"La reina de los condenados" pasará a formar parte de mi Olimpo particular de insufribles bodrios junto con "Druidas", "Resurrection" y otras perlas de 7º ¿arte?. Aquí, la productora ha fabricado un producto que tira del buen nombre de "Entrevista con el vampiro" pero que no tienen más en común que el hecho de que ambas películas estén basadas en la misma serie de Anne Rice. Eso sí, se ahorran unas pelas y recurren al truco del público objetivo: pon un tío pintado de blanco y unas gotas de romanticismo vampírico y un buen número de adolescentes gotiquillos pasarán por caja y además, comprarán el dvd (para colocar en la estantería de su casa junto a "joyas" como "El Cuervo" y "Blade").
Para todos los demás queda una estupidez integral protagonizada por actores de medio pelo (suena cruel, pero el mundo no perdió un genio de la interpretación con Aaliyah -R.I.P.) en los que destacan -para mal- Stuart Townsend y Vincent Perez en un tour de force heterogay que trata de recuperar la extraña química entre el Brad Pitt y Tom Cruise de "Entrevista...". El invento empieza a oler definitivamente mal cuando vemos los efectos especiales de serie B y la banda sonora, trufada de grupos americanos de moda que se deben haber dejado sus buenos cuartos para promocionarse en la película. La trama, que sigue los pasos de Lestat en su nueva encarnación como estrella del rock gótico -insisto: las muecas, morritos y enfurruños de Stuart Townsed son como para abrirle expediente-, acaba resultando un pifostio de mucho cuidado, lo cual no es muy extraño considerando la cantidad de paja mental con que la Rice suele engordar sus novelas.
Es posible que esta película pueda gustar o entretener a espectadores con bajo nivel de exigencia que se traguen todo el material sobre vampiros independientemente de su calidad. Pero existiendo "Entrevista con el vampiro", "Nosferatu", "El ansia" y tantas otras películas apreciables sobre el tema, para qué quedarse con esta porquería de cartón piedra.