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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
5
Thriller. Ciencia ficción En un almacén abandonado, unos carroñeros en busca de víveres se topan con un implacable enemigo. Si quieren sobrevivir, deberán escapar a través de un inhóspito páramo. Episodio de la cuarta temporada de Black Mirror. (FILMAFFINITY)
25 de enero de 2018
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
24/24(24/01/18) Bajonazo (otro más) este quinto episodio de la serie de culto creada por Charlie Brooker para Netflix (las dos primeras estrenadas en el británico Channel Four), con guión del propio y dirigida por Davbiud Slade (“Hard Candy” o “30 Días de oscuridad”), un realizador que auguraba a priori buenas expectativas, pues conoce el medio bien en el que ha ofrecidos grandes momentos como demuestra la serie “Hannibal”. Este es el episodio más corto con 41 minutos y parece chirriar entre la idea general que ofrece “Black Mirror”, y es que los seguidores de la serie estamos ávidos de que nos ofrezcan dilemas morales en marcadas en reflexiones sobre como las nuevas tecnologías pueden pervertirse y degradarnos moralmente, pues bien, este capítulo es un ente extraño, es un simple survival en medio de un ambiente apocalíptico. Especie de batiburrillo de ideas de otras cintas empezando por su ambientación en blanco y negro, quizás influenciado por “Le dernier combat” (1983) de Luc Beson, heroína femenina perseguida por una “bestia” sobrehumana, claro remanente de la Tte. Ripley de Sigurney Weaver en “Alien” (1979) de Ridley Scott, destellos de “Predator” (1987) de John McTiernan por lo del ser incansable en su misión de matar, y por supuesto de “Terminator” (1984) de James Cameron, por lo de la máquina creada por humanos para acabar mediante su Inteligencia Artificial con los humanos. Pero todo este batiburrillo de elementos son puestos al servicio de un capítulo bastante plano, superficial, thriller de acción, que tras su trepidante relato de supervivencia (con muchas incoherencias y lagunas) se encuentra vacío de contenido, lo de la máquina contra el hombre (el Mito de Prometheo) está ya muy manido y aquí, y no hay recursos nuevos que ofrecer, de una trivialidad supina. En mi caso esperaba un giro final que me sacará de la sensación de vaguedad en el guión, en cierto modo se asemeja mucho al gran capítulo de la serie “Oso blanco” (2013), con un final sorpresa tremebundo, y aquí esperaba ese sopapo, pero mi gozo en un pozo. Es un clásico juego del gato y el ratón, pero sin sustancia, sin nada original que aportar, intenta dar más de lo que ofrece, intenta ser un trepidante producto que nos sobrelleve en intensidad, pero al final se queda en tierra de nadie, con dejadez en el argumento al no explicarse por qué de la situación que vemos, por qué el apocalipsis o el porqué de donde salen esos robots perros, quien los manda, son humanos quienes los dirigen, o son fruto de una conspiración cual Terminator en que las máquinas han tomado el poder. Todo es muy confuso, como es difuso el personaje de la protagonista encarnada por Maxine Peake (buena interpretación),mera figura que busca sobrevivir, por mucho que quieran darle algo a través de unas conexiones por walkie-talkie,resultan artificiosas.

La inspiración de Charles Brooker para el episodio vino de Videos de Boston Dynamics de "perros" que parecen muy similares, una vez más utilizando esa táctica de Black Mirror para advertirnos sobre dónde puede ponernos la tecnología de ahora en muy poco tiempo. Si te mantienes actualizado con las noticias sobre tecnología, probablemente hayas oído hablar de Boston Dynamics y sus creaciones de robots. Comenzó con Big Dog, que se desarrolló en Spot y Spot Mini. Pero también creaciones como Handle, Atlas y el Wildcat casi aterrador. El diseño de los "perros" es muy imaginativo. También están incómodamente cerca de un perro robot muy real en el que Boston Labs probablemente debería dejar de trabajar. Pero por lástima esto está insertado de modo plano, sin capacidad de insertarte algún pensamiento más allá del puro pasatiempo escapista ligero y banal.

La puesta es muy atractiva y prometedora de algo inteligente y opresivo empezando por supuesto por su fotografía en blanco y negro de Aaron Morton (“Underworld: La Rebelión de los Licántropos”), ello seguramente por dos motivos, primero para crear el clima de melancolía y tristeza de desesperanza, pero además, tangencialmente sirve para disimular los efectos visuales CGI para el “perro robot”, esto ayudado por los desolados lares por los que pasamos, fruto del diseño de producción de Joel Collins (“Guía del autoestopista galáctico”), filmando en los agrestes páramos de Dartmoor (Devon-UK), la sensación de desolación es aumentada por el turbador tema musical “Threnody to the Victims of Hiroshima” de Krzysztof Penderecki (“El resplandor”), añadiéndose el delicioso tema “The Golden Brown” de The Stranglers, que suena en un momento crucial.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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