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Voto de TOM REGAN:
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Comedia
Cuando el director de una importante empresa se suicida, todos los accionistas se ponen de acuerdo y elaboran un plan para obtener los mayores beneficios posibles: se trata de poner al frente del consejo de dirección a alguien fácilmente manipulable. Todo parece sencillo hasta que entra en escena Amy Archer. (FILMAFFINITY)
17 de junio de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
86/06(07/05/16 ) Notable film del binomio de los hermanos Coen, esta vez con la ayuda en el guión y en la dirección (de segunda unidad) de un amigo, Sam Raimi (Trilogía “The Evil Dead”), los tres escribieron el guión, siendo dirigida oficialmente por Joel Coen, homenaje espléndido al cine optimista de Frank Capra, de Preston Sturgess, y al film de Hawks “Luna Nueva” (1940), enmarcado en una Nueva York que parece salida de la mente del Fritz Lang de “Metrópolis” (1927), por lo la ciudad de grandiosos rascacielos y abajo se asientan la maquinaria que los obreros deben hacer funcionar para beneficio de los que viven en la cima de estos edificios. Una oda al individualismo y a la fe del hombre (mujer) común, una historia con un entrañable halo esperanzador, arremetiendo con mordacidad contra el capitalismo despiadado que representa esa sala de gerifaltes de Hudsucker Proxy. Con un ritmo trepidante nos habla de cómo los poderosos manipulan a la incauta clase baja en su favor, lo hace hundiendo su desarrollo en el genuino screw-ball, donde las réplicas y contrarréplicas resultan sabrosas, incluso con ingeniosos momentos de slapstick físico delirante, recordando a los Chaplin, Keaton o Lloyd.
Cinta que te atrapa desde su potente y sugestivo inicio, de una riqueza visual extraordinaria, luego viene una construcción de personajes perfilados de modo formidable, en una miscelánea deliciosa entre el clasicismo de los años 30 y 40 con el toque corrosivo de los Coen, evolucionando con diálogos sabrosos, que emanan cinismo, ironía, mala baba, con punzantes duelos dialécticos, jugando con los dobles sentidos, con los montajes paralelos, en un abordaje cáustico de temas como la codicia, la fe en uno mismo, la lucha de clases, el poder de los medios, o el mencionado capitalismo desalmado. Un relato que construye con fluidez narrativa situaciones delirantes, emocionantes, tensas, y muy divertidas, mezclando el humor de todo tipo, el gag físico, el oral, el negro, e incluso tramos de humor cercano al toon. Una obra que es diáfano tributo al cine de los 30 y 40.
Tim Robbins borda su inocentón rol, lo dota de bonhomía, de torpeza, de alma, de frescura, cierto que su físico se asemeja a Gary Cooper por lo desgarbado, y en la comedia física resulta aún más divertido por lo aparatoso, el productor Joel Silver propuso en principio a Tom Cruise de Norville. Paul Newman resulta sublime en el papel del villano, una poderosa presencia que desborda carisma, temple, astucia, denota autosuficiencia, manipulación sibilina, excelso el modo regio en que fuma puros, un Titán, Clint Eastwood fue la primera opción de los Coen para este papel, que lo rechazó por problemas de agenda. Jennifer Jason Leigh sobresaliente como la impetuosa, radiante, visceral periodista, pícara, con una atronadora chispa, con ingenio, con matices, con arrogancia, emulando con un vigor tremendo a las Jean Arthur o Katherine Hepburn, con una rapidez oral formidable, con unos toma y daca fenomenales con Bruce Campbell y John Mahoney, Winona Ryder y Bridget Fonda fueron barajadas para el rol.
