La serie icono sobre el Holocausto, valga la redundancia. Es un colosal retrato sobre el padecimiento de los judíos en tiempos del nazismo. El hilo conductor es una familia hebrea de clase alta que reside en Berlín, la acción arranca en los comienzos del régimen hitleriano con una boda entre Karl Weiss (James Woods), el hijo artista de la familia e Inga (Meryl Streep), una alemana aria, con este punto de partida asistimos a las diferentes etapas y acontecimientos que marcaron estos tétricos años, el auge, la toma del poder, el exterminio de los que tenían problemas psíquicos, La Noche de los Cristales Rotos, la instauración de las leyes de Núremberg, la salida forzosa de miles de judíos de Alemania, el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, los guetos, la rebelión en ellos, las deportaciones a los campos de exterminio, como sobrevivían y morían allí, la utilización de cámaras de gas, el vergonzoso Campo checo donde a la Cruz Roja se la intentaba engañar enseñándoles lo “Bien” que trataban a los “seres inferiores”, mediante un hermano de Karl (Ruddy), vemos otra vertiente como fue la resistencia y la lucha, el rebelarse contra la barbarie, por sus ojos asistimos a las matanzas por fusilamientos sumarísimos de miles y miles de hebreos en las Repúblicas Soviéticas, hasta que llegamos a el final de la contienda. Asimismo hay un personaje alemán apolítico, Erik Dorff (Michael Moriarty), se mete en las SS por su mujer, una especie de lady Macbeth, que le empuja una y otra vez para ir subiendo en el escalafón hasta llegar a tener un cargo importante en el departamento de deportaciones, justo por debajo de Eichmann, es una metáfora sobre mucha gente que en esos terribles años hizo lo fácil, apuntarse al partido para beber del pesebre y aprovecharse de todas sus ventajas, incluidas todo lo que se les “requiso” a la “raza inferior”, sus casas, sus joyas, etcétera. La serie tiene extraordinarias interpretaciones de las que se te quedaran para siempre en el subconsciente, la recreación de lo que pasó es antológica, la música de Heinrich Heine es deliciosa, cada vez que en un episodio suena se te pone la piel de gallina. Es un fresco histórico demoledor, te conmoverá, te hará sufrir, sentirás rabia, quizás que incluso llores, en definitiva, una Obra Maestra de la pequeña pantalla. Recomendable a todos sin excepción. Fuerza y honor!!!