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Voto de TOM REGAN:
5
6,8
1 339
Musical. Romance
Adaptación cinematográfica del musical homónimo que se estrenó en Broadway en 1960. Trata sobre la legendaria historia del reino medieval de Camelot. El caballero francés Lancelot du Lac o Lanzarote del Lago (Franco Nero) llega a la corte del rey Arturo (Richard Harris) para integrarse en la Orden de la Mesa redonda, recién creada por el monarca inglés. Lancelot se enamora de la reina Ginebra (Vanessa Redgrave) y su amor es ... [+]
21 de noviembre de 2017
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
269/13(16/11/17) Fallida revisión en modo musical de la mítica artúrica, una aparatosa cinta que en su desmesurado metraje llega a aburrir, con un ritmo cansino, sin canciones que perduren, sin números musical es que sobresalgan del montón. La historia del Rey Arturo ha sido llevada al cine en múltiples ocasiones en diferentes estilos, desde las aventuras de capa y espada de “Los caballeros del rey Arturo” (1953), “El primer caballero” (1995), aventuras bélicas romanas con “El Rey Arturo” (2004), fantasía de espada y brujería con “Excalibur” (1981) y “Rey Arturo: La leyenda de Excalibur” (2017), dibujos animados con “Merlín el encantador” (1963), el drama romántico con “Lancelot du Lac” (1974), la comedia bufa con la de los Monty Python “Los caballeros de la mesa cuadrada” (1975), todo un subgénero (además con varias series televisivas) al que no le falta su musical, en este caso la versión cinematográfica (musical) de Frederic Loewe y Alan Jay Lerner (escribió el guión de la película con algunos recortes y alteraciones), “Camelot”, de duradero éxito en los escenarios de Broadway, potenciando el romanticismo fatalista sobre la acción, dirigida por el texano Joshua Logan en una década donde los grandes musicales florecían en Hollywood con enormes réditos comerciales (“My fair lady”, “Sonrisas y lágrimas”, “West Side Story”, “Mary Poppins”, etc…), pero este no está a la altura, y de hecho fue una superproducción (15 millones $ de presupuesto) súper-batacazo en taquilla, que supuso un antes y después en el genero. En Broadway los papeles protagonistas fueron a Richard Burton interpretando al idealista rey Arturo, Julie Andrews como la lujuriosa reina Ginebra y Robert Goulet como el caballero valiente y profundamente en conflicto Sir Lancelot, la película cambia: Richard Harris interpreta a Arthur (Burton rechazó el papel), Vanessa Redgrave se hace cargo de Ginebra (Andrews era demasiado cara, y a Logan no le gustaba de todos modos), Franco Nero y cantando la voz de Gene Merlino, como Lancelot. Resultado es un musical plano, con un casting desubicado, con una duración que es una losa pesarosa. Obtuvo tres Oscars de cinco nominaciones: por el vestuario (John Truscott), dirección de arte (John Truscott, Edward Carrere, John Brown) y música (Ken Darby, Alfred Newman), perdió por fotografía (Richard H. Kline) y sonido.
En la escena de apertura, el Rey Arturo (Richard Harris) se prepara para una gran batalla contra su amigo, Sir Lancelot (Franco Nero), batalla en la que no desea pelear, pero en la que se ha visto forzado a entrar. Arturo reflexiona sobre las tristes circunstancias que lo han llevado a esta situación y le pide consejo a su mentor de infancia, el fallecido druida Merlyn (Laurence Naismith). Merlyn se le aparece y le dice a Arturo que piense en lo que le ha llevado allí, y de este modo nos introduciremos en el flash-back que es el relato con el escenario en el palacio de Camelot. Tendrán importancia en el relato personajes como Ginebra, la amada esposa de Arturo, el anciano Rey Pellinor (Lionel Jeffries) y el caballero sibilino Mordred (David Hemmings).
Una cinta revestida de un halo hippie new age cuasi-psicodélico (esas coronas de flores…), ayudado por esos filtros arenosos que otorgan aire de picnic (ejemplo el tramo en que Lancelot conoce a Arturo y Ginebra). Por resaltar algo me quedo con su bonita puesta en escena, con una estimulante dirección artística de John Truscott (“Laleyenda dela ciudad sin nombre”), y Edward Carrere (“Grupo salvaje”), rodando en exteriores de España para recrear el Reino Artúrico (El Alcázar de Segovia para el castillo de Lancelot; El impresionante castillo de Coca para el palacio de Camelot;…), y en interiores de los Warner Brothers Burbank Studios (California-USA), destacando la sala de la Mesa Redonda, el recargado salón de estar de Arturo, o el fastuoso vestuario creado por John Truscott, con esos lindos vestidos que lleva Ginebra, fantasías de pieles, túnicas vaporosas, aunque con las armaduras cantan que son de plástico. Todo esto filtrado por la cinematografía de Richard H. Kline (“Fuego en el cuerpo”), como he dicho, arenosa, con profusión de primeros planos para extraerla expresividad de los actores, para poder exprimir la fuerza de las miradas y gestualidad, ensalzando los coloridos pastel.