El protagonista es una fenomenal mezcla de personajes de Frank Capra, un inocentón, cándido, idealista, provinciano, y que en principio parece maleable por el poder, el James Stewart de “Caballero sin espada” (1939), el Gary Cooper de “Juan nadie” (1941) o el mismo de “El secreto de vivir” (1936), el alter ego en este film es Norville Barnes, que como estos mencionados llega a la gran ciudad que engulle sus incorruptibles ideales en la corrupción moral de esta jungla de ambiciones desmedidas, que caerá en el abismo, levantándose con coraje, fortaleza y con más sabiduría parta afrontar los males esta nuestra putrefacta sociedad. La protagonista Amy Archer está claramente sacada de este universo de personajes, una chica resabiada, arrogante, pícara, valiente, hastiada del mundo decadente que le rodea, en clara sintonía con la Jean Arthur de “Vive como quieras”, periodistas que intentará desenmascarar a un gerifalte (como en esta), y que al final termina enamorándose del infeliz, o la misma de “Luna Nueva”, una reportera cansada de la podredumbre que la asfixia, que mantiene cruces verbales eléctricos con sus compañeros de profesión, o la Barbara Stanwyck de “Las tres noches de Eva” (1941), la forma en que Amy traba relación con Norville es la misma que Barbara tiene con su “presa” Henry Fonda. El villano en este caso es encarnado por Paul Newman, está claramente inspirado en los malos malísimos de Frank Capra, es listo, ingenioso, millonario, malvado, codicioso, amoral, manipulador, e intentará manejar a su antojo al protagonista, como los villanos de “Caballero sin espada”, “Juan nadie”, o que “Qué bello es vivir” (1946), o su principio en que vemos a alguien a punto de suicidarse (apunto algo más en spoiler). Asimismo el film tiene algo de “El apartamento” (1960) de Billy Wilder, en exhibir la inmensidad de un espacio cuasi-infinito donde trabajan personas anónimas, emitiendo insignificancia, ser un eslabón más de una maquinaria engrasada para despersonalizarnos.
La puesta en escena resulta prodigiosa, con un deslumbrante diseño de producción de Dennis Gassner (“Big Fish”), con una escenografía que bebiendo de la arquitectura nazi, especialmente del trabajo de Albert Speer, influenciada por el film de Terry Gilliam “Brazil” (1985), asimismo de la obra arquitectónica de Frank Lloyd Wright y por el movimiento Art Deco, curiosamente no grabando en Nueva York, se filmó bastante en Chicago, en un centro comercial para la entrada y vestíbulo de Industrias Hudsucker y en el Hotel fue el salón de baile de Navidad, asimismo se rodó en Carolco Studios en Wilmington, Carolina del Norte, allí se creó la impresionante maqueta de la ciudad de Nueva York, conjunto diseñado por los supervisores de efectos especiales Michael J. McAlister (“El Imperio contraataca”) y Mark Stetson (la Trilogía “El Señor de los anillos”),... (sigue en spoiler)
Cinta que te atrapa desde su potente y sugestivo inicio, de una riqueza visual extraordinaria, luego viene una construcción de personajes perfilados de modo formidable, en una miscelánea deliciosa entre el clasicismo de los años 30 y 40 con el toque corrosivo de los Coen, evolucionando con diálogos sabrosos, que emanan cinismo, ironía, mala baba, con punzantes duelos dialécticos, jugando con los dobles sentidos, con los montajes paralelos, en un abordaje cáustico de temas como la codicia, la fe en uno mismo, la lucha de clases, el poder de los medios, o el mencionado capitalismo desalmado. Un relato que construye con fluidez narrativa situaciones delirantes, emocionantes, tensas, y muy divertidas, mezclando el humor de todo tipo, el gag físico, el oral, el negro, e incluso tramos de humor cercano al toon. Una obra que es diáfano tributo al cine de los 30 y 40.
Tim Robbins borda su inocentón rol, lo dota de bonhomía, de torpeza, de alma, de frescura, cierto que su físico se asemeja a Gary Cooper por lo desgarbado, y en la comedia física resulta aún más divertido por lo aparatoso, el productor Joel Silver propuso en principio a Tom Cruise de Norville. Paul Newman resulta sublime en el papel del villano, una poderosa presencia que desborda carisma, temple, astucia, denota autosuficiencia, manipulación sibilina, excelso el modo regio en que fuma puros, un Titán, Clint Eastwood fue la primera opción de los Coen para este papel, que lo rechazó por problemas de agenda. Jennifer Jason Leigh sobresaliente como la impetuosa, radiante, visceral periodista, pícara, con una atronadora chispa, con ingenio, con matices, con arrogancia, emulando con un vigor tremendo a las Jean Arthur o Katherine Hepburn, con una rapidez oral formidable, con unos toma y daca fenomenales con Bruce Campbell y John Mahoney, Winona Ryder y Bridget Fonda fueron barajadas para el rol.
