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Tajikistan Tajikistan · Demonlandia
Voto de Neathara:
6
Ciencia ficción. Thriller. Terror Clive (Adrien Brody) y Elsa (Sarah Polley) son dos brillantes científicos que, por medio de la ingeniería genética, se dedican a crear variaciones de especies conocidas. Aunque han alcanzado el éxito, su ambición les hará perder el control, cuando, en secreto, decidan llevar sus experimentos más allá de la moral. Combinando ADN humano en sus experimentos genéticos obtendrán un nuevo escalón en el árbol evolutivo actual. (FILMAFFINITY)
26 de septiembre de 2010
27 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una pareja de científicos crea una extraordinaria criatura mitad persona mitad ratita y pájaro (o algún tipo de bicho que yo no identifico). Como el experimento lo hacen un poco a la ilegal, esconden a la coseja y la crían, él como a una curiosidad científica, ella como a la hija que el reloj biológico le anda pidiendo a gritos a sus trentaytantos. La niña-cachorrilla se hace mayor a la velocidad de la luz y claro, con su desarrollo se plantean varios problemas, entre ellos el hecho de que ya no es tan fácil esconderla, por un lado y que el bicho pues tiene sus ciclos y movidas imprevisibles y se comporta de manera errática, dividida entre la curiosidad natural de su parte humana y los impulsos inevitables de su instinto animal. Y como suele pasar, su instinto en concreto no es precisamente el de un adorable hamster, sino más bien el de una hiena psicópata. Original.

Dren, que así se llama el engendrillo en cuestión, es con diferencia lo mejor de "Splice". El diseño de la criatura es maravilloso y repugnante. Inspira lo que tiene que inspirar: cariño por su indefensión, compasión por su rol de experimento y bastante asco por sus características físicas. Su personalidad, aunque no se la oye decir ni una palabra en un idioma humano, tampoco es cosa de broma: bastaría ella sola para llenar un ensayo freudiano.

Es entretenida y tiene sus momento carnosamente repugnates a lo Cronenberg, pero ni Brody está correcto, ni Polley destaca, ni la historia explora las múltiples posibilidades que podría haber planteado, convirtiéndose, a la postre, en una obvia metáfora sobre los peligros de la paternidad irresponsable. Pues vale.
Neathara
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