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Voto de TOM REGAN:
5
15 de junio de 2017
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
120/09(12/06/17) El megalómano Michael Cimino volvió a demostrar con esta aparatosa película que es un gran director de anuncios de colonia, sabe filmar de un modo preciosista y muy estético, bañando de melancolía el relato con continente, pero que a la hora de incorporar contenido y sustancia a sus historias desbarra en caos argumental que orgánicamente no sostiene análisis alguno, y es que la pretenciosidad del realizador no está cubierta ingenio narrativo. El guión de Steve Shagan (“La fórmula” o “Las dos caras de la verdad”), junto al no acreditado gore Vidal (“De repente el último verano” o “Calígula”), se basan en la novela homónima de Mario Puzo (“El padrino” o “Superman”), al que pagaron 1 millón $ por los derechos cinematográficos de su obra, en realidad el libro era un spin-off del universo “El padrino”, la historia literaria acontece durante los dos años que Michael Corleone está refugiado en Sicilia, teniendo que prescindir de toda referencia en el film por los derechos de autor. Cimino construye una epopeya más artificiosa que las tetas de Pamela Anderson, todo resulta forzado y más simplista que el mecanismo de unas tijeras, trazando una hagiografía almibarada del protagonista, Salvatore Giuliano un bandido al que embiste de un aura de cuasi-Jesucristo, un moderno Robin Hood, ello sin arco de desarrollo del personaje, desde que lo vemos se siente el elegido para liberar a su pueblo (Sicilia) del yugo d los tiranos italianos, el director nos lo exhibe como un Mesías revolucionario con un don sobrenatural para sumar adhesiones a su causa, acabar con la pobreza, combatiendo al estado y a los terratenientes, quedando un melodrama lánguido, y que a pesar de su largo metraje (me refiero a la versión íntegra de 140 minutos) sientes que no conoces a los personajes, resultan acartonados, falsos, manufacturados, queriendo forzarte Cimino de modo chusco a sentir empatía por un ser sin fondo alguno, a lo que no ayuda el nefasto actor Christopher Lambert, hay figuras de cera con más expresividad, habla mucho de la gran capacidad (ataque de ironía) para el casting que el actor francés hablando en inglés fuese elección personal suya (de traca). Poco pueden hacer a su lado y con el material que les dan estos si buenos intérpretes John Turturro haciendo un buen Pepito Grillo, Joss Ackaland haciendo de un regio mafioso, o Terence Stamp encarnando a un émulo del Gatopardo, mención especial para Barabara Sukowa (actriz germana haciendo de estadounidense), a la altura del protagonista. Inaudito fue que Gore Vidal peleara en los tribunales que su nombre apareciera en los créditos como guionista, cuando si hubiera sido inteligente se habría estado quieto. Cimino adoptó medidas extremas para que los productores aceptaran proyectar su versión íntegra de 140 minutos, pero perdió en los tribunales y tuvo que hacer una reedición para USA de 120 minutos, yo he visto la íntegra. Fue un fracaso de taquilla, recaudó sólo $ 5 millones en los EE.UU. La historia de Salvatore Giuliano fue llevada al cine por Francesco Rossi en 1962 con el título de “Salvatore Giuliano”.
Salvatore Giuliano (Christopher Lambert), famoso bandido, junto con su banda de guerrilleros, intentó liberar a principios de 1950 Sicilia del dominio italiano. Giuliano roba a ricos terratenientes para dar a campesinos, que le veían como un Salvador. Tendrán importancia en la historia personajes como el fiel amigo de Giuliano, Pisciotta (John Turturro); El líder mafioso Don Masino Croce (Joss Ackland); El príncipe Bosa (Terence Stamp); El amor de Giuliano, Giovanna Ferra (Giulia Boschi); o la Duquesa Crotone (Barabara Sukowa).
