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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
8
Comedia Charlot se encuentra sin trabajo y sus perspectivas no son nada halagüeñas cuando salva a una perra errante llamada Scraps del ataque de otros perros. Ambos se hacen inseparables y persiguen un mismo objetivo: conseguir comida. (FILMAFFINITY)
5 de septiembre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
291/04(03/09/22) Muy divertido mediometraje dirigido, escrito y protagonizado por la estrella más grande del cine mudo, Charles Spencer Chaplin. 40 minutos con más de 100 años desde su estreno que demuestran que el cine no es nuevo, ni viejo, es bueno o malo. Charles Chaplin ya era un fenómeno internacional en 1918, sus cortos eran éxitos de taquilla, todos los estudios de cine querían conseguirlo como un activo valioso y en la cima de su carrera dejó, tras cumplir su contrato de 12 películas con Mutual Film Corporation, decidió autoproducir sus películas, pero tuvo que posponerlo por algún tiempo porque recibió un trato muy rentable de First National, tendría todo el control creativo sobre lo que escribe y dirige y la compañía recibiría su crédito y parte justa de lo que hace Charlie. El contrato de First National exigía ocho películas por un millón de dólares, sin plazos ni supervisión sobre su trabajo. Con esta nueva libertad, Chaplin construyó su propio estudio de cine personal en cinco acres de Sunset Boulevard en Hollywood. Su primera película para First National fue "A Dog's Life" de abril de 1918. Esta fue su película dirigida más larga, una película de tres carretes, una duración que favorecería durante el resto de su contrato de First National, le llevaría 5 años cumplir. Siendo este mediometraje la primera proyección en la Historia en superar 1 millón de dólares de recaudación.

Charlot es un vagabundo que roba comida para sobrevivir. Más tarde intenta conseguir trabajo, pero fracasa, ya que le quitan su posición en la fila (había entrado primero). Luego encuentra a «Scraps», un perro que está siendo perseguido por otros. Charlot decide intervenir en la pelea rescatándolo.

Una obra que está más cuidada en la ambientación que sus anteriores, con decorados (la calle y el interior del club) y vestuarios más laboreados. Llevándonos por barrios marginales, clubs sórdidos, con ladrones, y crueles polis; con una realización más ágil en la cámara del colaborador habitual de Chaplin, Roland Totheroh y sobre todo en una edición del propio ‘Tramp’ más trabajada en como saltamos de los planos estáticos a primeros planos. Pero sobre todo brilla su historia, en lo que es marca del cineasta en su mezcla de comedia y drama para emocionar al espectador desde un relato triste, un ataque (de millonario) atacando las desigualdades sociales.

Con su clásico protagonista el ‘Vagabundo’, derrochando carisma, simpatía, empatía por como hace frente a las injusticias, por cómo se desenvuelve sin hacerse la víctima, un romántico siempre ilusionado en superar problemas, con su clásica estampa trajeado raídamente, con bombín, bastón y zapatones, y por supuesto sus míticos andares patizambos, y su clásica personalidad pícara, un superviviente de gran corazón, que suele tener enfrente a villanos arrogantes egoístas, e incluso a policías como reflejo de la opresión del estado en la visión agitprop chapliniana, y casi siempre un anhelo romántico de alguna joven a la que este singular ‘Príncipe Azul’ salva de su infortunio, en este caso su actriz fetiche Edna Purviance (apareció en 33 producciones de Chaplin), ella como ejemplo de lo malos que son los jefes (¿?), buena actuación la suya, que tiene su gran momento cuando el jefe (buen Granville Redmond) le dice que para la inviten (y con ello los clientes hagan gasto), debe sonreír y guiñarles el ojo, lo cual provoca un burlesco gag cuando se le acerca ‘El Vagabundo’.

Una historia en realidad muy simple, con un vagabundo que intenta salir de su mala suerte, intenta comer, encontrar trabajo, ayuda a dulces damiselas, y en este caso, incorpora la ayuda al perrito Scraps, can este, que sirve como alegoría de la propia existencia de superviviente del ‘Vagabundo’, vale como ejemplo paralelo, que pasamos de como de modo carroñero le apartan darwinistamente a Charlot de la ventanilla para conseguir trabajo, y a continuación vemos al perrito maltratado por una jauría perros más grandes para conseguir un trozo de comida. Los dos deben sobrevivir en una sociedad hostil. Esta relación es claramente el germen del exitoso primer largometraje Chaplin “The Kid” (1921), donde la mascota fue sustituida por un bebe.

Relato lineal que es una excusa para unir gag sobre gag, en un alarde de ingenio e imaginación en el slapstick ya desde el principio, con esa presentación diáfana del ‘Vagabundo’ durmiendo en un descampado, tras lo que furtivamente se intenta alimentar de salchichas, pero aparece un policía (Tom Wislson) y comienza un impresionante juego del gato y el ratón con una vaya de por medio, que es toda una oda a la perfección de coreografía sincronizada. Tras lo que nos embarcamos en un electrizante desarrollo, con juegos delirantes con mucho de picardía (como juega con el vendedor de charcutería con su plato; En realidad es el hermano de Chaplin, Sidney, en su primer trabajo con él), con mucho de fisicidad, con doble sentidos, con surrealismo (ese rabo que sale de los pantalones de ‘The Tramp’ en el Green Lantern); Teniendo momentos de humor desternillante, entre los que destacaré, aparte de los ya comentados), el de Chaplin creando un títere humano, esto cuando, durante una reunión de dos ladrones (Bud Jamison & Albert Austin), noquea por detrás a uno de ellos sin que el otro se percate, y mantiene la farsa suplantando los brazos del noqueado por los suyos, componiendo unos movimientos brillantes en su realismo; Todo para desembocar en un final bastante *políticamente incorrecto, que seguro el posterior Codigo Hays de censura no habría aprobado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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