El protagonista es una fenomenal mezcla de personajes de Frank Capra, un inocentón, cándido, idealista, provinciano, y que en principio parece maleable por el poder, el James Stewart de “Caballero sin espada” (1939), el Gary Cooper de “Juan nadie” (1941) o el mismo de “El secreto de vivir” (1936), el alter ego en este film es Norville Barnes, que como estos mencionados llega a la gran ciudad que engulle sus incorruptibles ideales en la corrupción moral de esta jungla de ambiciones desmedidas, que caerá en el abismo, levantándose con coraje, fortaleza y con más sabiduría parta afrontar los males esta nuestra putrefacta sociedad. La protagonista Amy Archer está claramente sacada de este universo de personajes, una chica resabiada, arrogante, pícara, valiente, hastiada del mundo decadente que le rodea, en clara sintonía con la Jean Arthur de “Vive como quieras”, periodistas que intentará desenmascarar a un gerifalte (como en esta), y que al final termina enamorándose del infeliz, o la misma de “Luna Nueva”, una reportera cansada de la podredumbre que la asfixia, que mantiene cruces verbales eléctricos con sus compañeros de profesión, o la Barbara Stanwyck de “Las tres noches de Eva” (1941), la forma en que Amy traba relación con Norville es la misma que Barbara tiene con su “presa” Henry Fonda. El villano en este caso es encarnado por Paul Newman, está claramente inspirado en los malos malísimos de Frank Capra, es listo, ingenioso, millonario, malvado, codicioso, amoral, manipulador, e intentará manejar a su antojo al protagonista, como los villanos de “Caballero sin espada”, “Juan nadie”, o que “Qué bello es vivir” (1946), o su principio en que vemos a alguien a punto de suicidarse (apunto algo más en spoiler). Asimismo el film tiene algo de “El apartamento” (1960) de Billy Wilder, en exhibir la inmensidad de un espacio cuasi-infinito donde trabajan personas anónimas, emitiendo insignificancia, ser un eslabón más de una maquinaria engrasada para despersonalizarnos.
La puesta en escena resulta prodigiosa, con un deslumbrante diseño de producción de Dennis Gassner (“Big Fish”), con una escenografía que bebiendo de la arquitectura nazi, especialmente del trabajo de Albert Speer, influenciada por el film de Terry Gilliam “Brazil” (1985), asimismo de la obra arquitectónica de Frank Lloyd Wright y por el movimiento Art Deco, curiosamente no grabando en Nueva York, se filmó bastante en Chicago, en un centro comercial para la entrada y vestíbulo de Industrias Hudsucker y en el Hotel fue el salón de baile de Navidad, asimismo se rodó en Carolco Studios en Wilmington, Carolina del Norte, allí se creó la impresionante maqueta de la ciudad de Nueva York, conjunto diseñado por los supervisores de efectos especiales Michael J. McAlister (“El Imperio contraataca”) y Mark Stetson (la Trilogía “El Señor de los anillos”),... (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
... con efectos adicionales por The Computer Film Company (manipulaciones del zoom de Norville al principio, CGI nieve y escenas de caídas del rascacielos), supervisado por Janek Sirrs (“Matrix”), en figuración no real, si no idealizada, los Coen querían algo más estilizado. Se necesitaron tres meses y 27 especialistas para crear la ciudad en miniatura a escala de 24: 1, el edificio Hudsucker, a escala 6: 1 para planos más estrechos entre ellos el largo zoom de Norville al principio, todo en pos de unos f/x al servicio de la historia. Esto bajo la excelsa fotografía de Roger Deakins (“Cadena perpetua”), exquisitas tonalidades evocan la época tratada, jugando con luz tenue, con semioscuridad, con sombras, angulaciones, picados y contrapicados, preciosos travellings, fulgurantes cenitales, o alegóricas profundidades de campo. Se suma una deliciosa puntuación del músico de cámara de los Coen, Carter Burwell (“Muerte entre las flores”), imprime sensación mágica al relato, se añade música clásica, el "Adagio de Espartaco y Frigia" del ballet Spartacus de Khachaturian base del tema principal y música adicional de pistas de ballet en la secuencia de Hula-Hoop, o el tema popular de la época "Memories Are Made of This", cantado por Vic Tenetta (Peter Gallagher), inspirándose en Dean Martin, el trepidante “Sabre dance” de Gayané (tema del film “Un, Dos, Tres” de Billy Wilder) se oye mientras un niño hace malabares con el hula-hop.
