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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Drama. Romance En un hotel al viejo estilo conviven desde hace tiempo varios huéspedes fijos. Un militar retirado, con una gloriosa hoja de servicios, que teme que un suceso poco honroso llegue a comprometerle, una madre estricta y decadente que vive con su hija, un matrimonio fracasado, un profesor de cultura griega... Viejas historias y nuevos problemas que se hacen carne viva entre los barrocos muros del hotel. (FILMAFFINITY)
17 de julio de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
67/08(17/05/14) Un sugerente film dramático en que se reflexiona sobre la soledad con el trasfondo de un hotel donde se entrecruzan varias historias donde se tocan además temas como la intolerancia, los prejuicios sociales, la represión sexual (muy valiente tocar esto para su tiempo), la frustración anímica, amores atormentados, la dignidad, el miedo a envejecer, el aislamiento social, la resignación, la mentira, las obsesiones, la hipocresía, las segundas oportunidades y más. Ello con unos actores que relucen con unos trabajos fascinantes por su fuerza emocional. La sinopsis me la salto por falta de espacio.

El dramaturgo inglés Terence Rattingan (“El Príncipe y La Corista”) ideó crear una serie de historias en el marco cerrado de un hotel, similar a la novela de la austriaca Vicki Baum “Menschen im Hotel” (1929) llevada al cine por Hollywood con gran éxito en 1931, “Grand Hotel” de Edmund Goulding, pariendo dos obras en un solo acto, “Table By The Window” (La Mesa Junto A La Ventana) sobre una atormentada pareja, él (John Malcolm) un político alcohólico y derrotado, ella (Ann Shankland) su ex-esposa que tras otro matrimonio fallido vuelve a reencontrarse con él en el hotel, la otra historia es “Table Number Seven” (Mesa Número Siete), una historia de amor compleja entre dos marginales personajes, él un ex-militar (Angus pollock) que adorna su vacía vida con mentiras, ella (Sybil) una solterona reprimid, el hotel es el mismo en los dos relatos, el Beauregard de Bournemouth, las historias están separadas por 18 meses, la directora, la administradora y el personal de servicio es el mismo. En el teatro las dos obras se partían en un intermedio, el mismo actor daba vida al político y al ex-militar. Para dar el salto a la gran pantalla el dramaturgo, el guionista John Gay (“Los 4 Jinetes Del Apocalipsis”) y el no acreditado John Michael Hayes (“La Ventana Indiscreta”) entrelazan las historias haciendo que los actores y actrices fuesen diferentes, asimismo se alteró que Malcolm no fuera un político si no un escritor. Producen Harold Hecht (“Marty”) y Burt Lancaster, este último pretendía que el director fuese Laurence Olivier, pero una disputa entre ambos hizo que Olivier lo dejase, Lancaster también tuvo desavenencias con el director final Delbert Mann, pensaba que no le hacía brillar sufrientemente, incluso Wendi Hiller contó que cortó sus dos mejores escenas para poner una de él junto a Rita Hayworth.

La cinta explora de modo conmovedor las consecuencias de la soledad interior, ello a través de varios romances, entrelazándose con una subtrama de prejuicios sociales donde crítica la intolerancia y los convencionalismos. Se aborda a los personajes como barcos a la deriva que buscan su puerto en el que ser amados, seres desilusionados, taciturnos, inseguros, sugestionables, angustiados, a los que les falta comunicación, seres que anhelan amor, comprensión hacia los demás y hacia ellos mismos, cariño, ilusionarse, abrir su corazón. El hotel es un collage que intenta reflejar la sociedad contemporánea, sabiendo el realizador describir en pocas pinceladas a unos personajes que transpiran humanidad, que desbordan imperfecciones, no hay malos y buenos, todos somos grises, esto hace que empaticemos fácilmente con ellos, que nos involucremos que lo que les pasa. Delbert Mann hace discurrir la historia con serenidad pero con fluidez, sabiendo alternar con hábil montaje las subtramas, insertando pequeñas dosis de humor, casi siempre a cargo de la sirvienta Doreen (buena Priscilla Morgan), llegando siempre en mal momento y con la frase adecuada para soliviantar, pero preponderando momentos de intensidad.

La puesta en escena a pesar de su eminentemente condición teatral reluce con unos decorados fenomenales de Edward Carrere (“Grupo Salvaje”), con una elegante fotografía de Charles Lang (“Con faldas y a lo loco”) con dos travellings que abren y cierran el film, maravilloso, con una correcta música ambiental de David Raksin (“Tiempos Modernos”), se añade la bonita canción “Separate Tables” con música de Harry Warren, letra de Harold Adamson y cantada por Vic Damone que suena en los créditos iníciales.

Hay unas cuantas escenas que se te quedan, como el primer “juicio” al Major, donde sobresale la rigidez de miras de la Sra. Railton, su poder de manipulación, como cree dogmáticamente que sus ideas son las buenas y punto, los chispeantes encuentros entre Ann y John Malcolm, derroche de sentimientos encontrados, y las dos cúspides del film, la estremecedora confesión de Angus a Sibyl, se convierten en dos naves en la noche que se encuentran, trémula escena donde los sentimientos se ponen a flor de piel, la otra es su turbador final (spoiler) gran colofón que te deja con un gran sabor de boca, te hace pensar que aún hay esperanzas en el ser humano.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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