por no querer jurar lealtad a Hitler y luego dedicarse a sanitario, y con ello poder ver a su esposa e hijas.
El tramo de la ejecución resulta muy bien llevado en la liturgia fría del mismo, como esperan los a ejecutar afuera de un almacén, entran en él cuando les toca, esperan junto a una cortina negra y cuando esta se abre vemos la guillotina con el suelo mojado tras ser limpiado de la sangre, ejemplificando la maquinaría fría y aséptica de la muerte. Malick exhibe la ‘Resurrección’ (emparejándose otra vez con Jesucristo) figurada cuando tras su muerte vemos imágenes de los Alpes, cual si se hubiera transformado en el aire de esta naturaleza.
Película que sin la pretenciosidad y narcisismo de Malick podría haber sido más de lo que me resulta. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2021/02/vida-oculta.html
La segunda mitad nos lleva con Jägerstätter a la prisión, alternamos entre el calvario entre rejas y el sufrimiento de la esposa en el pueblo alpino, donde Franz a pesar de las presiones se mantiene inflexible, no hay dudas morales (a pesar de las consecuencias de su postura conllevar dejar sola a su mujer e hijas), esto deshumaniza al protagonista convirtiéndolo en un ser pétreo sin fisuras, pero si hasta Jesucristo dudó en la Cruz. En esta parte la mayoría de la narración se sustenta epistolarmente a través de las cartas que Franz envía a su mujer, ello salpicado de momentos con los sádicos guardias nazis (pero nada explícito o sangriento). Y con Franciska teniendo que sacar adelante la granja en solitario, con ayuda de su hermana. Pero realmente vemos que ella siente amor por su marido, pero nunca sabemos realmente que opina de su martirologio.
Malick intenta humanizar a los nazis en la figura del presidente del tribunal que le juzga (Bruno Ganz), se reúne en solitario con el acusado Franz para pedirle desista en su intransigencia, pues le va a llevará a la muerte sin sentido alguno. Aquí es el único momento en que Jägerstätter habla de su postura con dudas, pero no en si desistir o no, sino que no sabe bien porque lo hace (¿?), si por orgullo o por principios éticos (¿?), quedándome la reflexión de que todo se reduce a la vida o los principios u orgullo, y en realidad no hay, el resto es estirar el chicle de modo narcisista. Con lo que me llega a parecer un cabezón cerril el dejarse llevar a la guillotina por no querer jurar lealtad a Hitler y luego dedicarse a sanitario, y con ello poder ver a su esposa e hijas.
El tramo de la ejecución resulta muy bien llevado en la liturgia fría del mismo, como esperan los a ejecutar afuera de un almacén, entran en él cuando les toca, esperan junto a una cortina negra y cuando esta se abre vemos la guillotina con el suelo mojado tras ser limpiado de la sangre, ejemplificando la maquinaría fría y aséptica de la muerte. Malick exhibe la ‘Resurrección’ (emparejándose otra vez con Jesucristo) figurada cuando tras su muerte vemos imágenes de los Alpes, cual si se hubiera transformado en el aire de esta naturaleza.
Película que sin la pretenciosidad y narcisismo de Malick podría haber sido más de lo que me resulta. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2021/02/vida-oculta.html