2 de mayo de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rodada en blanco y negro, esta maravillosa comedia es otra más de las grandes aportaciones del insuperable dúo Wilder/Diamond a la disección de las miserias humanas (centrada en este caso en la ambición desmedida).
La clave del asunto, como tantas veces, es que logran reflejar verdades como puños de una forma que resulta irresistible: el espectador no puede parar de reírse y disfrutar, mientras está pensando que es deleznable que los personajes (un reflejo de nosotros mismos como sociedad) sean así.
El gran Walter Mattau (que repetiría pareja perfecta con Lemmon ocho años después en “Primera Plana”) se llevó un Óscar como secundario por su composición del cuñado sin escrúpulos. Destacado también el trabajo de Judy West y el de Jack Lemmon (de nuevo sufriendo mal de amores, como en “El apartamento”), más el ritmo y los diálogos del excelente guion a cuatro manos. Imprescindible.
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