La cinta solo es destacable por su preciosista ambientación, donde el realizador demuestra alarde y gran gusto sensorial, y por un par de escenas reseñables, la de la ejecución de un traidor a Salvatore en la plaza de un pueblo, y la marcha comunista por un camino, con el gentío con grandes banderas rojas y cantando en su marcha la Internacional socialista. El resto va de lo estridente a lo ñoño, pasando por momentos ridículos. Y es que la película está surtida de diálogos penosos, queriendo ser profundos y lapidarios en cada escena, y lo que son es de banales a chuscos. Con escenas tan fachosas como ver a una mujer dar un discurso al campesinado reunido sobre los parabienes del comunismo con zapatos de tacón, con un modo metido con calzador de tener que tragarnos sin sentido alguno que todo el que se acerca a Giuliano se siente hipnotizado por su aura carismática, ello con mensajes tan de Miss como lo de lo que quiero es el bien de los campesinos, que se acabe el hambre, y que no haya más guerras (lo último es de mi cosecha), argumentarlo sin cimiento alguno, buscando conmover al público de modo ramplón. Es la delineación de un semi-Dios, donde la condesa a la que va a robar sus joyas en cuestión de segundos le está diciendo que o la viola o tendrá que forzarlo ella, todo muy verosímil (ataque de cinismo), no hay introspección alguna del personaje, no tiene dudas o dilemas morales, es perfecto y puro (ataque de cinismo), es la edificación con pies de barro de una leyenda, creando Cimino un protagonista desprovisto de alma, falto de aristas, y por supuesto nulo en humanidad.
Salvatore Giuliano (Christopher Lambert), famoso bandido, junto con su banda de guerrilleros, intentó liberar a principios de 1950 Sicilia del dominio italiano. Giuliano roba a ricos terratenientes para dar a campesinos, que le veían como un Salvador. Tendrán importancia en la historia personajes como el fiel amigo de Giuliano, Pisciotta (John Turturro); El líder mafioso Don Masino Croce (Joss Ackland); El príncipe Bosa (Terence Stamp); El amor de Giuliano, Giovanna Ferra (Giulia Boschi); o la Duquesa Crotone (Barabara Sukowa).
La cinta solo es destacable por su preciosista ambientación, donde el realizador demuestra alarde y gran gusto sensorial, y por un par de escenas reseñables, la de la ejecución de un traidor a Salvatore en la plaza de un pueblo, y la marcha comunista por un camino, con el gentío con grandes banderas rojas y cantando en su marcha la Internacional socialista. El resto va de lo estridente a lo ñoño, pasando por momentos ridículos. Y es que la película está surtida de diálogos penosos, queriendo ser profundos y lapidarios en cada escena, y lo que son es de banales a chuscos. Con escenas tan fachosas como ver a una mujer dar un discurso al campesinado reunido sobre los parabienes del comunismo con zapatos de tacón, con un modo metido con calzador de tener que tragarnos sin sentido alguno que todo el que se acerca a Giuliano se siente hipnotizado por su aura carismática, ello con mensajes tan de Miss como lo de lo que quiero es el bien de los campesinos, que se acabe el hambre, y que no haya más guerras (lo último es de mi cosecha), argumentarlo sin cimiento alguno, buscando conmover al público de modo ramplón. Es la delineación de un semi-Dios, donde la condesa a la que va a robar sus joyas en cuestión de segundos le está diciendo que o la viola o tendrá que forzarlo ella, todo muy verosímil (ataque de cinismo), no hay introspección alguna del personaje, no tiene dudas o dilemas morales, es perfecto y puro (ataque de cinismo), es la edificación con pies de barro de una leyenda, creando Cimino un protagonista desprovisto de alma, falto de aristas, y por supuesto nulo en humanidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Todo esto se redondea con la actuación (es decir mucho) de un cara de palo como Christopher Lambert, con esa frente que le cae sobre los ojos y apenas se los deja ver, con ese rictus propio de un alumno aventajado de la Academia de Interpretación Chuck Norris, adolece del mínimo carisma, del mínimo carácter, de la mínima majestuosidad, carece de emociones, carece de emitir mundo interior, carece de pasión, haciendo un rol tan plano como una mesa, aportando cero personalidad. Aunque le acompañan en este naufragio actoral solo acorde con el del Titanic, Barbara Sukowa con una encarnación de una condesa que da grima en su comportamiento (para la historia [ataque de cinismo] su encuentro en la alcoba con Giuliano, la otra aparición estelar (ataque de cinismo) Giulia Boschi como una revolucionaria pelirroja adicta a los Manolo Blahnik, horrenda.
