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Voto de TOM REGAN:
10
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Drama. Comedia
Franquismo, años cuarenta. En una compañía de cómicos de la legua medio emparentados entre sí, aunque no recuerdan con precisión cuál es su parentesco, surgen amores y desamores. Hay separaciones dolorosas y encuentros felices; el trabajo se entremezcla con el amor, los problemas económicos con los familiares, y el hambre con el sueño de alcanzar el triunfo. (FILMAFFINITY)
9 de abril de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
55/12(16/03/15) Una de las Obras Maestras del cine español, gracias al genial Fernando Fernán Gómez, uno de los conmovedores homenajes se haya hecho al teatro, el de los perdedores, imperecedero clásico, radiografía en tono tragicomedia el mundo de los vagabundos de la escena, pululaban por la España de provincias intentando llevar entretenimiento a la gente del campo y que agoniza ante el auge del cine, un fresco amargo de la España de post-guerra, melancólica historia, el realizador consigue nos amoldemos a esta troupe de actores y sintamos sus penurias, alegrías y desatinos, se alcanza por una construcción de personajes fascinante, transpirando humanidad, aristas, matices, ilusión, optimismo, desprendiendo todos una estremecedora ternura, componiendo situaciones muy bien hiladas, y con diálogos deliciosos que mezclan el peor de los dramas con la pasión por hacer lo que les gusta, a estos e añade un elenco de actores en estado de gracia. El Gran Fernando Fernán Gómez demuestra lo Enorme y polifacético que era como artista, el film se basa en un libro suyo, el guioniza, dirige y además se guarda un sabroso papel. Primera película ganadora del premio Goya del cine español en 1987, además ganó el director y el guión, ambos a Fernán Gómez. Omito la sinopsis por falta de espacio.
Historia contada en en off por el protagonista, imbuida de un halo nostálgico desolador, tributo al mundo de los comediantes, los que nunca llegaran a ser algo, al de los fracasados crónicos, un microcosmos de soñadores que vagan por pueblos polvorientos, con ellos actuaremos un mugrientos bares, locales cochambrosos, establos, dormiremos en camas rancias, comeremos escasamente, cuando no pasaremos hambre, nuestras únicas propiedades estarán un una penosa maleta, medraremos por un trozo de pan, nos emborracharemos en noches toledanas, nos pelearemos con “el peliculero”, tendremos decorados cutres, seremos extras en films donde el objetivo será esconderse. Es el trágico y crudo recorrido por la derrota, cotidiana envuelta en esperanza rutinaria, un desgarrador retrato de un país deprimido, con un brillante guión que posee un equilibrio Magno entre lo dramático y lo cómico, humor sutil, castizo, agridulce, y sobre todo muy entrañable, un hermoso relato inundado de episodios emocionantes, de anécdotas divertidas, de conversaciones trémulas, delineando unos protagonistas envueltos en una tremenda dignidad (aunque no sepan bien que es). Fernán Gómez dirige con ritmo fluido, sereno, provocando risas, emotividad, escalofríos, enternecimiento en el espectador, haciendo que los personajes nos calen, nos dejen marca en el alma, con tramos de una cadencia cuasi-poética fatalista. No exenta de ácida y punzante crítica al régimen franquista, y a la Iglesia que le daba apoyo, ejemplo como los cómicos deben asistir a misa para estar a bien con el pueblo.
Un viaje rebosante de patetismo, alternaremos el presente con el pasado, con un mordaz giro de guión todo se filtrado por la mente trastocada de un comediante, donde será difícil distinguir lo real de la ficción, como la vida de un actor, mezclando realidad e imaginación, realidad y ficción, sirve para reflexionar sobre lo caprichoso de la memoria, sobre si es más importante haber vivido algo o pensar que realmente lo viviste, sobre si es mejor estar feliz por un gran pasado o descubrir la verdad de que ese pasado no existió, llegando el protagonista a niveles de patetismo demoledor.
En un tributo a los actores nada mejor que unos tocados por las musas. José Sacristán en una de sus mejores labores en pantalla, sublime su emocionante interpretación, muestra gran evolución, dominio del gesto y del lenguaje corporal, fabuloso, uso de la voz sublime, alternando con excelencia el pasado con el presente, mostrando el peso lapidario de los años, tanto físicos, como mentales, muestra dolor sin sobreactuar, deja ver grietas sin sentimentalismos, trémulo rol. Juan Diego compone con un tremendo carisma a Sergio, un veterano de la División Azul, aporta una gran química, una gran soltura, un magnetismo con la cámara grandioso, se mueve con hidalguía y un porte fenomenal. Fernando Fernán Gómez está exuberante en su papel de veterano de vuelta de todo, las penurias se le notan en las espaldas, un ser de tragedia griega que muestra una especial dignidad y majestuosidad, maravilloso en sus ataques de ira contra “el peliculero”. Gabino Diego compone a un imberbe y atolondrado muchacho, muy divertido su rol de gallego cerrado, dejando traslucir un aura de pesadumbre. Laura del Sol resulta magnífica, muy dulce su personaje, escalofriante charla en la cama con Carlos, su amante, esta le dice que no son actores, solo unos vagabundos, va a dejarlos por el hambre, escalofriante diálogo. Agustín González aprovecha su escasa presencia para dejar su huella de impresionante actor, un Coloso. Nuria Gallardo expone una gran picardía y a la vez inocencia, valiosa interpretación. Queta Claver en unos pocos minutos exhibe una estupenda y racial incorporación. Hay más como la gran María Luisa Ponte, Emma Cohen, Simón Andreu, Antonio Gamero o Miguel Rellán. Como curiosidad en una corta aparición sale como pueblerino paleto un joven Carmelo Gómez.
