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Voto de Jefe Dreyfus:
4
Drama. Comedia Johnny Marco (Stephen Dorff) es un actor de gran éxito cuya vida de excesos y lujo cambia por completo cuando, sin previo aviso, se presenta su hija de once años (Elle Fanning), fruto de un matrimonio fracasado. Johnny es una estrella de cine que vive en un lujoso hotel de Hollywood, conduce un ferrari y sale con bellas mujeres sin comprometerse con ninguna. (FILMAFFINITY)
17 de enero de 2012
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Somewhere es una película de largos silencios, llena de momentos contemplativos, que casi podríamos decir que está rondando el record de “personaje protagonista con más minutos de metraje con la mirada sostenida hacia el infinito”. Aunque por suerte no toda la película es igual, hay momentos en los que Dorff logra desviar su atención hacia el humo de un cigarro. Con todo esto, la irrupción de la hija en su vida representa toda una bocanada de aire fresco para la película, logrando por momentos redireccionar una dinámica que parecía abocada al bostezo generalizado y ayuda a situar al protagonista como miembro de la raza humana, algo que me empezaba a cuestionar de una forma bastante evidente. Es entonces cuando la película disfruta de sus mejores momentos, en parte gracias a la química existente entre ambos actores como padre e hija, que incluso ayudan a justificar la dinámica dominante hasta el momento.

La película nos acerca a la figura de una solitaria y semi-recluida estrella del celuloide que a pesar de disponer de todos los lujos posibles a su alcance, se encuentra constantemente abatido en un mundo que le es hostil y en el que se siente terriblemente aislado y solo, por más gente que se encuentre a su alrededor. Viendo la película se me rompía el alma. Hay una escena en la que el chico va conduciendo y se le pincha una rueda y tiene que llamar a la asistencia en carretera. Viéndolo ahí parado, en el arcén, al lado de su carísimo Ferrari, se me erizó el bello. En otra escena, mientras un par de esculturales gemelas le hacen un streaptese intenta ligarse a una de ellas, pero sólo consigue acostarse con la otra. No pude reprimir las lágrimas. Por último hay otra escena en la que a pesar de poder comer en los mejores restaurantes de la ciudad el hombre quiere cocinarse algo, y se prepara unos espaguetis, pero no controla las medidas y hace demasiados. Y lo ves allí, solo, con una cantidad absurda de espaguetis y me sorprendí a mi mismo gritando a los cuatro vientos: ¡Sofía, déjame respirar! Tantas penas y desgracias juntas casi me llegaron a colapsar.

Y es que ese termina resultando uno de los mayores lastres de la película, al tener uno, como espectador, que solidarizarse e incluso, en ocasiones, llegar a apiadarse de un personaje que puede llegar a disponer de todo lo que desea y, encima, cuenta con una hija ejemplar que le sirve de Norte en sus momentos más difíciles. El otro gran problema es que el aburrimiento que sufre el protagonista llegue a traspasar la pantalla y se apodere del espectador. Realmente no podría culpar a quien le haya sucedido. Por suerte no fue mi caso. Y no lo fue porque difícilmente se me ocurre un director, hoy en día, que ofrezca más con menos que Sofía Coppola, quien, a pesar de lo dicho, consigue llenar la película de momentos entrañables, de personajes llenos de fuerza, de bonitas imágenes y de alguna que otra cómica ocurrencia. Aunque la fórmula parece empezar a perder eficacia a cada nuevo film.
Jefe Dreyfus
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