Relato de marcado sino romántico-trágico, un triángulo amoroso donde bien podría haber sido un menage a trois, pues la comprensión de Arturo antelo que sospecha queda como que en realidad el ama a los dos por igual, queriendo el realizador que sintamos el tormento de Arturo como propio, pero esto no se consigue por que nunca sentimos química alguna entre el trío, todo se siente artificios y manufacturado, porque lo dicta el guión, pues orgánicamente y actoralmente quedan bastante parcos en lo que a compenetración se refiere, esa amistad mezclada con el amor queda atrofiada por una densidad narrativa espesa, estancada y de subrayados pesado, todo muy aséptico. El sueño utópico de Camelot como punta de lanza de la Justicia social queda algo muy fuera de foco, no sabemos apenas nada de lo que quiere hacer Arturo y mucho menos que es lo que consigue, esto tratado de modo muy superficial en modo “Miss” en la primera parte, no vemos sus éxitos, y si como se derrumba algo que no sabemos bien como se ha edificado, todo confuso, donde en la segunda parte todo lo que no sea el triángulo queda al margen, de hecho no conoceremos a ninguno de los caballeros aparte de Lancelot y del paracaidista Mordred, que sale de la nada con una inquina y afán de destruir a Arturo bastante caricaturesco, son una masa uniforme sin nombre (con la importancia que tiene en la leyenda Percival)…. (sigue en spoiler)
En la escena de apertura, el Rey Arturo (Richard Harris) se prepara para una gran batalla contra su amigo, Sir Lancelot (Franco Nero), batalla en la que no desea pelear, pero en la que se ha visto forzado a entrar. Arturo reflexiona sobre las tristes circunstancias que lo han llevado a esta situación y le pide consejo a su mentor de infancia, el fallecido druida Merlyn (Laurence Naismith). Merlyn se le aparece y le dice a Arturo que piense en lo que le ha llevado allí, y de este modo nos introduciremos en el flash-back que es el relato con el escenario en el palacio de Camelot. Tendrán importancia en el relato personajes como Ginebra, la amada esposa de Arturo, el anciano Rey Pellinor (Lionel Jeffries) y el caballero sibilino Mordred (David Hemmings).
Una cinta revestida de un halo hippie new age cuasi-psicodélico (esas coronas de flores…), ayudado por esos filtros arenosos que otorgan aire de picnic (ejemplo el tramo en que Lancelot conoce a Arturo y Ginebra). Por resaltar algo me quedo con su bonita puesta en escena, con una estimulante dirección artística de John Truscott (“Laleyenda dela ciudad sin nombre”), y Edward Carrere (“Grupo salvaje”), rodando en exteriores de España para recrear el Reino Artúrico (El Alcázar de Segovia para el castillo de Lancelot; El impresionante castillo de Coca para el palacio de Camelot;…), y en interiores de los Warner Brothers Burbank Studios (California-USA), destacando la sala de la Mesa Redonda, el recargado salón de estar de Arturo, o el fastuoso vestuario creado por John Truscott, con esos lindos vestidos que lleva Ginebra, fantasías de pieles, túnicas vaporosas, aunque con las armaduras cantan que son de plástico. Todo esto filtrado por la cinematografía de Richard H. Kline (“Fuego en el cuerpo”), como he dicho, arenosa, con profusión de primeros planos para extraerla expresividad de los actores, para poder exprimir la fuerza de las miradas y gestualidad, ensalzando los coloridos pastel.