La puesta en escena es prodigiosa en canalizar sensaciones, filmando en Palazuelos (Guadalajara), en Arisgotas (Toledo), en la Plaza Mayor de Toledo, y en calles adyacentes, Orgaz (Toledo), y Ayllón (Segovia), recrea con esmero la España de provincias, todo embellecido por la fantástica fotografía de José Luis Alcaine (“Amantes”), en tonos ocres tierra, jugando con las penumbras, con la escasa luz, con clara vocación de trasladarnos a esta época, componiendo planos de gran belleza simbólica, con encuadres hermosos y alegóricos, y todo elevado por la preciosa música de Pedro Iturralde, de melodías jazzísticas, de notas melancólicas, se amolda como un guante a la historia, aportando afección y cariño, en miscelánea con la aflicción. (continua en spoiler)
Historia contada en en off por el protagonista, imbuida de un halo nostálgico desolador, tributo al mundo de los comediantes, los que nunca llegaran a ser algo, al de los fracasados crónicos, un microcosmos de soñadores que vagan por pueblos polvorientos, con ellos actuaremos un mugrientos bares, locales cochambrosos, establos, dormiremos en camas rancias, comeremos escasamente, cuando no pasaremos hambre, nuestras únicas propiedades estarán un una penosa maleta, medraremos por un trozo de pan, nos emborracharemos en noches toledanas, nos pelearemos con “el peliculero”, tendremos decorados cutres, seremos extras en films donde el objetivo será esconderse. Es el trágico y crudo recorrido por la derrota, cotidiana envuelta en esperanza rutinaria, un desgarrador retrato de un país deprimido, con un brillante guión que posee un equilibrio Magno entre lo dramático y lo cómico, humor sutil, castizo, agridulce, y sobre todo muy entrañable, un hermoso relato inundado de episodios emocionantes, de anécdotas divertidas, de conversaciones trémulas, delineando unos protagonistas envueltos en una tremenda dignidad (aunque no sepan bien que es). Fernán Gómez dirige con ritmo fluido, sereno, provocando risas, emotividad, escalofríos, enternecimiento en el espectador, haciendo que los personajes nos calen, nos dejen marca en el alma, con tramos de una cadencia cuasi-poética fatalista. No exenta de ácida y punzante crítica al régimen franquista, y a la Iglesia que le daba apoyo, ejemplo como los cómicos deben asistir a misa para estar a bien con el pueblo.
Un viaje rebosante de patetismo, alternaremos el presente con el pasado, con un mordaz giro de guión todo se filtrado por la mente trastocada de un comediante, donde será difícil distinguir lo real de la ficción, como la vida de un actor, mezclando realidad e imaginación, realidad y ficción, sirve para reflexionar sobre lo caprichoso de la memoria, sobre si es más importante haber vivido algo o pensar que realmente lo viviste, sobre si es mejor estar feliz por un gran pasado o descubrir la verdad de que ese pasado no existió, llegando el protagonista a niveles de patetismo demoledor.
En un tributo a los actores nada mejor que unos tocados por las musas. José Sacristán en una de sus mejores labores en pantalla, sublime su emocionante interpretación, muestra gran evolución, dominio del gesto y del lenguaje corporal, fabuloso, uso de la voz sublime, alternando con excelencia el pasado con el presente, mostrando el peso lapidario de los años, tanto físicos, como mentales, muestra dolor sin sobreactuar, deja ver grietas sin sentimentalismos, trémulo rol. Juan Diego compone con un tremendo carisma a Sergio, un veterano de la División Azul, aporta una gran química, una gran soltura, un magnetismo con la cámara grandioso, se mueve con hidalguía y un porte fenomenal. Fernando Fernán Gómez está exuberante en su papel de veterano de vuelta de todo, las penurias se le notan en las espaldas, un ser de tragedia griega que muestra una especial dignidad y majestuosidad, maravilloso en sus ataques de ira contra “el peliculero”. Gabino Diego compone a un imberbe y atolondrado muchacho, muy divertido su rol de gallego cerrado, dejando traslucir un aura de pesadumbre. Laura del Sol resulta magnífica, muy dulce su personaje, escalofriante charla en la cama con Carlos, su amante, esta le dice que no son actores, solo unos vagabundos, va a dejarlos por el hambre, escalofriante diálogo. Agustín González aprovecha su escasa presencia para dejar su huella de impresionante actor, un Coloso. Nuria Gallardo expone una gran picardía y a la vez inocencia, valiosa interpretación. Queta Claver en unos pocos minutos exhibe una estupenda y racial incorporación. Hay más como la gran María Luisa Ponte, Emma Cohen, Simón Andreu, Antonio Gamero o Miguel Rellán. Como curiosidad en una corta aparición sale como pueblerino paleto un joven Carmelo Gómez.