Spoiler:
Momentos recordables: Su sugerente arranque, la visión nocturna y nevada de una Manhattan idealizada, un plano secuencia (trucado) en que la cámara surca volando las calles de la Gran Manzana, mientras la voz de Moses (Bill Cobbs) nos da el prólogo de donde estamos, hasta llegar a un enorme rascacielos, de una ventana de la cima sale un tipo a la cornisa, con intenciones suicidas, todo adornado por la fascinante música, y entonces se produce el flash-back que será el film, para saber cómo este hombre pudo llegar a esta situación, magnífica introducción; El modo en que el ilusionado Norville Barnes busca trabajo, observando un tablero en el que aparecen decenas de ofertas de empleo, pero en todas ellas se exige experiencia mínima de dos años, hasta de barrendero, la imagen de cómo su rostro va cambiando de alegre a triste es delirante; El tramo del suicidio de Hudsucker, ,con el final toque coeniano con un contrapicado de una mujer oronda gritando a mandíbula batida, descacharrante humor negro; Las delirantes normas que un operario le da a Norville con la coletilla mantra de <... te reducen el sueldo...>; El jocoso tramo en que un operario aparece en la sala de correos con el sobre azul, y como todos desaparecen; Cuando Norville le lleva el sobre azul a Mussburger y le enseña su gloriosa idea, un papel con un círculo (un desternillante running-gag), tras esto se produce un homenaje al cine mudo de humor, con Mussburger en primer plano hablando por teléfono y Norville en segundo plano intentando apagar un fuego en una papelera y como su torpeza encadena desastre tras desastre, acabando el estropicio con Mussburger cabeza abajo fuera de la ventana, con el abismo bajo él, sostenido por Norville de los pies, las costuras se empiezan a romper de los pantalones de Mussburger, y entonces se produce un fascinante montaje paralelo flash-back en que vemos como el sastre de Mussburger le salvará la vida; Muchos más pero el límite de caracteres...
El ángel que aparece para salvar al protagonista, es un claro tributo al también ángel Clarence de “Qué bello es vivir”. Sam Raimi director segunda unidad, rueda la secuencia del suicidio de Waring Hudsucker y la del virtuoso niño con el hula hoop.
En conjunto una notable película de las que te hace pasar un rato ameno, de las que recordaras por su bello envoltorio homenaje al cine de oro, y por su vitalista moraleja. Fuerza y honor!!!
Crítica sesgada por el límite de caracteres, ver íntegra en: http://tomregan.blogspot.com/2016/06/el-gran-salto.html
Spoiler:
Momentos recordables: Su sugerente arranque, la visión nocturna y nevada de una Manhattan idealizada, un plano secuencia (trucado) en que la cámara surca volando las calles de la Gran Manzana, mientras la voz de Moses (Bill Cobbs) nos da el prólogo de donde estamos, hasta llegar a un enorme rascacielos, de una ventana de la cima sale un tipo a la cornisa, con intenciones suicidas, todo adornado por la fascinante música, y entonces se produce el flash-back que será el film, para saber cómo este hombre pudo llegar a esta situación, magnífica introducción; El modo en que el ilusionado Norville Barnes busca trabajo, observando un tablero en el que aparecen decenas de ofertas de empleo, pero en todas ellas se exige experiencia mínima de dos años, hasta de barrendero, la imagen de cómo su rostro va cambiando de alegre a triste es delirante; El tramo del suicidio de Hudsucker, ,con el final toque coeniano con un contrapicado de una mujer oronda gritando a mandíbula batida, descacharrante humor negro; Las delirantes normas que un operario le da a Norville con la coletilla mantra de <... te reducen el sueldo...>; El jocoso tramo en que un operario aparece en la sala de correos con el sobre azul, y como todos desaparecen; Cuando Norville le lleva el sobre azul a Mussburger y le enseña su gloriosa idea, un papel con un círculo (un desternillante running-gag), tras esto se produce un homenaje al cine mudo de humor, con Mussburger en primer plano hablando por teléfono y Norville en segundo plano intentando apagar un fuego en una papelera y como su torpeza encadena desastre tras desastre, acabando el estropicio con Mussburger cabeza abajo fuera de la ventana, con el abismo bajo él, sostenido por Norville de los pies, las costuras se empiezan a romper de los pantalones de Mussburger, y entonces se produce un fascinante montaje paralelo flash-back en que vemos como el sastre de Mussburger le salvará la vida; Muchos más pero el límite de caracteres...
El ángel que aparece para salvar al protagonista, es un claro tributo al también ángel Clarence de “Qué bello es vivir”. Sam Raimi director segunda unidad, rueda la secuencia del suicidio de Waring Hudsucker y la del virtuoso niño con el hula hoop.
En conjunto una notable película de las que te hace pasar un rato ameno, de las que recordaras por su bello envoltorio homenaje al cine de oro, y por su vitalista moraleja. Fuerza y honor!!!
Crítica sesgada por el límite de caracteres, ver íntegra en: http://tomregan.blogspot.com/2016/06/el-gran-salto.html