Relato de marcado sino romántico-trágico, un triángulo amoroso donde bien podría haber sido un menage a trois, pues la comprensión de Arturo antelo que sospecha queda como que en realidad el ama a los dos por igual, queriendo el realizador que sintamos el tormento de Arturo como propio, pero esto no se consigue por que nunca sentimos química alguna entre el trío, todo se siente artificios y manufacturado, porque lo dicta el guión, pues orgánicamente y actoralmente quedan bastante parcos en lo que a compenetración se refiere, esa amistad mezclada con el amor queda atrofiada por una densidad narrativa espesa, estancada y de subrayados pesado, todo muy aséptico. El sueño utópico de Camelot como punta de lanza de la Justicia social queda algo muy fuera de foco, no sabemos apenas nada de lo que quiere hacer Arturo y mucho menos que es lo que consigue, esto tratado de modo muy superficial en modo “Miss” en la primera parte, no vemos sus éxitos, y si como se derrumba algo que no sabemos bien como se ha edificado, todo confuso, donde en la segunda parte todo lo que no sea el triángulo queda al margen, de hecho no conoceremos a ninguno de los caballeros aparte de Lancelot y del paracaidista Mordred, que sale de la nada con una inquina y afán de destruir a Arturo bastante caricaturesco, son una masa uniforme sin nombre (con la importancia que tiene en la leyenda Percival)…. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
… Apenas aparece el mago Merlín, solo una escena onírica, no aparece la hada Morgana, no hay tramas secundarias que enriquezcan y aporten algo de humor a este desarrollo tan áspero y adusto, tan solo de refilón la frescura del Rey Pellinore, quieren paralelizar la decadencia del sueño idealista de Arturo con su decadencia moral, con los sentimientos de culpa, y de aquí la implosión del Sueño Artúrico. A estos se suma un caos de tonalidades impropias del buen director que era Logan, y es que hay variaciones constantes y erráticas entre el (blandito) entusiasmo, el romanticismo y el drama.
Richard Harris (siempre me parece un emulo de Marlon Brando, no tiene culpa él de parecerse tanto), está fuera de lugar cuando se relaciona con Ginebra, es un actor grandioso, sabe emitir un torrente de emociones, pero no me creo su amor por su mujer, y esa amistad por Lancelot, me chirría; Vanessa Redgrave resulta notable en su papel de dulce esposa atrapada sin quererlo en un triángulo amoroso, pero sus dotes expresivas no pueden hacer nada para proyectar algo de calor con cualquiera de los dos partenaires, esto grimante cuando sabemos que *durante el rodaje la actriz se enamoró de Franco Nero, y con el que tuvo un hijo en 1969; Franco Nero demuestra que el cine romántico no era lo suyo, hace lo que puede con un rol donde despliega físico, ingenuidad, idealismo, vitalista, pero con una pasión emitida nula con Redgrave (atenerse a *); Lo de los tres cantando es mejor no hacer análisis van de lo inane o lo doblado (Franco Nero doblado por el cantante Gene Merlino, no acreditado); ; De las actuaciones solo destaca Lionel Lionel Jeffries como el extravagante rey Pellinore, primero bufonesco y luego intentando ser elpepito grillo de Arturo, muy buena su interpretación; David Hemmings como Mordred, muy guiñolesco en su maldad.
Spoiler:
Momentos recordables: El bucólico encuentro primero entre Arturo y Ginebra en un bosque nevado; El momento místico en que Lancelot es capaz de resucitar emocionado a un caballero al que ha derribado en un duelo de justas, momento catárquico en que a Ginebra se enamora del resucitador; El reencuentro de Arturo con Merlín en medio del bosque;
En conjunto me queda un producto olvidable sin ser malo, ni bueno, es insípido, intrascendente. Fuerza y honor!!!
Richard Harris (siempre me parece un emulo de Marlon Brando, no tiene culpa él de parecerse tanto), está fuera de lugar cuando se relaciona con Ginebra, es un actor grandioso, sabe emitir un torrente de emociones, pero no me creo su amor por su mujer, y esa amistad por Lancelot, me chirría; Vanessa Redgrave resulta notable en su papel de dulce esposa atrapada sin quererlo en un triángulo amoroso, pero sus dotes expresivas no pueden hacer nada para proyectar algo de calor con cualquiera de los dos partenaires, esto grimante cuando sabemos que *durante el rodaje la actriz se enamoró de Franco Nero, y con el que tuvo un hijo en 1969; Franco Nero demuestra que el cine romántico no era lo suyo, hace lo que puede con un rol donde despliega físico, ingenuidad, idealismo, vitalista, pero con una pasión emitida nula con Redgrave (atenerse a *); Lo de los tres cantando es mejor no hacer análisis van de lo inane o lo doblado (Franco Nero doblado por el cantante Gene Merlino, no acreditado); ; De las actuaciones solo destaca Lionel Lionel Jeffries como el extravagante rey Pellinore, primero bufonesco y luego intentando ser elpepito grillo de Arturo, muy buena su interpretación; David Hemmings como Mordred, muy guiñolesco en su maldad.
Spoiler:
Momentos recordables: El bucólico encuentro primero entre Arturo y Ginebra en un bosque nevado; El momento místico en que Lancelot es capaz de resucitar emocionado a un caballero al que ha derribado en un duelo de justas, momento catárquico en que a Ginebra se enamora del resucitador; El reencuentro de Arturo con Merlín en medio del bosque;
En conjunto me queda un producto olvidable sin ser malo, ni bueno, es insípido, intrascendente. Fuerza y honor!!!