La puesta en escena es prodigiosa en canalizar sensaciones, filmando en Palazuelos (Guadalajara), en Arisgotas (Toledo), en la Plaza Mayor de Toledo, y en calles adyacentes, Orgaz (Toledo), y Ayllón (Segovia), recrea con esmero la España de provincias, todo embellecido por la fantástica fotografía de José Luis Alcaine (“Amantes”), en tonos ocres tierra, jugando con las penumbras, con la escasa luz, con clara vocación de trasladarnos a esta época, componiendo planos de gran belleza simbólica, con encuadres hermosos y alegóricos, y todo elevado por la preciosa música de Pedro Iturralde, de melodías jazzísticas, de notas melancólicas, se amolda como un guante a la historia, aportando afección y cariño, en miscelánea con la aflicción. (continua en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Momentos para el recuerdo: Antes de los créditos, el comienzo con un primer plano en penumbra de Carlos Galván, con la música de fondo de Los Panchos, "Hay que recordar", deja entrever su volátil memoria, y comienza la narración, con un icono del cine español, estos comediantes surcando a pie polvorientos caminos con sus maletas de cartón; Uno de los mantras del film es un latiguillo que Sergio le espeta a menudo a Carlos Galván en tono teatral <Galván, Galván, hijo y nieto de Galvanes! De cómicos de vagabundos! No reniegues de tus ancestros!>; Presentación de un obra de la troupe <Esta noche representaremos “Los claveles de Margarita” sin margarita, y si las cosas se ponen malas, sin claveles>; El descacharrante modo en que Carlitos encuentra su vocación de actor, gracias a la sensualidad-musa de Rosita y sus encantos; Carlitos contando a su padre que va a jugar al futbol a la tarde siguiente y que no puede actuar, el padre encoleriza, sobre todo porque este deporte es su enemigo, pero Carlitos lo deja helado con el motivo real por el que va, les dan un bocadillo, el jinete del Hambre, descorazonador; Todo el divertido y a la vez melodramático tramo en que aparece Zacarías Carpintero, tipo con dinero, pero agarrado, que se cree un creador de musicales, sus divertidas negociaciones con los Galvanes; El jocoso tramo en que Sergio una noche en un pueblo enarbola una pistola por las calles del lugar, va con Carlos e hijo, encuentran una pareja besándose y Sergio apuntándoles juega perversamente con ellos; El Homérico monólogo que Carlos Galván les proclama a unos lugareños que quieren hacer de extras en un film que van a rodar en el pueblo, Carlos en tono solemne y firme reivindica que esa es su profesión, de ponerse la piel de gallina; Durante la filmación de este film, Don Arturo debe decir unas palabras, acostumbrado al histrionismo del teatro no sabe interpretar sin sobreactuar, y es despedido por un enfurecido director, a lo que Don Arturo comenta en decaído tono <Esto del cine es una mierda, no tiene nada que ver con el teatro>, he leído que los actores lloraron al rodar esta secuencia; La triste mirada de Carlos Galván al bar donde van actuar, el local está vacío; Cuando Arturo habla con su hijo de que se va a unir a otra compañía, la de los Calleja Ruiz, le comenta agriamente que nació en una carreta, y que si muere en la furgoneta del grupo al que se une habrá mejorado, zozobrante; El erótico momento en que Rosita se pone cachonda en la pensión, se echa agua por la nuca, cayéndole por el cuerpo y transparentándoselo los pezones, su modo de expresarse es de gata en celo, Carlos Galván cae rendido ante la sensualidad de ella; El tremebundo momento en que Sergio Maldonado destroza la historia de Carlos Galván, devastador; El evocador momento en que la mente de Carlos Galván se imagina en pantalla junto a la mayor diva que ha dado el Cine, Marilyn Monroe, en un juego de montaje en la actriz en el film “Niágara” se abraza a Carlos transformado en un galán; El abracadabrante palabro que pone al día Fernán Gómez en el film para referirse a su nieto, Zangolotino.
Hay quien ha encontrado un defecto estructura de saltos en el tiempo que puede hacer perderse un poco el ritmo, yo pienso que es fundamental para acentuar la escalada trágica del protagonista, atrapado en un mundo inventado, ya que la realidad le ha sido amarga. Recomendable a todo el mundo por el calado que deja en el que la ve. Fuerza y honor!!!
Hay quien ha encontrado un defecto estructura de saltos en el tiempo que puede hacer perderse un poco el ritmo, yo pienso que es fundamental para acentuar la escalada trágica del protagonista, atrapado en un mundo inventado, ya que la realidad le ha sido amarga. Recomendable a todo el mundo por el calado que deja en el que la ve. Fuerza y honor!!!