La puesta en escena es lo llamativo y excelso, aquí si denota un enorme sentido sensitivo Cimino (lástima que no lo acompañe con fondo), con un fascinante diseño de producción de Wolf Kroeger (“Enemigo a las puertas” o “El Príncipe de Persia”), rodando en lugares naturales de Sicilia (Sutera-Caltanissetta) y en los Cinecittà Studios de Roma, aprovechando la belleza de los parajes montañosos y agrestes de los lares, sus pueblos encajonados, sus decadentes haciendas, se añade un vistoso y formidable vestuario creado por Wayne a. Finkelman (“Los dos Jakes” o “Los fantasmas atacan al jefe”), todo esto realzado por la fenomenal fotografía de Alex Thompson (“Alien 3” o “Máximo riesgo”), componiendo espectaculares postales en tomas generales de Sicilia, con un fuerte patinado amarillo-dorado para sobresaltar los campos teñidos por el radiante sol, con hermosos planos secuencia (como el lírico [propio de un spot de gel o perfume] de la condesa avanzando por su mansión mientras se va desvistiendo lánguidamente hacia la bañera, mientras tras ella la criada va recogiendo las ropas caídas), edificando un potente carrusel de planos de claro sabor operístico (seguro que influenciado por Gordon Willis y su “El padrino”), manejando travellings, circulares, primeros planos. Se suma la notable música de (“La puerta del cielo” o “Manhattan Sur”), una delicia para los oídos. Reitero, una pena esto esté sustentando algo tan plúmbeo y maniqueo.
En conjunto queda una pasable propuesta con más ínfulas que calidad narrativa (siendo muy benévolo). Fuerza y honor!!!
La puesta en escena es lo llamativo y excelso, aquí si denota un enorme sentido sensitivo Cimino (lástima que no lo acompañe con fondo), con un fascinante diseño de producción de Wolf Kroeger (“Enemigo a las puertas” o “El Príncipe de Persia”), rodando en lugares naturales de Sicilia (Sutera-Caltanissetta) y en los Cinecittà Studios de Roma, aprovechando la belleza de los parajes montañosos y agrestes de los lares, sus pueblos encajonados, sus decadentes haciendas, se añade un vistoso y formidable vestuario creado por Wayne a. Finkelman (“Los dos Jakes” o “Los fantasmas atacan al jefe”), todo esto realzado por la fenomenal fotografía de Alex Thompson (“Alien 3” o “Máximo riesgo”), componiendo espectaculares postales en tomas generales de Sicilia, con un fuerte patinado amarillo-dorado para sobresaltar los campos teñidos por el radiante sol, con hermosos planos secuencia (como el lírico [propio de un spot de gel o perfume] de la condesa avanzando por su mansión mientras se va desvistiendo lánguidamente hacia la bañera, mientras tras ella la criada va recogiendo las ropas caídas), edificando un potente carrusel de planos de claro sabor operístico (seguro que influenciado por Gordon Willis y su “El padrino”), manejando travellings, circulares, primeros planos. Se suma la notable música de (“La puerta del cielo” o “Manhattan Sur”), una delicia para los oídos. Reitero, una pena esto esté sustentando algo tan plúmbeo y maniqueo.
En conjunto queda una pasable propuesta con más ínfulas que calidad narrativa (siendo muy benévolo). Fuerza y honor!!!